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El caso de los espías en Madrid

"No los había visto en mis 20 años de servicio en Madrid"

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La juez del caso del espionaje político, Carmen Valcarce, le enseñó cada uno de los partes donde presuntamente aparecía su letra. Y la respuesta de José Manuel Pinto, empleado de la Consejería de Interior, que dirige Francisco Granados, fue invariable.

Juez: Reconoce usted su letra.

Pinto: No.

Así, una vez tras otra.

J: ¿Segurísimo?

P: Sí.

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J: ¿Usted ha visto, aparte de en la prensa, estos partes alguna vez?

P: No.

J: ¿Usted hace partes?

P: Yo, personalmente, no.

J: ¿Qué le parecen estos partes?

P: Me parecen una broma.

J: O sea, que nunca los ha visto.

P: Nunca, nunca. Nada que yo conozca, ni que haya visto en mi vida en mis 20 años en la Comunidad de Madrid.

Pinto ahora tendrá un doble problema ante la juez: a tenor de la pericial caligráfica, le ha mentido reiteradamente durante su pasado interrogatorio y, encima, tiene que explicarle cómo llegaron a sus manos esos documentos, por qué anotó distintas matrículas y a quién le entregaba los resultados de las pesquisas sobre sus titulares o quién se encargaba de conectar con alguna base policial para obtener ilegalmente datos reservados.

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Incredulidad de la juez

El tono del interrogatorio de la juez ya denotaba su creciente exasperación e incredulidad ante las vagas coartadas que planteaban los agentes de Granados. Pero esta nueva prueba, según fuentes de la investigación, parece haber desbordado su última gota de paciencia al comprobar que la policía, informe tras informe, va acreditando las mentiras y contradicciones de sus imputados y, por contra, se van reforzando todos los elementos de la denuncia formulada hace un año y medio por este diario: que un puñado de agentes y asesores a sueldo de Granados espiaron a los rivales políticos de Aguirre en 2008 a tenor de una treintena de partes originales, en los cuales había dejado su rastro la mano de Pinto.

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