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El día siguiente a la sentencia

"A disfrutar", consigna en los autocares fletados

Ganas de llegar a Barcelona y, sobre todo, ganas de encontrar mucha gente en la calle. Que la manifestación fuera un éxito. Alrededor de las 3.30 empezaron a llegar a la estación de autobuses de Terrassa decenas de personas. Ansiosas, buscaban a quien les indicara qué vehículo les iba a transportar hasta la capital catalana. A las 16.20 partían cinco autobuses, con 250 personas a bordo, rumbo a la manifestación. Por la mañana habían salido otros tantos. Los autocares fueron fletados por Òmnium Cultural y por los diferentes partidos políticos, excepto el PP (que no participó).

El trayecto fue tranquilo. Conversaciones de política para ir calentando ideológicamente los ánimos. Y otra básica: las imprescindibles indicaciones para soportar lo mejor posible el calor. Al llegar a Barcelona, las primeras referencias a la manifestación empiezan a aparecer. Se crean complicidades: un grupo de personas cargadas con banderas catalanas que esperan en la parada de un autobús saludan efusivamente al autocar egarense. Otros pasajeros contemplan la Meridiana y cuentan las banderas catalanas y españolas que cuelgan de los balcones.

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A las 17.10, finalmente, los autobuses llegan al paseo de Sant Joan. Los viajeros descienden y se integran en el río de gente que enfila hacia paseo de Gràcia.

"Beber mucha agua"

"¿Hay sitio para uno más que no haya reservado?", pregunta un hombre tocado con barretina, en la puerta de uno de los siete autobuses que partieron desde Banyoles (Girona) a Barcelona. Dentro está ya todo lleno. La mayoría, gente joven con ganas de jarana. Por el módico precio de cinco euros, ERC organizó varios autocares. Al final, se quedaron cortos.

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En otros autocares predominan las familias. Uno de los pasajeros coge el micro: "Bebed mucha agua, que hará calor. Y disfrutad. Esperemos que haya mucha gente". El pasaje asiente. Al entrar en Barcelona, los comentarios se disparan: "Mirad, mirad". Se forma cierto revuelo. Banderas españolas cuelgan de más de un balcón. Son vigilias del Mundial. "Me da hasta un poco de miedo", dice una mujer. "Se ven muy pocas senyeres", añade otra. Pero al llegar a la Diagonal, el panorama cambia. "Esto se anima", comentan al ver senyeras. Niños y mayores ensayan cantos para calentar motores: "¡Páselo bien, páselo bien!... Adiós España".

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