"El London se ha salvado"
El bar modernista del Raval cumple 100 años el día de la verbena de Sant Joan
Ella es Eli Bertrán, el alma del bar London. Está sentada en la barra y mira a la cámara. Está allí desde que nació porque es la nieta del fundador. Su familia fundó el local y vivía en el piso de arriba. Más ligada, imposible.
En 1910 el abuelo de Eli cogió el local en alquiler y empezó a darle el toque modernista, luego lo llevó su padre y después ella. Ayer, día de Sant Joan, el London cumplió 100 años. Pero no ha habido celebración, ni la habrá de momento. Por circunstancias de la dueña y tras perder la música en vivo, el local ha pasado momentos difíciles y no habrá celebración antes de final de año, cuando volverá la música en directo.
"Mi abuelo era un forofo de todo lo inglés. A principios del siglo XX era costumbre poner nombre de ciudades a los locales: Torino, Petit París... y él le puso London", dice Eli. De esa época vienen los toques de modernismo tardío que adornan el bar: mármoles en la pared, tréboles, espejos ondulados y escayolas.
La música en vivo volverá al local a final de año, dice su dueña
El artisteo, el mundo del circo y la bohemia han sido señas del bar
El local siempre tuvo un vínculo con el mundo del circo. "Había un circo estable en el Paralelo, junto a la calle de Aldama, y otro al lado de las Drassanes. La gente del circo venía a nuestro bar. Y en Nou de la Rambla (antes Conde del Asalto) había un montón de agencias de circo", dice la dueña del bar. Por eso colgó un trapecio en medio del local.
El London se asocia a la farra y a la bohemia. En las paredes cuelgan historias de personajes ilustres que lo visitaron: el escritor Ernest Hemingway, los pintores Pablo Picasso y Joan Miró, y el cantante cubano y rey del bolero Antonio Machín.
Eli se puso al frente en los setenta. Soplaban vientos de cambio. Por todas partes, todo parecía posible. Ocaña y sus amigos en tono provocativo por La Rambla, un mitin del Guti en las cocheras de Sants, una actuación de Sisa en Zeleste... Hasta parecía posible implantar la tasa Tobin para gravar con un minúsculo porcentaje los capitales calientes que desestabilizan los tipos de cambio y acaban arrastrando países enteros.
Eli era enfermera en esa época. Ayudaba en el bar a su familia. Al morir su padre, en 1976, tuvo que elegir entre el local y la enfermería, y escogió lo primero. "Desde niña me gustaba el artisteo y la gente de la farándula". Así que dejó su empleo en el Clínic y se puso detrás del mostrador del London con la ayuda de su marido, Toño (ya fallecido), al que había conocido años atrás como cliente del bar.
"Había un ambiente medio hippy, medio de farándula, con músicos, intelectuales, trabajadores, estudiantes, gente del barrio y extranjeros", rememora la dueña del London. Eli también recuerda a los marineros de la Sexta Flota de EE UU paseándose por el Raval -entonces Barrio Chino- que recalaban en el London. "No les añoro porque cuando bebían algunos perdían las formas. Una vez rompieron hasta la puerta de la calle".
La absenta era y es una de las señas de identidad del local. Se sirve desde siempre. "Ahora se pide menos. Quizá la piden más los extranjeros", dice Eli, mientras fuma sin pausa. "Hay que tomarla despacio, pero algunos se la toman de golpe y eso no va bien, claro".
El London forma un triángulo escaleno con otros locales cercanos que también sirven absenta: el Marsella, en la calle de Sant Pau, y el Pastis, en la de Santa Mònica. Y un poco más allá, en la calle de Joaquín Costa, el Almirall también la ofrece. Forman una especie de ruta de la absenta.
El bar ha pasado una mala racha. Hace ya cuatro años se quedó sin música en vivo, a raíz de que el Ayuntamiento pusiera pegas a la licencia del local. La clientela cayó, pero el bar ha seguido sin música.
Los problemas se han solucionado y la música en vivo volverá a final de año. Jazz, blues, country, pop, cantautores y "quizá algo de flamenco", dice Eli. Seguramente habrá música cada día, como antes. Pero se están haciendo obras de calado, y hasta que acaben y vuelva la música, no habrá celebraciones por el centenario del local.
En los momentos difíciles por la pérdida de su marido y tras haber de renunciar a ofrecer música en vivo, la dueña del London reconoce que tuvo la tentación de dejarlo todo. Pero ahora dice: "He cumplido dos objetivos: salvar el London y que llegara a los 100 años. Cuando vuelva la música pondremos el nombre de Toño a la sala de la música".
Toño Albalá, la otra alma del bar, murió hace dos años después de superar un trasplante de riñón. Eli sigue sola con sus empleados, que la ayudan. Nació allí y ha quemado las naves.
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