La Diada, a la sombra del 28-N
El Onze de Setembre certifica el fin de etapa del tripartito - Los socios del PSC se desmarcan de las críticas de Montilla al soberanismo
La Diada del Onze de Setembre celebrada ayer visualizó que en Cataluña ha llegado la hora del sálvese quien pueda. Finiquitada definitivamente la unidad en torno a la defensa del Estatuto recortado por el Tribunal Constitucional, entre las fuerzas que gobiernan la Generalitat -socialistas, republicanos y ecosocialistas- se vio claramente que la hora del tripatito, al menos en su actual configuración, ha tocado a su fin. Inmersos todos en campaña electoral, los socialistas se quedaron solos en defensa del discurso institucional del presidente de la Generaliat, José Montilla, quien alertó el jueves contra las "pulsiones separadoras" entre Cataluña y el resto de España. Nadie, y mucho menos sus socios de Esquerra Republicana, suscribió las palabras del presidente. "El discurso fue demasiado partidista", dijo el líder de ERC, Joan Puigcercós, para quien el presidente ha ido demasiado lejos en su campaña para combatir el auge del independentismo.
A dos meses y medio para las elecciones, ningún partido, tampoco los socios del tripartito, se esforzaron en buscar un mínimo común denominador en defensa del Estatuto. Todos abundaron en sus diferencias y Convergència i Unió volvió a inflar el globo del soberanismo al que recurre cada año por estas fechas. "Independencia o decadencia", proclamó el número dos de Convergència, Felip Puig, tras semanas de coqueteo del líder de la formación, Artur Mas, con el "derecho a decidir". Convergència vivió la jornada de ayer como una suerte de fiesta previa a su entrada a la Generalitat. Convencidos de la victoria el 28 de noviembre, los de Artur Mas fueron la delegación más numerosa que desfiló ante el monumento a Rafael Casanova ataviados con senyeres, unos, y banderas esteladas, otros. Nadie en la federación, ni siquiera el líder de Unió Josep Antoni Duran Lleida intentaron ayer moderar el discurso soberanista conscientes de que la Diada es el día de exaltación nacional por excelencia.
De ahí que Duran se lanzara a criticar también el discurso de Montilla por su tono "electoralista y partidista" y recordando: "los catalanes separatistas también son catalanes".
Artur Mas, como Esquerra Republicana, criticó el mensaje de ERC. El líder de CiU restó credibilidad a la alerta de Montilla ante el soberanismo recordando que el PSC ha gobernado con Esquerra Republicana los últimos siete años. "Hay que unir a la gente y cohesionarla, y no criticar determinadas pulsiones", dijo el líder nacionalista.
Joan Herrera, de Iniciativa, aseguró no sentirse aludido por el mensaje de Montilla y recordó que Iniciativa está por reformar la Constitución para incluir el "derecho a decidir" de Cataluña, algo que en su opinión no es uno de los falsos atajos que denuncia Montilla.Esquerra Republicana, en su frenética carrera por evitar que Convergència, por una parte, y las nuevas opciones electorales de Joan Carretero y Joan Laporta, por la otra, le resten votos independentistas, salió en tromba contra Montilla. Joan Puigcercós aseguró: "muchas veces el presidente ha sido una persona muy ecuánime, pero su discurso del jueves no reflejó cuál es el mínimo común denominador de la sociedad catalana", dijo abogando por la celebración de un referéndum soberanista.
Los socialistas se esforzaron en apoyar a Montilla en su intención de agrupar todo el voto catalanista no independentista. El PSC ha puesto toda la carne en el asador para resaltar que Convergència i Unió está cada vez más escorada hacia el soberanismo y considera que antiguos pujolistas ya no se sienten cómodos en el discurso de Artur Mas y de sus colaboradores más próximos como Oriol Pujol y Francesc Homs. De ahí que Montilla no deje de repetir que Artur Mas debe aclarar si quiere o no llevar a Cataluña a la independencia u a otras "aventuras".
Ayer fue el todavía ministro de Trabajo Celestino Corbacho quien se encargó de trufar este discurso. Él fue el encargado de hablar en nombre del PSC tras la ofrenda floral del partido ante la tumba a Rafael Casanova, con lo que se estrenó como candidato para acompañar a Montilla. El ministro fue tajante y presentó al PSC como la garantía de evitar "desenchufar Cataluña de España".
No escogió el mejor día para presentar un gobierno presidido por José Montilla como la garantía de que no habrá nuevas salidas de tono soberanistas. Casi a la misma hora en que hablaba el ministro en el monumento a Rafael Casanova, un alto cargo del tripartito, Jordi Fàbrega, delegado del Gobierno catalán en la Cataluña central, desafiaba al presidente protagonizando un acto de quema pública de un decreto de Nueva Planta, la orden que acabó con las instituciones catalanas tras la caída de Barcelona ante las tropas borbónicas en 1714.
Ante esta situación, el Partido Popular y Ciutadans se mantuvieron al margen de la Diada. Alicia Sánchez-Camacho, candidata del PP, pidió un "cambio de formato" porque, a su entender, el actual solo sirve para reivindicar posiciones soberanistas.
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