El Supremo reabre el caso del hombre en coma por una cirugía estética
El Tribunal Supremo ha reabierto el caso de Antonio Meño, un hombre de 41 años que se quedó en coma en 1989 durante una cirugía para retocarse la nariz. Hace dos años que el Supremo exculpó de lo ocurrido a la clínica Nuestra Señora de América y al anestesista de la operación, pero ahora ha aceptado la demanda de revisión de los padres de Meño, basada en un nuevo testigo, un médico que afirma que estuvo en el quirófano de aprendiz y da una versión que responsabiliza al anestesista.
Los padres de Meño llevan 372 días acampados con su hijo inmóvil en una caseta en la plaza de Jacinto Benavente. Su madre, Juana Ortega, aseguró ayer que no se moverán de allí (frente a una sede del Ministerio de Justicia): "Seguiré hasta que tenga un documento que diga que se acaba la pesadilla".
Hasta el momento ha habido tres sentencias en contra de los Meño: de un juzgado de Primera Instancia (1998), de la Audiencia Provincial (2000) y del Supremo. En ellas se afirma que Meño se asfixió al vomitar después de que lo desentubasen, ya reanimado, por lo que no se habría dado ninguna negligencia. Sin embargo, en la declaración jurada de I. F. G. se dice que el tubo de oxígeno se soltó durante la operación, sin el anestesista presente.
El Supremo ha admitido la demanda de revisión, que ya había solicitado la Fiscalía de Madrid alegando que hay indicios de maquinación fraudulenta, es decir, de que se ocultaron pruebas en el juicio. Según fuentes del tribunal, el juicio verbal empezará en septiembre. Ni la abogada del anestesista ni la clínica han querido hacer declaraciones.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.