_
_
_
_
AL CIERRE
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Reflexión para agosto

Cuando se constata que bancos y controladores aéreos, que cobran más de 300.000 euros al año, tienen estrés, hay que concluir lo obvio: el dinero no da la felicidad. Ya puestos, cabe fantasear sobre lo feliz que puede llegar a ser alguien que no trabaja, es decir, un parado cualquiera. El cinismo actual no tiene límites y configura un excelso espectáculo. De eso se trata, que no decaiga.

Los catalanes tenemos circo asegurado, dada nuestra idiosincrasia -otros lo llaman identidad- y las circunstancias que rodean los trabajos idiosincrásicos que culminar en las próximas elecciones autonómicas. La democracia no debería suponer ni espectáculo ni cinismo, ni tampoco debería ayudar a que avanzara la estulticia, pero la época que vivimos parece conformarse con una política de saltos mortales enmarcados en pequeñas -por sectarias- dictaduras (culturales) encubiertas.

Si les digo que habrá que votar, otra vez, entre españolistas y catalanistas no descubro nada a nadie. Si, en cambio, propongo pensar en programas de derechas o de izquierdas, seguro que les costará entenderme. Es más fácil cada noche hacer examen de conciencia sobre si hemos sido, o no, buenos catalanes, que preguntarnos por la justicia, la libertad o el respeto a la pluralidad real (de estas cosas, todo el mundo lo sabe, la patente la tiene el PP).

El circo prefiere lo simplista y avanza un paso más: ahí está el estupendo mosquetero Joan Laporta -¿qué importa que el Barça se haya quedado sin un duro?- creando de la nada un partido político (Democràcia Catalana) junto con dos mosqueteros felices, uno de CDC, otro de ERC. "Uno para todos, todos para uno", ¡hale hop! Los mosqueteros y sus mariachis cantan al independentismo rampante y resucitan para la ocasión un nombre histórico: Solidaridat Catalana. Eso es lo que ofrecen precisamente: ¡independencia!, que es como decir ¡felicidad! Sólo los hooligans serán capaces de acatar la orden.

Así que en agosto nos tocará pensar si queremos ser independientes y darnos con un canto en los dientes -¡qué desgraciados somos!- si constatamos por un casual que vivimos en un mundo tan interdependiente que el problema España-Cataluña es lo de menos. Buen verano a todos.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_