"Estamos en el Neolítico al lado del sincrotrón"
El barrio de Montflorit, vecino del Parque Tecnológico del Vallès, sufre constantes cortes de luz y de Internet
Científicos de todo el mundo vendrán de aquí a pocos meses a realizar sus experimentos en el sincrotrón Alba de Cerdanyola del Vallès. Cuando lleguen a esta instalación científica puntera en Europa y miren al horizonte, verán un bonito barrio de casas que se asientan en un pequeño monte. Lo que no se podrán imaginar es que las personas que viven ahí sufren constantes cortes de luz y tienen que esperar pacientemente a que se les carguen las páginas de Internet.
El barrio de Montflorit se empezó a formar hace un siglo, cuando los ricos burgueses de la ciudad de Barcelona construyeron sus casas de segunda residencia en esta montaña, desde la cual se divisa la llanura vallesana. Una vecina habitual fue la escritora Caterina Albert (conocida como Víctor Català), que fue la encargada de dar nombre al barrio. Actualmente quedan pocas de las bellas casas de estilo modernista originales de la época, y algunas, como la que perteneció a Albert, están cerradas a cal y canto. Pero con los años se han construido nuevas casas, muchos vecinos residen en el barrio todo el año y el perfil social se ha ampliado.
Las instalaciones han quedado desfasadas por falta de inversión
Pero no todo ha evolucionado. Las instalaciones eléctricas han quedado desfasadas y es habitual ver en las calles transformadores obsoletos y oxidados. Así, los problemas eléctricos están servidos. "Llueve cuatro gotas y se va la luz" se queja Daniel Casabella, propietario del restaurante Tito Carlos. El empresario asegura que cada año sufre media docena de cortes de luz que pueden durar un día entero. A pesar de las reiteradas quejas a Endesa, lo único que ha conseguido es una indemnización de 30 euros en la factura por 14 horas de corte de luz. "Pero esto no compensa las pérdidas, que en un día pueden ascender a 2.000 euros, esto sin contar la mercancía que se echa a perder", lamenta Casabella.
Con estos mismos problemas se encuentra el centro cívico de Montflorit, punto neurálgico de la vida del barrio. Aquí todavía tienen muy presentes las nevadas del pasado mes de marzo, que les dejaron una semana entera sin luz y sin calefacción. "Estamos en el Neolítico, y eso que estamos al lado del sincrotrón", se queja José Manuel Martínez, que gestiona el centro cívico y que lamenta también tener que tirar la comida que se estropea en el bar del centro, debido a los largos cortes de luz.
Pero este equipamiento también sufre otro de los problemas endémicos del barrio: un servicio de Internet muy deficiente. La alta velocidad no llega a Montflorit y las compañías sólo ofrecen el servicio de un mega como máximo. Pero los vecinos están contentos si les llega el 50% de lo contratado, ya que habitualmente la velocidad de conexión no supera los 200 kilobytes. En este caso, la estrecha riera de Sant Cugat hace de frontera natural que, además de separar el barrio del resto de Cerdanyola, ejerce de límite que ninguna compañía de telefonía ha traspasado para instalar un cableado moderno que soporte un ancho de banda mayor.El centro cívico de Montflorit dispone de dos ordenadores públicos, pero si se conectan a Internet a la vez, el servicio se lentifica notablemente. Y eso que el centro, al estar en la parte baja del barrio, disfruta de una de las conexiones más veloces. Por eso es habitual ver aquí a muchos vecinos de las zonas más altas cargados con su portátil. Es el caso de Víctor Cano, de 64 años, que desde hace medio siglo pasa los fines de semana y parte de las vacaciones en Montflorit. Víctor posee una empresa en Internet de venta de discos y, como autónomo, tiene que estar constantemente pendiente de su negocio, pero en su casa no tiene Internet. "Lo pedí a Telefónica, pero me dijeron que no me ponían el ADSL porque no me iba a funcionar", se queja. Sin embargo, en Montflorit viven y trabajan otros profesionales, como Jordi Mascarell, un grafista que tiene montado su estudio en casa. Cuando tiene que enviar un archivo a un cliente se arma de paciencia; con un servicio normal tardaría un par de minutos, en su caso se traduce en un par de horas. Además de los problemas con la luz e Internet, los vecinos se quejan de otras deficiencias, como el mal estado de las calles y la falta de transporte público. Se sienten olvidados, y eso que sólo una calle les separa del resto del municipio.Mientras esperan que las compañías eléctricas se decidan a renovar las instalaciones del barrio, desde la asociación de vecinos de Montflorit han buscado una solución a los problemas con la conexión a Internet. Su propuesta pasa por aprovechar el ancho de banda del Parque Tecnológico del Vallès, ubicado tan sólo a 200 metros. La entidad vecinal propone instalar una antena en el parque que actuaría como espejo y enviaría la señal hasta el centro cívico del barrio y desde ahí se distribuiría, también mediante una red de antenas, hasta las casas. La asociación planteó la solución al Ayuntamiento de Cerdanyola hace cuatro meses, porque necesitan su intervención para que el Parque Tecnológico les dé la autorización. Los vecinos se muestran dispuestos a asumir todo el coste, por eso no entienden la falta de respuesta del Consistorio. De momento, consiguieron reunirse con el concejal de Participación Ciudadana, Javier Montes, a principios de mes, que se comprometió a estudiar la viabilidad de la medida que plantean los vecinos. Mientras tanto, estos seguirán oteando, a menos de un kilómetro, la modernidad personificada en el Parque Tecnológico y en el sincrotrón, conocido (paradójicamente para los vecinos) como laboratorio de luz.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.