Los antisistema, en busca de banderas
Los grupos que apoyan el homenaje a Laura Riera califican de "presa política" a la colaboradora de ETA
En boca de los grupos antisistema que la apoyan, Laura Riera no es una colaboradora de ETA, sino una "presa política". Tampoco ha permanecido nueve años en prisión, sino "secuestrada" en manos del Estado. Y no ha estado en la cárcel por facilitar matrículas de posibles objetivos del comando Barcelona, sino por defender "sus ideales y compromisos". Y ni siquiera ha sido juzgada por un tribunal imparcial, sino por uno de "excepción" que pretende "reprimir los movimientos sociales".
Benvinguda, Laura! Así se anuncia, en el programa alternativo de las fiestas de Gràcia, el homenaje previsto para hoy y prohibido por la Audiencia Nacional. La convocante es la Asamblea de Jóvenes de Gràcia, una entidad que busca la independencia de Cataluña y la instauración del socialismo y que cuenta entre sus objetivos declarados la denuncia de "la precariedad laboral, la especulación inmobiliaria, los precios abusivos del transporte, la violencia fascista y la represión policial".
Los jóvenes okuparon hace siete años un local al que bautizaron como Casal Popular de Gràcia, desde el que realizan actividades y fiestas. En la práctica, la Asamblea se convirtió en estandarte de los movimientos sociales de signo antisistema establecidos en Barcelona.
Laura Riera tiene el apoyo de organizaciones sindicales como la Confederación General del Trabajo (CGT) de Terrassa; de colectivos que luchan por los derechos de los presos -caso del grupo catalán Rescat- y de plataformas autodenominadas antifascistas y okupas. Todas ellas están, de una u otra forma, vinculadas al homenaje de hoy, cuya prohibición ha recibido las críticas de la CGT, sindicato al que Riera está afiliada. "Niegan una bienvenida simbólica a una persona injustamente encarcelada para evitar el jaleo mediático", sostiene el sindicato en un comunicado.
Desde las ocho y media de la mañana está previsto que familiares, amigos y simpatizantes se acerquen a las puertas de la cárcel para "acompañarla en su primer día en la calle", según las notas difundidas en Internet. El poder de convocatoria de estos grupos es una incógnita, aunque fuentes policiales aseguran que en los últimos meses han permanecido en cierto silencio. De modo que podrían aprovechar el homenaje a Riera -y su creciente repercusión mediática- para llamar la atención.
Estudiantes de secundaria y universitarios nutren la mayoría de grupos que, pese a su escaso tamaño, consiguen articular algunas movilizaciones gracias al trabajo en red y al uso de Internet y las nuevas tecnologías. Estos colectivos se jactan de funcionar de forma asamblearia: las decisiones se toman por el acuerdo de todos los participantes.
Pero ayer, y tras la prohibición del acto decretada por la Audiencia, solo los líderes tuvieron voz. En medio de un gran secretismo, los representantes de los colectivos que organizan el homenaje a Riera -que durante el tiempo que pasó en prisión tuvo un hijo- discutieron la forma de seguir adelante con el acto pese al veto judicial. Algunas personas cercanas a ese círculo no quisieron comentar ni siquiera dónde tuvo lugar ese encuentro, ya que se trataban asuntos "internos".
"Habría que aceptar la radicalidad de estos grupos, siempre y cuando no justifiquen la violencia", explicó ayer Jaume Funes, experto en movimientos sociales. "No creo que la inmensa mayoría de los que vayan al acto sean violentos o apoyen a ETA. Han tomado la figura de una chica como cierto ejemplo de persona que está a la contra. Es una contestación del sistema simbolizada en esa joven. Aunque cuando hay víctimas de por medio, todo es más difícil", añade.
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