"Soy el hombre más odiado"

Del más admirado al más odiado. Esa es la trayectoria de Jesse James, figura de la televisión estadounidense conocida por sus motos y sus tatuajes. Era popular, no mucho más, y la fama le llegó por su matrimonio con Sandra Bullock. Formaron una pareja incomprensible incluso para él mismo, como ahora ha confesado en su primera entrevista televisada desde su sonada separación tras salir a la luz sus infidelidades matrimoniales. "Sandra tenía sus sospechas, pero mentí, mentí a todo el mundo", admitió por primera vez ante las cámaras en el programa Nightline de la ABC. "Me hacía sentir fatal", añadió. "Y sabía que me pillarían, porque eso era lo que quería", admitió. "Seguí movido por el deseo de descarrilar una vida demasiado buena", añadió.

James, de 41 años, y Bullock, de 45, se conocieron en el plató del programa televisivo de Jesse James cuando la actriz llevó allí a uno de sus sobrinos. Fue amor a primera vista, una relación que casi nadie entendió. Sin embargo, desde su boda, en 2005, la pareja se mantuvo contra todo pronóstico con Bullock como su mayor defensora. Hasta este año, cuando pocos días después del mayor triunfo profesional de la actriz, su Oscar gracias a The blind side, saltó la liebre. Se llamaba Michelle La Bomba McGee. Ahí fue cuando James se lo confesó todo a su esposa. Había alcanzado su deseo de descarrilar su vida. Ahora se autodefine: "Soy el hombre más odiado del mundo".

James vive fuera del hogar conyugal y desde su separación se ha mantenido alejado del asedio de los medios de comunicación. En este tiempo solo ha emitido un comunicado confirmando noticias puntuales, como su ingreso en una clínica de desintoxicación o la adopción de Louis Bullock, el nuevo hijo de la actriz. Si acaso ha aparecido en alguna fotografía mientras llevaba a sus hijos al colegio.

El divorcio está en marcha y James lo sabe. "Las últimas personas a las que querría hacer daño eran ella y los niños", reconoce "Me he pasado la vida con ellos. Pero el daño más grande que le han hecho a Sandra vino de la persona que más quería protegerla", añadió en la entrevista, en la que, manteniendo un tono televisivo, James no ocultó las lágrimas.

Sin embargo, la verdadera razón de esta entrevista, según sus propias palabras, no fue la de sincerarse o buscar la absolución de Sandy. James quería borrar la idea de que es racista. En su taller, rodeado de sus motos, el entrevistado quiso dejar claro que las fotos publicadas en US Weekly de él con una gorra nazi en la cabeza, brazo en alto y la otra mano en la boca simulando un bigote a lo Hitler no eran más que fruto de una broma de mal gusto.