Comienza la excavación del pozo de rescate de los mineros atrapados
Un equipo de la NASA llega a Chile para asesorar a los grupos de socorro
En medio de la niebla y el frío, entre los aplausos de los familiares de los 33 mineros atrapados en la mina San José , la máquina australiana Raise Border Strata 950 comenzó a perforar en la noche del lunes (madrugada del martes en España) la superficie del cerro. Habían transcurrido 26 días desde que el yacimiento propiedad de la compañía San Esteban sepultara a 33 hombres que han pasado ya a la historia como los mineros que más tiempo han permanecido bajo tierra. El récord no será difícil de superar, porque a la máquina le quedan por delante, al menos, tres meses de trabajo hasta abrir un orificio de unos 66 centímetros de diámetro. Avanzará a un ritmo de 15 metros por día, si no hay problemas. Pero siempre los hay, según los expertos. Primero abrirá un agujero de 700 metros de profundidad con un perforador pequeño. Y después utilizará otro mayor para conseguir ampliarlo hasta los 66 centímetros.
Uno de los dueños de la explotación ha pedido disculpas por el accidente
Apenas había cumplido la Strata 950 sus primeras 12 horas de trabajo cuando se registró un terremoto en la zona de magnitud 4,7 en la escala Richter. Los equipos de rescate que se encontraban en el cerro sintieron el temblor, pero no se vieron afectados en sus labores. Mientras tanto, a unos 900 kilómetros de distancia, desde la mina San Inés de Collahuasi, en Iquique, partía otra máquina más ligera y de origen sueco, en dirección a la mina San José. Se trata de la T130 Schram, un equipo con el que se pretende perforar también un orificio de 700 metros, pero de apenas unos 30 centímetros de diámetro. Ese hueco tendría la opción de poder ser agrandado o servir para enviar objetos hacia los atrapados. En cualquier caso, el rescate no se producirá antes de dos meses.
No obstante, el ambiente se vuelve cada día más esperanzador en el cerro. La australiana Strata ya trabaja, la sueca llegará hoy y el equipo de la NASA, con quien se ha colaborado en la distancia, llegó ayer a Santiago. Se trata de dos médicos, un psicólogo y un experto en logística a los que el Gobierno chileno facilitó ayer toda la información disponible sobre los 33.
Hasta el tono de las declaraciones de Roberto Bohn, uno de los dos propietarios de la mina, se ha vuelto más conciliador. Si tras el accidente había declarado que no era el momento de buscar culpables ni de pedir disculpas, ayer en la Cámara de Diputados, ante la comisión de Seguridad, pidió disculpas: "El dolor que ha causado esta situación indeseada e imprevista por nosotros, merece que pidamos disculpas por la angustia que se ha vivido en estos días. Ha sido una situación terrible y esperamos que tenga buen término muy pronto", declaró. Y si antes había advertido que con la mina cerrada no se podrían generar beneficios, y no descartaba declararla en quiebra (con lo que podría peligrar el finiquito de los trabajadores), ayer precisó: "Como compañía, vamos a hacer todo lo posible para poner a disposición de nuestros trabajadores y acreedores todos los bienes que tiene disponibles nuestra empresa para concurrir a ellos en todo lo que sea necesario".
Por otra parte, el ministro de Salud, Jaime Mañalich, indicó ayer en conferencia de prensa que no hay "ningún problema por abstinencia en el consumo" de alcohol entre los 33, cosa que según indicó una portavoz del Gobierno, no desmiente la información que el domingo facilitó a este periódico el propio ministro de Salud al indicar que un número indeterminado de mineros "ingerían cantidades importantes de alcohol" antes de quedar atrapados. Mañalich escribió con su puño y letra en la libreta de este periodista las palabras "ácido fólico", en referencia al complejo vitamínico con el que se estaba medicando a los mineros. No obstante, el psicólogo Alberto Iturre indicó ayer que no espera crisis de abstinencia en los próximos días.
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