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Reportaje:

Jugando con 'techno'

El Sónar Kids amplía sus talleres y apuesta por las artes plásticas y manuales

La segunda edición del Sónar Kids ofrece más y mejor espectáculo. Además en un espacio extraordinario. Todo bulle entre el Pati de les Dones del CCCB y la planta baja del Macba. Con 13 talleres abiertos y 9 actuaciones músicales diarias, en este "festival de música y experiencias creativas para niños y padres", como lo han bautizado sus organizadores, la oferta es variadísima, pero abarcable. Se puede encontrar de todo, desde un taller para crear siete tipos de vestidos a cargo de Josep Abril, uno de los más seguidos, hasta la posibilidad de hacer los primeros pinitos con unos platos de disc-jockey.

Sergio Caballero, codirector del Sónar y ahora también director de cine -ayer se estrenó su primer filme, Finisterrae-, aseguraba ayer que "este año el espacio es más limpio". Y tiene razón, sin contar con que con la ampliación del festival a dos días (ayer y hoy) los padres se lo toman con más calma. La mayoría de las propuestas se concentran en el Macba y la música se centraliza en la plaza de Joan Coromines. El objetivo de la organización es alcanzar las 6.000 visitas en los dos días del evento. Y ayer había mucha gente, la menuda con atuendos de los más diversos, desde las que iban con tutú a los que lucían camisetas de Pachá.

Los talleres de Jordi Labanda y de Josep Abril fueron los más solicitados

A siete de los talleres se acude con cita previa, que se pide nada más llegar. Si no se está atento, puede pasar que no haya turno para Jordi Labanda, como pasó ayer a partir de las 13.10 horas. Eso provoca una cierta cola al inicio, pero después todo está cronometrado. La propuesta de Labanda fue otra de las más solicitadas: paneles dibujados por el ilustrador a disposición de los niños, que tienen 10 minutos para colorear como quieran los retratos de personajes anónimos y famosos. "A Madonna la han destrozado", comentaba divertido Labanda.

La vertiente plástica está muy presente en este festival, que ya trasciende la música y engloba muchas manifestaciones creativas y de ocio. Lo que propone Lolo, responsable de Street Art, es prueba de ello. Marcos de cuadros esbozados en la pared para que los niños pinten en ellos. Nadie les da indicaciones y todos rellenan el espacio concibiendo como quieren su propio cuadro. "Si a los cinco años ya expones en el Macba, a los 15 lo suyo es estar en el MOMA", bromea Lolo

Pero en un festival que lleva el Sónar en su ADN no se puede olvidar de la música. Ayer abrió fuego El Chavo pinchando música de todo tipo que parecía más destinada a los padres que a los hijos, quienes sólo parecieron reconocer la sintonía de Doraemon. Muy destacable es también la propuesta de Guillamino, que, conectado vía Anilla Cultural con niños de Granollers, Lleida y Olot, creaba música desde el principio del proceso creativo con ellos y con los que estaban en el auditorio del CCCB, embobados. "La mejor clase de música que he tenido en mi vida", reconocía Mònica, de 11 años.

A media mañana el beatbox (música con la boca) de Markooz despertó a los más remolones. Y para los papás más perezosos, la clase de baile de Unity Common fue el mejor revulsivo. Sorprendieron los Electrotoylets -todos susn miembros llevaban barretina- con su visión gamberra y surreal de la música tradicional catalana. Undo y después Jimi Tenor regalaron muestras de sonido Sónar. A partir de media tarde Joan Miquel Oliver se llevó al público de viaje a su universo particular. Finalmente, el show hip hop de los Brodas Bros dejó bocabiertos a padres y a hijos, como el propio Sónar Kids.

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