Cambia el rostro de la pobreza
El perfil de los demandantes de ayudas sociales ha variado a medida que la crisis iba afectando a nuevos sectores
Los voluntarios del centro de acogida Aterpe, en San Sebastián, comen distendidamente tras su jornada matinal. Los últimos indigentes que han pasado por allí abandonan el lugar tras recoger sus bártulos. El comedor cierra ya hasta la merienda. Todavía queda mucho por limpiar, ya que Aterpe atiende cada día a casi 100 personas. Y el número va en aumento. La crisis ha repercutido enormemente en la afluencia a este tipo de centros. "De dos años a esta parte la demanda ha crecido muchísimo", recalca José Antonio Lizarralde, responsable del servicio donostiarra.
El impacto de la crisis se mide claramente en datos. De los 841.300 hogares existentes en Euskadi, según los datos del Eustat, una tercera parte no cuenta con ninguna persona activa. Los receptores de la Renta de Garantía de Ingresos (RGI) suman ya 48.449 personas, un 18% más que a finales de 2008. Las peticiones de ayudas a Cáritas crecieron en las tres provincias el año pasado: un 80% en Vizcaya, un 38% en Álava y un 25% en Guipúzcoa. Las solicitudes de respaldo económico han aumentado un 20% en el Ayuntamiento de San Sebastián y el 9,4% de los vecinos Bilbao se halla en riesgo de pobreza.Los inmigrantes siguen siendo de forma mayoritaria los más afectados por la difícil situación económica, pero se ha producido un clara repunte de la demanda de ayudas tanto a nivel local como de personas más jóvenes. "Cada vez hay más ciudadanos con trabajos inestables. Y muchos otros que trabajaban en servicios domésticos, mujeres en su mayoría, o en la construcción, hombres en este caso, han perdido su empleo", explica Karmelo Corada, secretario general de Cáritas en Vizcaya.
"La demanda crece muchísimo", afirma el responsable de un centro de acogida
La crisis ha afectado principalmente a esos dos sectores laborales. "Es difícil definir qué es la clase media, pero está claro que, como en un dominó, el perfil va variando a medida que la crisis se adentra en otros sectores de la pirámide poblacional", apunta Ramón Ibeas, responsable de Cáritas en Vitoria.
El centro de acogida Aterpe recibe cada dia a decenas de personas sin hogar y les ofrece la posibilidad de comer, ducharse, limpiar su ropa y dormir. Además, permite que aquellos que lo necesitan reciban ayuda psicológica. Su responsable, José Antonio Lizarralde, considera que la crisis económica ha creado dos perfiles nuevos de necesitados. El primero es el de la persona que, habiendo conseguido mejorar su condición después de ser pobre, vuelve a su situación anterior, lo que le produce ansiedad y frustración "puesto que la recaída no ha sido su responsabilidad".
El segundo de los perfiles engloba a quienes nunca habían tenido que recurrir a este tipo de servicios de ayuda. "Hay parejas jóvenes con salarios bastante limitados que se habían embarcado en la compra o el alquiler de un piso y, al perder los dos o uno de ellos el trabajo no han podido afrontar las deudas", destaca Ibeas.
Además de las situaciones actuales de pobreza que afectan a los jóvenes, la crisis también ha golpeado con fuerza a los ancianos. Sin embargo, estos, ante el temor a una posible exclusión social, prefieren en muchos casos ocultar su necesidad y no recurrir a las ayudas sociales. "Hay gente que vive peor que los que vienen aquí", asegura Luis Mari Obagoitia, responsable del comedor San Antonio de Bilbao. "Nadie quiere que se sepa que es pobre", apostilla Corada.
El centro de acogida que dirige José Antonio Lizarralde ha tenido que aumentar los turnos, que se reparten entre los 160 voluntarios que colaboran en sus actividades. Todas las habitaciones de las que disponen están completas y en los almacenes no queda en estos momentos espacio para albergar más alimentos. Sin embargo, el responsable de Aterpe muestra bien claro cuál es un deseo: "Ojalá no tuviéramos que trabajar".
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