Dos mundos más cercanos
Durante tres días, España ha tenido el honor de ser la anfitriona de la VI Cumbre Unión Europea-América Latina-Caribe. Nos reunimos bajo el título "Hacia una nueva asociación birregional: innovación y tecnología para el desarrollo sostenible y la inclusión social", con un objetivo claro: darle un nuevo impulso a la relación entre ambas regiones y avanzar, madurando la relación, de forma irreversible.
En Madrid hemos sentado las bases para convertirnos en socios estratégicos globales, superar la mera relación birregional y ampliarla a temas de la agenda internacional que a todos nos afectan. Ese ha sido el sentido de los debates entre los jefes de Estado y de Gobierno: la nueva arquitectura financiera, las mejores vías de salida de la crisis, y la lucha contra el cambio climático como oportunidad para un mejor crecimiento. El sentido de la Declaración Final es inequívoco en su apuesta.
La relación entre Europa y América Latina ha dado en Madrid un paso adelante irreversible
Pero hemos logrado algo más que el consenso político entre los líderes de ambos continentes. Hemos conseguido que esa voluntad política se transforme en resultados tangibles (que a medio y largo plazo podrán ser evaluados), algo que se venía reivindicando desde hace tiempo, sobre todo por la sociedad civil.
Así, hemos concluido procesos de negociación de acuerdos de asociación, con una marcada impronta comercial, basada en la liberalización de los intercambios, pero que también inciden de manera sustancial en los otros dos pilares propios de este tipo de acuerdos: la cooperación y el diálogo político. Ambas dimensiones son necesarias y están presentes en los acuerdos.
Cuando España inició los trabajos preparatorios de su semestre de presidencia europea, cundía el desánimo frente a las perspectivas de cerrar o avanzar hacia la conclusión de los acuerdos pendientes.
El escepticismo era especialmente marcado en el caso del acuerdo Unión Europea-Mercosur. La presidencia española ha logrado darle un impulso y sacar el acuerdo de un estancamiento, fruto de una falta de voluntad política que complicaba las ya de por sí difíciles negociaciones técnicas.
Mercosur y la Unión Europea necesitaban un "empujón", y eso es lo que la presidencia española ha sido capaz de hacer: dar ese pequeño empujón político para que las dos partes se vuelvan a sentar a la mesa, establezcan su calendario y marquen la hoja de ruta que les lleve, esperemos, a un resultado exitoso.
El caso de la Comunidad Andina, tras la salida de Venezuela de la formación subregional y la decisión de Bolivia de quedarse al margen de las conversaciones con la Unión Europea, tampoco dibujaba el mejor de los panoramas. Sin embargo, la fórmula del acuerdo multipartes ha dado salida a una situación compleja. Mediante este esquema, la Unión ha podido cerrar ya sus acuerdos comerciales con Colombia y con Perú. Ecuador, por su parte, ha mostrado su voluntad de reactivar el diálogo con la UE, y las perspectivas de cerrar el acuerdo a medio plazo son esperanzadoras.
En cuanto al acuerdo de la Unión Europea con Centroamérica, se complicó inesperadamente con el golpe de Estado en Honduras del 28 de junio del pasado año y las consecuencias políticas que de él se derivaron. Hasta última hora se estuvo negociando, y finalmente hemos podido cerrar con éxito un acuerdo, el primero de asociación de la Unión Europea con una formación subregional en el mundo. Si bien el nivel de intercambio comercial entre los países centroamericanos y la Unión no destaca por su volumen, el acuerdo de asociación UE-Centroamérica es trascendental por su vertiente de cooperación y diálogo político.
La Unión Europea ha aprobado asimismo el Plan Estratégico con México y la nueva Asociación para el Desarrollo y la Innovación con Chile, que ponen a disposición de la Unión y de sus dos socios latinoamericanos un nuevo marco de relación reforzada.
Por otra parte, hemos diseñado las primeras herramientas de nuestra relación futura de socios estratégicos globales: la Fundación EUROLAC, que pone a disposición de ambas regiones una plataforma para aprovechar el potencial y el trabajo desarrollado hasta ahora por las sociedades civiles americanas y europeas. Una auténtica herramienta de reflexión, de trabajo en red de fundaciones y académicos.
El nuevo instrumento de financiación LAIF (Latinamerican Investment Facilitiy), que nace a semejanza del ya existente para otras áreas geográficas, se destinará a financiar infraestructuras, con una dotación de alrededor de 110 millones de euros, con cargo al Presupuesto Comunitario 2009-2013. Ya están decididos los tres primeros proyectos, localizados en Centroamérica en el ámbito de la energía.
Estamos satisfechos con los resultados obtenidos. En Madrid se ha iniciado una nueva etapa en la relación entre Europa y América Latina y el Caribe, y a todos nos corresponde velar por el máximo desarrollo de su enorme potencial.
Miguel Ángel Moratinos Cuyaubé es ministro de Asuntos Exteriores y de Cooperación.
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