Refugio de mujeres cultas y libres
La Fundación Fernando de Castro testimonia un siglo de pedagogía liberal
Las alumnas de mecanografía posan en el patio con batas blancas y las piernas discretamente cruzadas por los tobillos. La foto es de los años veinte, pero el precioso patio está idéntico. Tras una sobria fachada de San Mateo se esconde la Asociación para la Enseñanza de la Mujer. "La gente ve una casa bonita, pero es mucho más que eso", dice su director, Miguel Muñoz Yusta. "Estas paredes guardan un siglo de evolución de la pedagogía; el propio edificio está construido a partir de una idea".
Desde mediados del XIX el pedagogo Fernando de Castro -sacerdote liberal, capellán de Isabel II y seguidor del krausismo- fundó escuelas para mujeres. "Le preocupaba especialmente la marginación intelectual de la mujer de clase media", explica Muñoz Yusta. "Las mujeres de las clases más desfavorecidas podían al menos trabajar, pero las otras, o se casaban o iban al convento; su educación se limitaba a bordar como nadie, saberse el catecismo del revés y tocar aceptablemente el piano, es decir, no podían valerse por sus propios medios". Para proporcionarles "una cultura ad hoc a su posición social", De Castro fundó escuelas de institutrices, taquígrafas-mecanógrafas y bibliotecarias y fomentó aulas abiertas en la universidad. Su sueño: crear un centro donde las mujeres fuesen libres a través de la cultura. Las instalaciones representarían los principios del krausismo o racionalismo armónico. Higiene, luz, ventilación. Aulas amplias bañadas en luz natural, con todas las comodidades modernas: electricidad, gas, desagües, incluso un montaplatos que unía las tres plantas. Habría laboratorio, sala de música y un patio para hacer gimnasia en falda. Fernando de Castro nunca llegó a verlo construido; murió casi 20 años antes de la inauguración, en 1893, de la Asociación para la Enseñanza de la Mujer (AEM).
En sus casi 120 años de historia, la AEM no ha dejado de reinventarse. Educó señoritas hasta principios del siglo XX. Varias de sus alumnas se convirtieron luego en profesoras: la pintora Adela Ginés, la filóloga María Amalia Goyri -esposa de Menéndez Pidal- o Clementina Albéniz -hermana del compositor-. En los años veinte la institución empezó a languidecer: "Las chicas liberales y modernas preferían ir a la universidad", dice Muñoz Yusta. En la guerra el edificio fue saqueado -en su patio hubo piras de libros- y sirvió como refugio para cientos de personas que habían quedado sin techo. "La institución se adaptó a las necesidades de cada momento", dice Muñoz Yusta. Tras el conflicto alfabetizó a los niños que habían perdido años de escuela y acabó convirtiéndose en un colegio de barrio hasta que cerró en 1954.
¿Cómo pudo un centro liberal vinculado a la corona sobrevivir tanto a la República como al franquismo? "Aquí la política siempre quedó en la puerta", dice Muñoz Yusta. "La AEM no se politizó tanto como la Residencia de Estudiantes... quizás porque eran chicas", apunta Juan José Moreno, archivero del centro. "Gracias a ello no fue tan perseguida como aquella, pero tampoco se le ha prestado tanta atención después".
Con esa misma discreción la asociación reabrió en 1989. "Mi padre me propuso sacarla del olvido", recuerda Muñoz Yusta, restaurador y miembro de la familia albacea de Fernando de Castro. El edificio es el sueño de un restaurador. Aúna el eclecticismo madrileño del XIX con el pragmatismo de la arquitectura de hierro y cristal que llegaba del extranjero. Su patio, galerías y biblioteca son un viaje al pasado gracias a una restauración -de 2005- que respeta el deterioro. "Era fundamental conservar la pátina", dice Muñoz Yusta, "mantener el espíritu original y cierto aire decadente". "Cuando eliminas el paso del tiempo lo que queda es una tarta", opina el restaurador. "Como decía Goya, el tiempo también pinta".
Hoy la Fundación Fernando de Castro / AEM (www.fernandodecastro.org) es un centro de investigación. En sus aulas se estudian másteres y hay conciertos, su patio es escenario de sesiones de moda y películas. Sus actividades se han adaptado, otra vez, a los tiempos. "Afortunadamente", como dice su director, "las mujeres ya son libres de elegir su formación y futuro profesional".
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