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Obama maniobra para alejar a Turquía de la influencia iraní

EE UU amenaza al Gobierno turco con suspender el suministro de armas

Enric González

Barack Obama quiere que Turquía, miembro de la OTAN y potencia estratégica en Oriente Próximo, se reconcilie cuanto antes con Israel. Ha advertido que si no lo hace tendrá pocas posibilidades de adquirir los aviones teledirigidos estadounidenses y otras armas que necesita para combatir a la guerrilla kurda. La presión de Obama sobre Turquía se enmarca en un plan para aislar en lo posible a Irán.

Turquía era uno de los más firmes aliados de Israel hasta que los bombardeos sobre Gaza en la Operación Plomo Fundido y el asalto al buque turco Mavi Mármara dejaron la relación bajo mínimos. La crisis entre ambos países, aliados a su vez de Washington, resulta especialmente delicada en un momento en que Obama intenta frenar las ambiciones nucleares de Irán mediante el embargo y las sanciones comerciales. Turquía sigue vendiendo gasolina a Irán, que produce mucho petróleo pero apenas puede refinar la mitad del mismo, y ha estrechado sus relaciones con Teherán.

Washington presiona a Ankara para que se reconcilie con Israel

La cuestión podría llegar a la máxima gravedad si Israel, que cuenta con unas 200 cabezas atómicas y se niega tajantemente a permitir que Irán posea ese tipo de armas, decidiera bombardear las instalaciones nucleares iraníes. El Gobierno de Benjamín Netanyahu no habla públicamente sobre ello, pero varios de sus miembros estiman que sí a fin de año no han surtido efecto las sanciones patrocinadas por EE UU empezará la cuenta atrás para un ataque.

Para asegurarse de la fidelidad de sus aliados árabes y para que la balanza militar de la región se incline aún más en contra de Irán, Washington ha aprobado en las últimas semanas una serie de gigantescas ventas de armamento a Arabia Saudí (82 cazabombarderos F-15), Kuwait (un sistema de misiles de intercepción Patriot), Qatar, Emiratos Árabes Unidos y Omán, por un importe global cercano a los 60.000 millones de dólares (47 millones de euros). Arabia Saudí también muestra interés en adquirir 60 helicópteros de ataque Apache, que costarían unos 30.000 millones de dólares adicionales.

Otra vía por la que Obama intenta reforzar los intereses estadounidenses en Oriente Próximo es la reanudación de las negociaciones directas entre israelíes y palestinos, que será anunciada en los próximos días pese a que ambas partes, como de costumbre, se muestran pesimistas. Ni unos ni otros creen factible un acuerdo, pero han cedido a la presión de Obama.

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En este contexto, la postura de Turquía resulta crucial. El primer ministro, Recep Tayyip Erdogan, islamista moderado, ha acompañado el enfriamiento de las relaciones con Israel con una aproximación a Irán y Siria y con frecuentes mensajes de apoyo a los palestinos. Eso le ha convertido en un héroe en los medios populares árabes. El Ejército turco, de tradición laica y enfrentado a las políticas islamistas de Erdogan, sigue sin embargo dependiendo del armamento proporcionado por Estados Unidos e Israel.

Según un informe del diario británico Financial Times, Barack Obama no ha amenazado personalmente a Erdogan con dejar de venderle armas. Se ha limitado a decirle que si no restablece plenas relaciones con Israel y deja de coquetear con Irán y Siria, será el Congreso, que tiene la última palabra en materia de exportación armamentista, el que bloqueará las operaciones. En los últimos días, el Congreso ha suspendido ya la ayuda financiera al Ejército libanés, de unos 100 millones de dólares anuales, por considerar que la influencia del grupo chií Hezbolá se ha hecho excesiva.

Netanyahu (derecha), con el primer ministro griego, Yorgos Papandreu, ayer en Atenas.
Netanyahu (derecha), con el primer ministro griego, Yorgos Papandreu, ayer en Atenas.REUTERS

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