Mujeres + Barça = ?
Cincuenta mujeres hablando de fútbol. Algo insólito para mí. Civilizadamente, con pasión y con razón: cuando las mujeres hablan de fútbol (nos invitó a comer el candidato Ingla), esa tontería de machitos aburridos, el balompié, puede parecerse a un piadoso encuentro cultural. ¿Qué digo? Mucho más: las barcelonesas se toman tan en serio lo del Barça -quién lo iba a decir- que reclaman un Barça de mujeres, para mujeres, con mujeres. ¡Ah! Deporte femenino, no más; cuota, atención, presencia y, ¿por qué no?, mando en plaza, juego en el campo. Un silencio chungo recorre el espinazo de los machitos sólo de pensar en un Barça femenino. ¡Qué idea, tíos!
El candidato explicó que el 25% de los socios del Barça son mujeres. Aún falta otro 25% para que sea como la vida misma. O sea que el Barça puede ganar un 25% más de cuota de mercado en socias y groupies dispuestas a comprar entradas, gadgets, electrónica, lo que sea, en ese supermercado de emociones marca Barça. Una empresaria lo subrayó: la mayor marca de Cataluña. "Una multinacional de los sentimientos", me la definió Joan Gaspart ya hace años, o "el ejército de Cataluña", según el hoy desaparecido Robson. Nadie lo dijo, pero era evidente: el barcelonismo, hoy en plena campaña de papables en espera de fumata blanca, es una religión. Y como tal, marca la identidad de todo el que ha nacido por aquí. Qué le vamos a hacer. Somos así.
Incluso quienes intentamos prescindir del fútbol -inútil empeño, véase, como complemento, el jaleo de la roja y su plantilla de santos mediáticos- tenemos que reconocer que sin el fútbol este país hubiera tenido muchas más guerras civiles y el mundo mismo habría saltado por los aires. El caso es que la religión Barça -y todo lo que implica en valores, sistemas de ideas, en su ejército de seguidores- prepara lo que el candidato llamó "la Masia global": una exportación espiritual y económica del modelo Barça a África, América y Asia: la fábrica de cracks. Fútbol forever. Quién sabe: cosas más tontas han solucionado crisis imparables. Curioso: vivimos cambios vertiginosos, lo único inamovible es lo del fútbol (ni siquiera se bajan los sueldos como todo quisque).
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