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La crisis económica impulsa la cooperación militar europea

Los recortes en Defensa obligan a compartir recursos e infraestructuras

Andrea Rizzi

La Defensa Europea Común vio políticamente la luz en 1998, cuando Tony Blair levantó el tradicional veto británico al proyecto en una cumbre celebrada con Jacques Chirac. Después de 12 años, sin embargo, la cooperación militar europea sigue en estado embrionario, paralizada por una inextricable maraña de intereses políticos y nacionales. Paradójicamente, la crisis económica parece capaz de dar ahora a la integración militar europea el impulso que la política no logró. Los recortes en tiempos de vacas flacas fuerzan la búsqueda de sinergias y la puesta en común de recursos e infraestructuras.

La ola de austeridad en Europa se abatirá duramente sobre la defensa. Alemania perfila estas semanas un tijeretazo al gasto militar de 10.000 millones de euros en cuatro años, y se plantea también la eliminación de la conscripción obligatoria. Francia quiere ahorrar 3.500 millones hasta 2013. Reino Unido debe todavía concretar una reducción que el Gobierno anuncia dolorosa y que analistas del sector pronostican cercana al 10% del presupuesto. La tónica es la misma en todo el continente: la defensa es una opción de recorte socialmente menos explosiva que otras áreas.

Alemania bajará su presupuesto militar en 10.000 millones en cuatro años
La del Ejército es una opción de recorte socialmente menos explosiva
La Defensa Común estaba trabada por intereses políticos y nacionales
Los cinco grandes países europeos invirtieron en 2009 un tercio que EE UU
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Obligados a cerrar el grifo, los principales Gobiernos europeos empiezan a explorar nuevas formas de cooperación para maximizar los recursos y mantener intacta la capacidad de acción de sus fuerzas armadas. Francia y Alemania acaban de constituir un grupo de trabajo para "estudiar qué recursos compartir para hacer economías de escala y lograr ahorros presupuestarios", según declaró en julio el ministro francés de Defensa, Hervé Morin. París y Londres han puesto en marcha otra comisión bilateral. Tras años de sustancial estancamiento, algo parece moverse.

"Las reticencias no han desaparecido de repente, pero yo creo que esta situación hará posible concretar avances a medio plazo, en cuestión de algunos años", opina en conversación telefónica Nick Witney, ex director de la Agencia Europea de Defensa.

La idea de fondo que mueve a los Gobiernos es evitar malgastar dinero en duplicaciones de infraestructuras y equipamiento. Los Ejecutivos siguen como siempre ansiosos por mantener pleno control sobre todos los recursos que van a la primera línea de frente. Aun así, en la retaguardia hay amplios márgenes para cooperar.

"La consideración general es que cuanto más cerca se está del frente, más se complican las cosas. Yo, por ejemplo, soy escéptico en cuanto a la formación de unidades multinacionales", sintetiza Witney. "Sin embargo, existen áreas en las que incrementar la cooperación es políticamente aceptable, por ejemplo en el sector de la investigación y desarrollo o en la infraestructura de defensa", prosigue el analista. "No hay ninguna razón por la que cada país deba tener su propia estructura para el mantenimiento y reparación de los mismos aparatos. Lo mismo vale para el sector de prueba y evaluación de las armas, municiones, explosivos, túneles de viento para el diseño de aviones o de agua para barcos".

Algunas relaciones bilaterales pueden llegar más lejos. "Entre Francia y Reino Unido, por ejemplo, hay un margen más amplio de coordinación", dice Witney. "El ala derecha de los conservadores en el poder en Londres sigue muy escéptica sobre la política de defensa de la UE, y prefiere encauzar todo en la OTAN. Sin embargo, incluso ellos están por la labor de estrechar la cooperación con Francia, país que consideran dispuesto a pagar y combatir".

El mismo Morin subrayó la intención de perfilar un plan común franco-británico para dotarse de una nueva flota de aviones-cisterna para repostar en vuelo. El ejemplo define bien el perímetro de lo posible. Si compartir aviones de combate es impensable, no lo es compartir infraestructuras, centros de desarrollo, manutención y entrenamiento e incluso aparatos de transporte.

"Varios estudios demuestran que es posible lograr ahorros a través de la cooperación. Algunos intentos en el pasado han dado resultados, pero el progreso ha sido más bien lento", observa Elisabeth Sköns, directora del departamento de Gasto Militar del Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo. "La lentitud se debe sobre todo a la protección de las bases industriales y tecnológicas militares nacionales y las divergencias en políticas de defensa. Esos problemas permanecen, pero son menos significativos ahora debido a la armonización en el seno de la UE", prosigue Sköns.

La suerte presupuestaria está echada y Europa tendrá que decidir si quiere optimizar unos recursos militares menguantes. Francia, Reino Unido, Alemania, Italia y España -las cinco principales potencias europeas, cuyo PIB conjunto es un poco inferior al estadounidense- invirtieron en 2009 165.000 millones de euros en gasto militar, una cifra que corresponde a un tercio del gasto de EE UU. La inversión china ha crecido un 217% la pasada década. La de India, un 67%. Los cinco grandes europeos promedian el 10%.

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Sobre la firma

Andrea Rizzi
Corresponsal de asuntos globales de EL PAÍS y autor de una columna dedicada a cuestiones europeas que se publica los sábados. Anteriormente fue redactor jefe de Internacional y subdirector de Opinión del diario. Es licenciado en Derecho (La Sapienza, Roma) máster en Periodismo (UAM/EL PAÍS, Madrid) y en Derecho de la UE (IEE/ULB, Bruselas).

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