A menos impuestos, más mecenas
Los patrocinadores quieren mejores incentivos fiscales - Los gestores culturales reclaman a las empresas aumentar el compromiso y rebajar el 'marketing'
Si usted quiere puede apadrinar uno de los pilares de la Tierra. Solo debe aportar 100.000 euros a la fundación que restaura con mimo la catedral de Santa María, en Vitoria, la misma que sirvió de modelo a Ken Follet para su novela. El alarde filantrópico le convertirá en alguien con derecho a una discreta plaquita que perpetuará su nombre al pie del pilar que le haya tocado en suerte. Es una original forma de mecenazgo ideada por la fundación que restaura la vieja catedral gótica y que se ha distinguido por su apertura de miras y arrojo a la hora de captar fondos privados e implicar a la sociedad en su misión. No hay más que repetir su gran lema: "Abierto por obras".
Lo anterior, aun siendo anecdótico, evidencia que la actual legislación española sobre mecenazgo da juego. "La ley tiene recorrido, aunque habría que reforzar el mecenazgo asociado al patrimonio", plantea Juan Ignacio Lasagabaster, gerente de la Fundación Catedral Santa María, integrada por la Diputación, el Ayuntamiento y el obispado de Vitoria. Con sus limitaciones, la actual norma les ha permitido explorar vías imaginativas para atraer dinero privado a los trabajos de Santa María. Siete empresas han aportado sus respectivos 100.000 euros para que su nombre se asocie a uno de los 18 pilares. Cuando concluya la obra, los benefactores verán reconocida su contribución con un anagrama de bronce y la fundación habrá dispuesto de casi 1,8 millones de euros adicionales para su proyecto, que va más allá de lo arquitectónico. "El afán de visualizar el mecenazgo tiene que ver con el ego de cada uno, pero es una constante en las iglesias", recuerda Lasagabaster.
Siete compañías han apadrinado pilares de la catedral de Santa María
"El mecenazgo es generosidad. El regateo es otra cosa", precisa José Guirao
Tras morir Picasso, Francia aprobó liquidar impuestos con obras de arte
Los particulares deducen el 25% de su donación para cultura en el IRPF
En el pasado, los mecenas pedían ser enterrados en nichos en las capillas, figurar en el cuadro del artista que patrocinaban o cincelar su nombre en una placa conmemorativa. El presente no difiere gran cosa, excepto en dos aspectos. La pérdida de religiosidad minimiza las demandas relacionadas con el más allá y el fenómeno consumista dispara el patrocinio como una estrategia de marketing capital. Por lo demás, la vanidad pervive desde los Médici y, con ella, el afán de notoriedad y reconocimiento público.
Pero, ojo, el mecenazgo no solo es eso, advierte José Guirao, director de La Casa Encendida, el proyecto cultural más innovador y ambicioso abierto en Madrid en los últimos años y que costea una entidad financiera, Caja Madrid. "El mecenazgo es un acto de generosidad. Si partimos del regateo, es otra cosa. No solo tiene que buscar la notoriedad social de la empresa, sino que la empresa debe creer firmemente en aquello que hace", expone. "Una ley de mecenazgo y patrocinio tiene que tener en cuenta los dos parámetros: el compromiso real y las ventajas fiscales", añade.
¿Se logra ese equilibrio en la actual norma? ¿Conviene incentivar más la inversión privada hacia proyectos culturales? En opinión de José María Lasalle, portavoz en la Comisión de Cultura del PP, sí. Fue su formación la que aprobó en 2002 la Ley de Régimen Fiscal de las Entidades sin Fines Lucrativos y de los Incentivos Fiscales al Mecenazgo, que contempla deducciones sobre la donación para particulares del 25% en la cuota del IRPF y para empresas del 35% en el impuesto de sociedades. Hasta entonces el tercer sector se había regido por una ley sobre fundaciones de 1994, que se había quedado pequeña. "Queremos plantear un modelo mixto entre el francés y el estadounidense para canalizar recursos de la sociedad civil hacia la cultura, la protección del patrimonio y la investigación", precisa Lasalle, partidario de reformar la ley, un compromiso que ha expresado en público en alguna ocasión el líder del partido, Mariano Rajoy.
De hecho, el PP pretendía adelantar algunas medidas durante el debate parlamentario del proyecto de ley de economía sostenible, aplazado hasta después del verano. Lo más significativo es el rotundo incremento de las deducciones fiscales, que podrían alcanzar hasta el 70% del IRPF (particulares) y entre el 50% y el 60% del impuesto de sociedades (empresas). También defienden la creación de un premio nacional de mecenazgo. "No obstante, nos aseguraríamos de alcanzar la estabilidad presupuestaria antes de poner en marcha las medidas", puntualiza Lasalle.
"Cuantos más incentivos se den, más donativos habrá. Dicho esto, la ley que tenemos es bastante avanzada", sostiene José Guirao. En sus ocho años de vigencia ha propiciado la proliferación de entidades sin ánimo de lucro que actúan en diversos campos y el aumento de patrocinios. Y hay instrumentos como la dación en pago de impuestos en los que España ha ido más lejos que el modelo francés que lo inspiró.
A la muerte de Picasso coincidieron dos deseos: el de sus herederos de rebajar el impuesto de sucesiones y el del Estado francés de hacerse con el patrimonio de un genio. Ambos deseos confluyeron en un punto común: la dación, una ley hecha a medida para que los descendientes del pintor pudieran pagar los derechos de sucesión con cuadros de los que el malagueño jamás quiso desprenderse en vida. Esas obras son los cimientos del Museo Nacional Picasso de París, el mayor centro picassiano del mundo.
En España, que imitó la medida, ocurrió algo similar con el legado de Miró, pero los legisladores fueron aún más lejos y finalmente en 2001 ensancharon la norma para permitir el pago de otros impuestos -además del de sucesiones- con obras de valor histórico o artístico, que incluyen arte y también documentos, libros, trajes o joyas. Gracias a esta vía, que no existe en Francia, los museos españoles han recibido cuadros de Picasso, Goya, El Greco, Murillo, Rubens, Sorolla o Granell, por citar algunos. Y hace unas semanas, Cultura recibió los diarios y otros documentos de Niceto Alcalá-Zamora, presidente de la República, como pago de una deuda fiscal de la familia que los guardó desde la guerra y que Hacienda evaluó en 80.000 euros.
"Hemos avanzado un mil por cien en los últimos 25 años", asevera Guirao. ¿Y dónde avanzar más? En lo legislativo no es donde hace más hincapié el director de La Casa Encendida y ex director del Reina Sofía. "Se necesita un cambio de mentalidad. El patrocinio tiene una parte de desgravación fiscal y marketing, pero el patrocinador tiene que seguir mejorando su compromiso real", plantea. Prácticas a erradicar: "En los patronatos de grandes museos a veces se sientan grandes empresarios o fundaciones no por razones de conocimiento sino con la idea de que pongan dinero y luego no lo hacen, a lo mejor esto no se arregla con la ley pero habría que mejorar el compromiso", sostiene Guirao, que defiende las bondades de la mentalidad anglosajona en cuanto a la filantropía. "La persona que gana dinero tiene la voluntad de devolver a la sociedad parte de lo que la sociedad le ha ayudado a generar".
Desde el lado de quienes ponen el dinero, la queja se invierte. Hace unos meses, el director de la Fundación Banco Santander, Borja Baselga, también pedía un cambio de mentalidad. Hacia otra dirección. "Nos da como pudor y vergüenza el agradecimiento público hacia el patrocinador. En los museos de Estados Unidos hay salas que llevan el nombre del patrocinador, aquí hay casos en los que colocan una miniplaquita escondida junto a la escalera de incendios", reprochaba.
En Francia han zanjado la desconfianza entre ambos mundos con un mediador: las Cámaras de Comercio. Y ese modelo es el que debería trasplantarse a España, en opinión de Pere Vicens, presidente de la Comisión de Cultura de la Cámara de Comercio de Barcelona: "El gobernante tiende a desconfiar del patrocinio porque cree que solo buscan la exención de cargas fiscales". El vecino del norte lo ha resuelto con un convenio entre el Ministerio de Cultura y las Cámaras de Comercio sobre las que delega la gestión del mecenazgo. "Ellas se encargan de auditar acciones que puedan gozar de ventajas fiscales", explica.
Pere Vicens es también el presidente del jurado de los premios de la Fundación Círculo de Economía al mecenazgo y el patrocinio empresarial, que tienen una larga trayectoria. "Lo que es bueno para la cultura, lo es para el empresario y la sociedad", señala Vicens, uno de los organizadores del congreso internacional de economía y cultura celebrado en 2009 en Barcelona. Una de las sesiones abordó la financiación de la cultura. Se constató lo que separa a España de Francia. Robert Fohr, responsable de Mecenazgo en el Ministerio de Cultura y Comunicación de Francia, explicó que el país dedica el 1,1% del presupuesto estatal a la cultura porque la considera una cuestión de Estado. Desde 2003, además, entró en vigor una ley de mecenazgo, que ha permitido articular una red de colaboradores privados por todo el país que refuerzan el proyecto de fomento de la cultura del Gobierno a cambio de beneficios fiscales.
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