_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Highway to Carballo

"Hey Satanás, paga mis deudas, yo toco en una banda de rock and roll", atronaban los AC-DC a toda mecha por su autopista al infierno. Semejante avalista, o Dios sabe si uno peor, puede acabar teniéndose que buscar Feijóo y su fiel Hernández, el conselleiro que contrataba demasiado. "Hey.... quién sea... paga tú, yo toco en un Gobierno del PP", acabarán entonando si la autovía Costa da Morte sigue derivando hacia un infierno no tan animado como aquel que aguardan encontrase Angus Young y sus muchachos. Si se continúa liando, habrá que aplicar el principio McGyver: a situaciones complicadas, remedios imaginativos. Alguien acabará teniendo que certificar que la obra ya está rematada, una vez más, por Galicia, por el interés general y porque lo dicen los técnicos.

El bipartito tenía la excusa de que eran dos y se hablaban poco. ¿Cuál es la del Gobierno Feijóo?

Para ser justos, la cosa ya había empezado mal con el bipartito. A las sucesivas multipresentaciones de la infraestructura, empleando todo tipo de formatos y atrezos, súmese cómo desde el primer día quedó claro que semejante desembolso supondría el fabuloso avance de abreviar diez minutos el trayecto A Coruña-Cee. Tras la Restauración Popular y en plena "austeridad feijoniana", un hábil tiro al bulto del Vázquez socialista reveló que el precio final podía duplicarse. Cada minuto de ahorro costaría cien millones de euros. Igual que frente a los incendios, la Democracia Feijoniana respondió con su aclamado catenaccio informativo. Seguramente también con el loable fin de evitar el efecto contagio y que se duplicasen por todo el país los costes de pistas o variantes. El expediente ha sido clasificado secreto, asunto de seguridad nacional. Ya nos enteraremos de cómo acaba el cuento cuando estemos preparados para afrontar la verdad. Hasta entonces, tenemos la palabra del conselleiro. Gobernar es así. Un trabajo sucio y duro, pero alguien tiene que hacerlo. Una verdad incómoda que no todo el mundo entiende. Por si acaso, las empresas concursantes han puesto en Def con Dos a sus abogados; incluso alguna ya ha desembarcado en los tribunales.

Ahora acabamos de conocer la dimisión de Isabel Vila, la directora general que al parecer avalaba el sobrecoste. Se retira por motivos personales, pero aclarando que las mesas de contratación no contratan, sólo valoran las ofertas. Quien contrata es el político que firma. Una teoría que choca frontalmente con la versión oficial de la Democracia Feijoniana en materia de contratación, donde el inocente político sólo suscribía lo recomendado por los probos técnicos. Así se han venido justificando las adjudicaciones más sonadas. Desde la apuesta de la publicidad xacobea por el entorno Gürtel, a las obras otorgadas por el propio Hernández a su antigua empresa.

En su momento, Feijóo argumentó su excelencia técnica para justificar el riesgo de situar como hombre fuerte a alguien tan debilitado por sus inminentes problemas legales. Su misteriosa gestión del contrato más importante de la legislatura no acredita precisamente tal solvencia. La reinstauración del urbanismo pret-a-porter, o ejercer de comentarista de cuanto hace o no hace el ministro Blanco, suponen a día de hoy los mayores logros de Hernández. Otro caso más de competencia discutible a agregar al mediocre expediente de un Gobierno que se gana a pulso su fama de inconsistente. El aparatoso descarrile del concurso eólico que iba a estar resuelto en enero del año pasado, la ley del cajas que devolvería las entidades "ao pobo" pero ahora blinda a los de siempre o permite la entrada de capital privado sin necesidad de autorización pública, la gestión cabalística de las listas sanitarias, el decreto lingüístico aprobado sin texto o la fantasmagórica consulta a los padres, aquel complemento de las pensiones que nunca existió pero nunca se suprimió, las prodigiosas sillas de la Cidade da Cultura que no comprarían por austeridad pero sí por ascetismo, la visita del Papa que iba a costar cuatro millones y va camino de convertirse en un evento MTV, gratis total, los superordenadores escolares que comienzan el curso fumándose las clases... El bipartito tenía la excusa de que eran dos y hablaban poco entre sí ¿Cuál es la del Gobierno Feijóo?

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_