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Desintoxicación forzosa y a 700 metros bajo tierra

Algunos de los 33 atrapados en Chile suplen alcohol y droga con vitamina B

Francisco Peregil

Las camas desmontables que han recibido los 33 hombres atrapados a 700 metros en la mina chilena San José pueden resultar vitales para que un día salgan vivos. Pero lo que varios de ellos reclaman es alcohol. Antes que los calcetines de fibra de cobre que impedirán el contagio de hongos, antes que los videojuegos y los proyectores para ver partidos de fútbol grabados, un número indeterminado de ellos preferiría calmar la ansiedad con una botella. "Algunos ingerían cantidades importantes. Y a veces no es conveniente que una persona corte de golpe con la adicción. Pero lo único que podemos hacer es enviarles vitamina B y ácido fólico", indicó a este periódico el ministro de Salud, Jaime Mañalich.

"¿Te casas conmigo, sí o no?", le escribió Ruth a su pareja desde hace 21 años

Al síndrome de abstinencia se suman los problemas que cada uno arrastraba antes de bajar al yacimiento. Samuel Ávalos Acuña, de 43 años, convivía desde hace 21 años con Ruth Guzmán Donoso, de 39, con quien tiene un hijo de 18, uno de nueve y otro de dos. Pero nunca llegaron a casarse. "Era yo la que no quería, pero, al ver todo esto, se me salió como del alma lo del casamiento. Y se lo he escrito: '¿Te quieres casar conmigo, sí o no?'. Le mandé otra carta pidiéndole que me diera un poder para retirar la plata depositada en el banco. Porque su padre es el único que tiene papeles como padre. Y él apenas tenía contacto con su padre desde hace cinco años, cuando murió la madre".

Buena parte de los 21 años que pasaron juntos estuvieron marcados por el alcohol y la droga. "Y siempre volvía al vicio. Sobre todo, al de la pasta base, que es lo peor de la coca. Por acá le llaman angustia. Si Dios dice que hay que perdonar 70 veces siete, yo le decía a él que ya lo perdoné mucho más que 70 veces siete. Así que llamé a un cuñado de él que trabaja en esta mina y le dije que se lo trajera, a ver si lo sacaba del ambiente malo. Cinco meses llevaba de minero, porque su rubro es el comercio. Él pinta una piedra y la vende. De verdura, de ropa, de chirimoya. Pero la mina no le gustaba. Cuando le tocaba la semana de descanso llegaba a nuestro pueblo de Rancagua [a 12 horas en autobús] y no se arrancaba, puro en su casa, nada más. Íbamos de compra, a pagar las cuentas... Mi hijo mayor hace el servicio militar y ahora lo ve más en los días de descanso y fue muy bonito cuando se abrazaron los dos, mitad y mitad, un abrazo de padre y de hijo, y los dos se perdonaron".

"Él me reconoce en una carta que ahora está pagando por todo el daño que ha hecho a sus seres queridos en 43 años de vida. Pero que, gracias a eso, se ha convertido en un hombre nuevo y allá abajo está sintiendo la caricia de Dios. La última vez que vino a casa a descansar por siete días él ya no quería venirse a la mina. Y yo le dije: '¿Y qué vas a hacer, volver a tus andaduras?'. Volvió. Y siempre me llamaba cuando salía. Al ver que pasaban las horas del jueves y no lo hacía, pensé que había vuelto al vicio", comenta Ruth.

El desgarro físico que pueda estar padeciendo cada uno de ellos no ha afectado aparentemente a la convivencia del grupo. Y eso que las condiciones no son las idóneas para superar un síndrome de abstinencia. Se mueven en un espacio de seguridad de 40 metros de largo por cuatro de ancho, bajo un techo de tres metros y medio. Si descienden un poco por la rampa disponen de otro espacio de unos 100 metros de longitud, en una parte del cual se vuelcan los desechos. Si ascienden un poco, penetran en la zona de talleres. En total, su margen de maniobra se limita a algo más de un kilómetro. Ahí tendrán que calmar la ansiedad, los sudores fríos, los ataques de ira y la depresión. De momento parece que, entre unos y otros, sobrellevan el drama con humor. Si se tiene en cuenta que en el lenguaje coloquial de Chile a las mujeres se les llama minas, aquel de los 33 que firmó el miércoles un examen médico con la siguiente frase mostró una buena reserva de ingenio:

"Nunca había estado tanto tiempo dentro de una mina".

Firmado:

"El eyaculador precoz".

Familiares de los trabajadores encerrados encienden velas en el exterior de la mina, en Copiapó.
Familiares de los trabajadores encerrados encienden velas en el exterior de la mina, en Copiapó.REUTERS

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Sobre la firma

Francisco Peregil
Redactor de la sección Internacional. Comenzó en El País en 1989 y ha desempeñado coberturas en países como Venezuela, Haití, Libia, Irak y Afganistán. Ha sido corresponsal en Buenos Aires para Sudamérica y corresponsal para el Magreb. Es autor de las novelas 'Era tan bella', –mención especial del jurado del Premio Nadal en 2000– y 'Manuela'.

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