¿Cómo financiar las pensiones?

El Gobierno anuncia recortes de gasto centrados en los empleados públicos -incumpliendo el acuerdo Gobierno-sindicatos-, las pensiones y la inversión pública. Todo ello, sin medidas que permitan reconstruir una estructura de ingresos justa y eficiente del Estado a través de un sistema fiscal que, sucesivos gobiernos, han contribuido a debilitar y que necesitamos reconstruir.

Las pensiones son el principal o único ingreso de la mayoría cuando cesa su vida activa. Su importancia es creciente para sostener la demanda interna de bienes y servicios, con influencia en el empleo. La salud financiera de la Seguridad Social es buena y lo seguirá siendo si actuamos con rigor y conocimiento de su estructura, necesidades y función social, aunque la profundidad de la crisis pueda generar tensiones puntuales. El Fondo de Reserva, con 62.500 millones, es garante para esas situaciones, no para las necesidades estructurales.

Así, resulta contradictorio actuar, como anuncia el Gobierno, sobre una parte del gasto que es, actualmente, autosuficiente. Las pensiones contributivas, que se quieren congelar en 2011 por primera vez en 30 años, se financian con cotizaciones de las personas en activo que son suficientes para garantizar su revalorización. La medida reducirá las pensiones en 1.500 o 2.000 millones de euros.

Por su parte, suprimir el periodo transitorio para adaptar el régimen de jubilación parcial, acordado en 2006, más allá de su alcance efectivo, transmite desconfianza en el diálogo social. Altera sus resultados unilateralmente e invade los contenidos de un próximo Acuerdo de Pensiones.

El Sistema de Pensiones en el futuro afrontará mayores exigencias con la jubilación de generaciones más numerosas, cuya esperanza de vida y cuantía media de la pensión están, afortunadamente, aumentando.

Desde hace 15 años actuamos, mediante sucesivos acuerdos, sobre los ingresos y las prestaciones para mejorarlas cuando se precisa y reforzando la relación entre la cuantía percibida y el esfuerzo de cotización realizado. Debemos seguir haciéndolo.

La utilización oportunista de las pensiones es una mala práctica de Gobierno: hace 10 meses había que reducir cotizaciones, podíamos permitírnoslo; hace cuatro meses debíamos jubilarnos a los 67 años, no podíamos pagar más; ahora hay que congelar las pensiones en 2011, pese al superávit en su financiación.

Conviene insistir en que las cotizaciones sociales son retribuciones del trabajo que dedicamos a financiar las pensiones. No son impuestos sobre el trabajo, como se dice para justificar su reducción, o lo que es lo mismo, una injustificada transferencia de rentas del trabajo a beneficios empresariales.

La fuente básica de financiación de las pensiones es el empleo. Para ello debemos, todos, actuar con responsabilidad sobre las reformas estructurales que necesitamos en el terreno fiscal, financiero, estructura y funcionamiento del mercado de trabajo y de la negociación colectiva, educativo, sanitario, industrial, energético... con un objetivo: recuperar actividad económica y empleo.

Lo anterior determina los ingresos. En el gasto, debemos mejorar la protección de quien lo necesita (despidos próximos a la jubilación, pensiones de viudedad que son única renta personal, orfandad, pensiones mínimas...), además de exigir comportamientos de cotización equilibrados y evitar la planificación personal.

Las pensiones se protegen mejor desde la mayor autofinanciación posible con cotizaciones de empresas y trabajadores, manteniéndolas al margen de la oportunidad o coyuntura económica-política del momento. Si con el superávit actual en Seguridad Social, se actúa así sobre las pensiones, ¿qué ocurriría si en verdad fueran las responsables del déficit?

Carlos Bravo es secretario confederal de Seguridad Social y Previsión Social Complementaria de CC OO.