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OTOÑO CALIENTE (Y III) | El inicio de un curso político decisivo
Columna
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Griñán se la juega

Javier Arenas habrá tenido cuatro oportunidades para ser presidente de Andalucía. Tres de ellas, desaprovechadas. José Griñán solo tendrá una.

La tarea prioritaria del actual presidente es la crisis. De eso no cabe duda. Pero en su cabeza debe bullir otra preocupación: pasar a la historia como el hombre que dilapidó el capital político acumulado por los socialistas en los últimos 30 años.

Para evitarlo, solo tiene una opción: ganar las elecciones autonómicas de 2012. Sabiendo que solo tendrá esa oportunidad.

No lo va a tener nada fácil, como se vio ayer en el primer debate parlamentario del curso. Amén del desgaste que producen 28 años de gobierno, los socialistas andaluces están soportando la mayor crisis económica mundial desde la Gran Depresión. Una crisis que golpea de manera especial a los países del sur. Y Andalucía está al sur del sur.

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Con 877.010 de parados (Inem agosto), 21.890 empresas destruidas en los últimos tres años (Avance del Mercado Laboral, AFI-Agett) y unos presupuestos para el próximo año que no serán "ni alegres ni expansivos", en palabras del propio Griñán, los socialistas tienen difícil repetir los éxitos electorales que vienen cosechando desde 1982.

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Lo dicen las encuestas: el principal partido de la oposición, el PP, le aventaja en 7,1 puntos (Capdea, 28 de julio). No es la primera vez que eso sucede. Ya en 1996 los populares superaban a los socialistas, pero el día de la verdad, los andaluces volvieron a votarlos mayoritariamente.

Un dato favorable: Arenas está peor valorado que Griñán (3,89 puntos sobre 10 del popular, frente a 5,14 del socialista). Es más, está peor valorado que los candidatos de IU y PA. Aún así, es posible que, por vez primera, los populares ganen en 2012.

Hasta entonces, Griñán deberá superar varios escollos. El primero, la huelga general del día 29, en contra de la reforma laboral. Sin ser directamente responsable de esa ley, Griñán ha dicho que se da "por aludido completamente", actitud que le honra. Quizá porque sabe que algunos aspectos de esa reforma perjudican a los trabajadores, se ha mostrado respetuoso con los sindicatos. También con el presidente Rodríguez Zapatero: "Trato de entenderlos a los dos, porque los dos tienen su parte de razón".

En segundo lugar, Griñán se enfrenta a sus primeras elecciones municipales como secretario general del PSOE andaluz. Las encuestas también están en su contra en la mayoría de las capitales. Un mal resultado -no mantener las capitales que gobiernan; no conquistar ninguna gran plaza- sería un serio traspié en la carrera de las autonómicas.

Otro capítulo en el que Griñán se la juega es el de las relaciones con el Gobierno hermano de Zapatero. Griñán deberá hacer valer que lidera al grupo de diputados más numeroso del Congreso: 36 frente a 23 de Cataluña, por poner un ejemplo.

Sin romper la baraja, pero con firmeza -como hasta ahora- Griñán debe reivindicar las ayudas a la vivienda protegida o la capacidad de endeudamiento de las comunidades que tienen sus cuentas saneadas, como Andalucía.

En el lado positivo, el Gobierno Griñán debe sacar partido de sus aciertos. Por ejemplo, en la aplicación la ley de dependencia. Andalucía ha reconocido ya a un número de dependientes mayor que el de todas las comunidades gobernadas por el PP.

Por último, Griñán está obligado a explicarse. La receta la daba este verano la consejera de Presidencia, Mar Moreno: "Hablar con la gente, explicar lo que hacemos y no arrugarnos frente a los ataques, la incomprensión y la falta de ayuda de la oposición. Tenemos que estar firmes en lo que hacemos y explicándolo hasta la extenuación".

Pues eso: o la extenuación o la puerta. Porque no habrá una segunda oportunidad.

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