Feijóo plantea sortear la crisis con el pago aplazado de obras y deuda
El presidente pide al Estado demorar la devolución de 2.600 millonesEl PSdeG compromete su apoyo pero exige un cambio de conselleiros
Iba a ser un monográfico sobre la crisis y por eso la convocatoria de un pleno extraordinario para abordar en mitad de julio las medidas de la Xunta para hacer frente a la pésima situación económica de la comunidad, con registros nunca antes conocidos desde que se computan los datos del paro. Oposición y Gobierno se habían citado en el hemiciclo para dar cuenta de la crisis y fiscalizar las medidas para contener la sangría del desempleo.
El presidente Alberto Núñez Feijóo compareció en la Cámara y, sin conejos que sacar de la chistera, trazó un panorama dramático para el futuro económico de Galicia. Citó los 950 millones de euros que caerá el presupuesto el año próximo (el descenso, de un 8,6%, no tiene parangón en la historia de la autonomía). Luego propuso a socialistas y nacionalistas un pacto para posponer el pago de 2.600 millones al Gobierno central, que corresponden a anticipos a cuenta recibidos por la Xunta en 2008 y 2009. Según las cuentas del presidente, la comunidad deberá abonar al Gobierno central 110 millones el año próximo, 517 cada uno de los cuatro ejercicios siguientes y 316 en 2016.
Lo que Feijóo propuso ayer fue demorar el pago del primer plazo hasta que Galicia recupere la senda del crecimiento a un ritmo del 2% del PIB. Y en su petición al Gobierno central intentó involucrar a los partidos de la oposición. No obtuvo un sí rotundo, pero socialistas y nacionalistas tampoco se negaron. El secretario general del PSdeG, Manuel Vázquez, aceptó el envite pero a cambio exigió una remodelación en la Xunta. Y de paso, una comisión de investigación sobre las obras adjudicadas por el conselleiro de Medio Ambiente, Territorio e Infraestruturas, Agustín Hernández, "en las que se podría ahorrar solamente no otorgándoselas a la oferta más cara".
El portavoz del BNG, Carlos Aymerich, tampoco se cerró en banda, pero instó al PP a recabar el apoyo de Mariano Rajoy y del resto de los diputados populares en el Congreso. Feijóo anunció además que financiará por la fórmula del pago aplazado obras por valor de 2.500 millones de euros hasta el año 2012.Descontada la parafernalia de aplausos, ovaciones y bancadas que se levantan para dar moral a su líder, esa petición de aplazamiento del pago al Gobierno central fue lo más destacado del monográfico sobre la crisis. Y la principal medida expuesta por el presidente para afrontar la situación económica que según todas las previsiones empeorará aún más en el tercer y cuarto trimestre de este año. Feijóo contrapuso siempre su idea de "bajar impuestos selectivos" -muy criticada por la oposición, que le acusó de rebajarle las tasas a compradores de segunda vivienda sin límite de renta- a la política fiscal de Zapatero.
Y aprovechó para anunciar beneficios en el tramo autonómico del IRPF para aquellas personas que inviertan en acciones o participaciones sociales de empresas gallegas de nueva creación o "que participen en el mercado alternativo bursátil". La deducción será del 20% del capital invertido hasta un máximo de 4.000 euros. El anuncio no fue mucho más concreto y se enmarcó dentro de un catálogo de medidas que incluirá la remodelación del Igape que pretende superar "el modelo de la subvención" y pasar a dar créditos.
Enunció además su idea de crear un catálogo priorizado para la prescripción de genéricos que definirá las prioridades del Sergas para racionalizar el gasto farmacéutico que crece por encima de la media estatal. Y se comprometió a mantener el peso relativo de la política social en las cuentas de 2011 que perderán 950 millones de euros.
Para suplir la falta de presupuesto que va a sufrir la Xunta, y "no frenar las perspectivas de recuperación económica", Feijóo refrendó su conocida apuesta por el modelo de pago aplazado, la financiación público-privada, que absorberá 2.500 millones de euros hasta 2012 para impulsar proyectos como los hospitales de Vigo y Pontevedra, 30 centros de salud, la autovía Carballo-Berdoias y la vía Nadela-Sarria, entre otras. Lo hizo pese a las críticas de la oposición de PSdeG y Bloque, quienes volvieron a recordarle que su modelo encarece el hospital de Vigo en 450 millones y la infraestructura Carballo-Berdoias, un 400%, sólo por poner dos ejemplos.
A ratos, el discurso de Feijóo recuperó el tono de oposición, primero contra Zapatero, "por recortar el tope de deuda a quien hace los deberes y cumple con el objetivo de estabilidad presupuestaria", y luego contra el bipartito, al que volvió a acusar de "gastar lo que no tenía". Aludió a los anticipos recibidos del Gobierno central durante los ejercicios 2008 y 2009, el origen de los 2.584 millones que la Xunta debe ahora devolver.
En su primera réplica, el portavoz parlamentario del BNG, Carlos Aymerich, no tardó en responderle que la mayor parte de esos fondos, 2.000 millones que corresponden al ejercicio pasado, los ejecutó la Xunta del PP, que llegó al poder en abril de 2009. El diputado nacionalista hizo ver que apoyarían la reclamación al Gobierno central, pero recordó que Feijóo ya había viajado a Madrid con el apoyo del Bloque para negociar el nuevo sistema de financiación autonómica, y lo que se trajo bajo el brazo fue un modelo "similar a Ceuta".
En su turno de réplica, el líder del PSdeG, Pachi Vázquez, recordó al PP que ya ha consumido el 40% de la legislatura, y a Feijóo que, con su gestión, en una empresa privada ya estaría despedido. De mala gana, aceptó su propuesta de posponer el pago de la deuda, "si es posible", pero en contrapartida le pidió que cambie su gobierno y ahorre en las adjudicaciones de obras "que siempre se dan a la oferta más cara", además de una comisión de investigación que fiscalice los concursos de la consellería de Agustín Hernández. El secretario general socialista pidió el relevo de prácticamente todos los conselleiros e incluso apeló al bronceado del titular de Industria, Javier Guerra, y concluyó: "Sólo hay que mirarle a la cara para ver lo que trabaja".
Impuestos o servicios
Aparte de las chanzas, frases hechas o chascarrillos en busca de titular, Gobierno y oposicion confrontaron a ratos sus modelos para afrontar la dura coyuntura económica. Fiel a su idea de rebajar impuestos, el presidente desgranó sus rebajas selectivas e hizo ver que no impulsará más porque no tiene presupuesto. Compaginó ese discurso con su lamento constante por la caída del presupuesto. Y ese flanco fue el que decidió atacar el jefe de la oposición. Pachi Vázquez ironizó sobre esa manera de gobernar. "Debe de ser el único dirigente que baja impuestos, y mientras tanto dice que no tiene para pagar los servicios públicos. Pues que sepa que esta parte del hemiciclo, espero que toda [aludiendo a la oposición] estará en contra". "Haga lo que hacen otras comunidades autónomas, suba el tramo autonómico del IRPF a las rentas de más de 100.000 euros", demandó.
La respuesta de Feijóo fue la de que un descenso en la carga fiscal no debe implicar una caída en la recaudación y que estudiada esa medida concreta de subir el IRPF a los salarios de más de 100.000 euros, la Xunta la descartó porque supondría una recaudación de entre 9 y 12 millones de euros. "Menos que la reducción que se prevé en la factura de servicios telefónicos de la Xunta". Al presidente se le olvidó explicar por qué ambos ahorros los considera incompatibles.
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