Aguascalientes, en el recuerdo
La corrida comenzó con mal pie; y con mal piso, porque había llovido durante todo el día y, por razones que exceden el sentido común, comenzaron a quitar los plásticos a destiempo, con prisas y a lo loco, lo que supuso que el ruedo quedara listo para peligrosos resbalones. Como si no supieran desde hace tiempo que el festejo comenzaba a las siete de la tarde. Lo pagaron los toros, lo pagaron las cuadrillas y lo pagamos todos los espectadores; y no pasó casi nada, que es lo peor. Hubo toros, pocos toreros y muchos recuerdos para el pasado reciente.
Lo que va de ayer a hoy; lo que va desde el anuncio de los carteles a esta última corrida, descabalgada por culpa de la cogida de Aguascalientes, que echó por tierra todas las ilusiones. ¡Qué triste y larga la cola de aficionados ante las taquillas para devolver sus entradas ante la caída de José Tomás...! Del reventón previsto a este casi lleno desahogado... De la pasión imaginada a la sosería de una tarde herida no se sabe muy bien por qué: si por la falta de entrega de los toros, serios, con cuajo y sin la codicia necesaria; si por la falta de acomodo de los toreros, incapaces, quizá, de solventar los problemas; o por la lluvia, que todo lo desluce.
El Ventorrillo / Sánchez, El Juli, Talavante
Toros de El Ventorrillo, muy bien presentados, bravucones, nobles y blandos.
Manolo Sánchez: dos pinchazos, descabello, dos pinchazos y un bajonazo (pitos); tres pinchazos y casi entera baja (silencio).
El Juli: estocada baja (ovación); tres pinchazos, bajonazo y un descabello (silencio).
Alejandro Talavante: estocada, descabello -aviso- y cuatro descabellos (vuelta); casi entera (silencio).
Plaza de Las Ventas, 12 de junio. Séptima y última corrida de la Feria del Aniversario. Casi lleno.
El Juli no removió las entrañas de un ambiente dificultoso para su toreo
Lo cierto es que la sombra de Aguascalientes pesó sobre la tarde, que nunca remontó el vuelo a pesar de que algunos toros mostraron la nobleza necesaria para el toreo de hoy. A pesar de las figuras del cartel, a pesar de que era la última corrida del larguísimo ciclo...
Quizá, a todos nos cogió con el cuerpo roto y el ánimo desabrido y desangelado; quizá, pesaron mucho tantas tardes de hastío vergonzante; quizá, es que esto no tiene remedio a pesar de esos detalles escasos que quedarán para siempre en el recuerdo, pero que saben a tan poco.
Lo cierto es que El Juli, por ejemplo, que sustituía al añorado Tomás, hizo un esfuerzo titánico en su primer toro para estar a la altura de las exigentes circunstancias, y no consiguió remover las entrañas de un ambiente dificultoso para su toreo. Y lo intentó de veras, y puso en juego todo su poderío, su técnica y su ardor. Dio la impresión de que su pundonor fue extremo para hacer olvidar añoranzas mexicanas, y a fe que, por momentos, enceló y embebió la noble embestida de ese toro, al que obligó a seguir la muleta y ligar algunas tandas con la mano derecha que supieron a torero consumado. La faena bajó el diapasón con la muleta en la zurda, y, al final, todo quedó un poco embarullado. Destacaron el valor seco, el poder, el asentamiento de El Juli y algunos pasajes de calidad, pero su labor careció del peso necesario -la estocada final cayó baja- para que el palco concediera la oreja que pidió una parte importante de la plaza.
Cambiaron las tornas en el quinto. El toro manseó en el caballo, derribó con estrépito, y llegó al tercio final en actitud desafiante y áspera. Curiosamente, el torero poderoso se tornó torpe y con escasas ideas. ¡Las vueltas que da una persona en tan poco tiempo...! Y acabó con el cuadro a las primeras de cambio. Tras unos pases de tanteo, montó la espada y le recetó un bajonazo de aquí te espero. Será que la lluvia, que volvió en ese momento, no es del agrado del torero.
Ilusionó, también, Talavante en el tercero, otro de los toros, junto al segundo y cuarto, que derrochó nobleza. Y tuvo, como es habitual en él, cimas y simas. Un comienzo de faena espectacular: tres estatuarios ajustadísimos, dos recortes, una trincherilla y uno de pecho que ilusionaron con razón a los tendidos. Tomó la izquierda y, ayudándose con el estoque -fea costumbre- trazó algún natural estimable. De nuevo, el empaque con la derecha, y esa faena, de más a menos, de la que la emoción se escapaba por momentos. Quedan un par de naturales de frente y una trincherilla; y unas manoletinas finales, pero faltó unidad, enjundia, pasión... En el sexto, con la tarde vencida y sin dejar de llover, con un toro deslucido, cumplió con rapidez un puro trámite.
Y queda Manolo Sánchez, que entró en el cartel para aliviar el peso de José Tomás, y que ni él ni su cuadrilla han justificado su inclusión. No está ya Sánchez para estos compromisos. Su primero fue un toro violento, muy mal lidiado, con el que ni siquiera estuvo aseado, lo que es mala cosa para un torero. Quiso ponerse bonito ante el noble cuarto y nadie se lo tomó en serio.
Al final, para desolación de todos, Aguascalientes, en el recuerdo...
Babelia
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