La 'cançó' entra en el museo
Una exposición en el Museo de Historia de Cataluña recorre con fotografías y documentos los cincuenta años de la canción cantada en catalán
En enero de 1959 la revista Germinàbit publicaba un artículo de Lluís Serrahima titulado Ens calen cançons d'ara. Al mismo tiempo, en Valencia y sin conocer lo escrito por Serrahima, un joven Raimon componía (según cuenta la leyenda mientras viajaba de paquete en una Vespa) Al vent. Fueron los disparos de salida de un movimiento que asentó las bases de una nueva forma de entender y escuchar la canción. Medio siglo después la cançó, que en aquel primer momento fue nova y que ahora es ya simplemente cançó, sigue viva: un clásico como Raimon prepara nuevo disco mientras un puñado de jóvenes, como Sanjosex, sorprenden con iniciativas rompedoras. El espíritu sigue siendo el mismo y es ese el que acaba de ocupar las salas del Museo de Historia de Cataluña: hasta el próximo 31 de octubre la exposición La nova cançó, la veu d'un poble permite al visitante realizar un recorrido por esos primeros 50 años de canción cantada en catalán.
Incluye desde el primer contrato de Llach al NODO que censuró a Raimon
La exposición -comisionada por la fotógrafa Pilar Aymerich y el periodista Xevi Planas- presenta una mirada apasionada y, por momentos, apasionante del fenómeno de la cançó. Por sus salas se suceden imágenes y objetos cargados de nostalgia pero preñados, al mismo tiempo, de gritos de libertad y de la imperiosa búsqueda de una identidad increíblemente plural: desde la burguesía intelectual y universitaria de las décadas de 1950 y 1960 hasta las trazas más rompedoras de algunas parcelas del rock actual pasando por los kumbayás e inevitables focs de camp, la eclosión hippy, el humor socarrón, la dureza de la censura y la politización de los recitales masivos.
Siguiendo un orden cronológico, que se inicia en el mencionado e inocente manifiesto de Serrahima en la revista Germinàbit (de la que después nacería Serra d'or), la exposición reúne documentos, fotografías, objetos, discos, filmaciones y publicaciones de diversas procedencias. Así, puede verse el primer contrato discográfico de Lluís Llach con Concèntric en 1967 (firmado por su padre, pues el cantautor era menor de edad) y el minimoog que empleó para grabar el disco Viatge a Ítaca. Un poemario de Pau Riba publicado en 1968 con prólogo de Raimon y la invitación a la presentación del primer disco de Sisa en la Bodega Bohemia (presentado por Oh Gran Gilbert) en julio de 1968 (a la que acompañaba un abanico para paliar la canícula). Notificaciones de la censura, pósters, docenas de portadas discográficas (algunas realizadas por artistas de la talla de Miró, Tàpies y Amat) y un sinfín de fotografías, algunas inéditas, fragmentos de la película Canet Rock y actuaciones en el antiguo Zeleste. Punto y aparte merece el reportaje informativo que NODO dedicó en 1963, cedido por la Filmoteca de Cataluña, al quinto Festival de la Canción Mediterránea, que ganaron al alimón Raimon y Salomé. ¡En los dos minutos y siete segundos que dura el documento no aparece ninguna imagen de Raimon!
La exposición concluye con un documental en el que muchos de los protagonistas recuerdan y ofrecen su propia visión del fenómeno de la cançó. Como complemento, y probablemente uno de los grandes atractivos de la exhibición, se ha organizado un ciclo de conciertos en la terraza del museo en las noches de los jueves veraniegos. Entre los seleccionados destacan Sisa (2 de julio), Joan Isaac (15), Sanjosex (29), Francesc Burrull (12 de agosto) y Roger Mas (10 de septiembre).
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