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Crítica:Días de diversión
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

'Victorinada' sin toros

El cierre de la feria donostiarra tenía el sello de corrida torista, porque en el cartel se anunciaron toros de Victorino Martín. Y con esa expectación acudió la gente a Illumbe, con la ilusión de ver unos morlacos poderosos, que ofrecieran una tarde vibrante, como la del año pasado sin ir más lejos. Pero lo que faltó precisamente fueron los toros. En ningún momento fueron los victorinos que le han llevado a ser la más importante ganadería del último medio siglo. El pasado miércoles, la vacada del criador de Galapagar cumplió 50 años desde su adquisición a Escudero Calvo y la de ayer no fue una celebración de cumpleaños, pues los toros decepcionaron por falta de fuerzas y carencia de casta, lo suficiente para eliminar toda emoción del ruedo.

VICTORINO / PADILLA, FERRERA Y URDIALES

Seis toros de Victorino Martín, bien presentados, flojos de fuerza, con poca casta y, que salvo cuarto y quinto, no ofrecieron posibilidades.

Juan José Padilla: Media estocada (silencio). Media tendida y estocada baja (silencio).

Antonio Ferrera: Pinchazo y estocada (saludos). Pinchazo, estocada y descabello (saludos tras un aviso).

Diego Urdiales: Pinchazo y estocada (saludos). Media estocada tendida y atravesada y descabello (saludos tras un aviso).

Plaza de Illumbe. 21 de agosto de 2010. Séptima de la Semana Grande. Media entrada.

El encierro fue malo, pero Padilla y Ferrera tampoco estuvieron a la altura
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Con todo, hubo dos toros para que los espadas hubieran realizado algo importante, pero ni Padilla ni Ferrera supieron sacarles juego. El jerezano abrió el cartel y pareció limitado físicamente; incluso visitó la enfermería entre sus dos actuaciones. Es cierto que nada pudo hacer en su parado primero, pero debió estar mejor ante el cuarto, un astado con muy poca fuerza que, sin embargo, aguantó en la muleta.

Fue muy protestado y pareció que iba a ser devuelto. Padilla no le obligó con la muleta y, cuando se dio cuenta de que tenía un buen pitón izquierdo, decidió ponerse a dar mantazos por alto sin ton ni son. Al final, anduvo a merced del toro, con un desplante en el que cruzó la plaza hasta que el astado quiso detenerse.

Tampoco apareció Antonio Ferrera ante el quinto de la tarde, un astado que descubrió un buen pitón izquierdo. Los naturales apuntaron a faena, pero el extremeño negó los deseos y optó por las cercanías y un trasteo basado en no parar los pies. El toro, que de lejos tomaba la muleta, protestó en la proximidad.

A Urdiales le tocó en suerte el peor lote. Dos victorinos muy parados, con muy poca clase y que apenas permitieron estirarse al riojano. En el sexto debió pedir explicaciones a su picador por recetar dos puyazos traseros, que en nada ayudaron a corregir los cabezazos del burel. Otro encuentro con el caballo más delantero le habría dejado en mejores condiciones. Urdiales solo le pudo robar unos cuantos pases ante el sopor del público antes de dejar claro que tampoco iba a dominar al toro.

No fue el epílogo que se merecía una feria donostiarra de buen nivel. Casi todos los días han salido toros para cortarles las orejas. El garcigrande que no aprovechó Castella, el triunfo de Manzanares con los de Núñez del Cuvillo, el que no acabó de cuajar El Cid en la tarde de Torrestrella y la buena corrida de Joselito. Pero ayer el público entró en la plaza para poner la guinda y se estrelló con la tarde más sosa y con un durísimo bochorno, que convirtió en una sufrida sauna el coso de Illumbe.

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