Puerta grande para el clasicismo de Leonardo Hernández
El joven rejoneador Leonardo Hernández consiguió ayer un muy merecido triunfo y salió, con todo merecimiento, a hombros por la puerta grande de Las Ventas después de una actuación sencillamente redonda ante el mejor lote de una corrida descastada y mansa que poco ayudó al triunfo de los caballeros. Pero Hernández vive un momento dulce, un estado de forma admirable, posee una cuadra magnífica, y desborda ilusión por los cuatro costados. Y la conclusión es que ronda el éxito cada tarde.
Además, ayer lo consiguió con un rejoneo ortodoxo y clásico, haciendo las suertes como mandan los cánones, sin espectacularidades circenses, sin someter a las cabalgaduras a un estrés innecesario, parando, templando y mandando a los toros. Lo consiguió con lo que toda la vida de Dios se ha llamado toreo a caballo.
Terrón / Fernandes, Cartagena, Hernández
Toros despuntados para rejoneo de Luis Terrón, bien presentados, mansos, descastados y parados, a excepción de tercero y sexto, manejables.
Rui Fernandes: rejón en lo alto (silencio); rejón caído (oreja).
Andy Cartagena: cinco pinchazos y rejón (silencio); rejón trasero y bajo (oreja).
Leonardo Hernández: rejón caído y trasero (oreja); rejón en lo alto (dos orejas)
Plaza de las Ventas. 12 de mayo. Séptima corrida de la feria de San Isidro. Casi lleno.
Ha demostrado que se puede seguir emocionando con el rejoneo
Muy manso fue de salida el tercero, que buscaba desesperado una puerta para la dehesa, pero, lo que son las cosas, tras el primer rejón de castigo, cambia su comportamiento y se convierte en un eficiente colaborador. Hernández se lució, entonces, templando a dos bandas con maestría y dominio. Puso banderillas con facilidad, y los dos pares al quiebro rozaron la perfección. Mató mal, como suele ocurrir en el rejoneo, pero el público, encandilado, obligó a la concesión de la oreja. A por todas salió en el sexto, también de largo recorrido, al que el rejoneador dominó de principio a fin. Con su caballo quieto alcanzó los momentos estelares: colocó en todo lo alto tres pares de banderillas de frente que levantaron al público de sus asientos. Y, esta vez, mató bien, y se ganó el doble trofeo, que le suponía la salida a hombros, con pollo incluido, pues se recordará que, en esta plaza, ya es casi una tradición que rejoneador que da la vuelta ruedo, pollo vivo que se lleva a las alforjas.
De cualquier modo, lo más mejor, lo más hondo y admirable de este rejoneador es que ha demostrado que se puede seguir emocionando con el rejoneo clásico, con el auténtico toreo a caballo.
Peor suerte tuvieron sus compañeros, aunque tanto Cartagena como Fernandes cortaron sendas orejas después de rejonazos traseros y bajos, lo que ya no es noticia.
A Cartagena se le pidió con fuerza la segunda en el quinto, pero hizo bien el usía en no concederla porque el asunto hubiera alcanzado ribetes de escándalo. Su actuación fue muy meritoria ante un toro muy parado, y estuvo sobresaliente en el tercio de banderillas a lomos de Pericalvo, un excelente caballo torero. Emocionó al respetable y exhibió su dominio de las suertes y su buena monta, pero la bronca al palco no tenía justificación alguna. Muy difícil se lo puso el segundo, al que le costaba un mundo embestir.
Y ha mejorado sensiblemente el portugués Fernandes, que pecó de carreras innecesarias y pesadez a la hora de ejecutar las suertes, pero todo lo hizo con elegancia y acierto. Rezuma frialdad y no le resulta fácil llegar a los tendidos, pero quede constancia de su buen hacer ante un lote muy descastado, que le planteó serias dificultades para el lucimiento.
Suya es la anécdota de la tarde, y aquí queda sin mala intención: una vez despejado el paseíllo, los caballeros se lucen con los caballos para arrancar el aplauso del respetable. Fernandes ordenó al suyo que se levantara de manos; pero se levantó tanto... que cataplum... Caballo y caballero sobre la arena en una costalada de aquí te espero. Tierra trágame, diría el portugués, mientras el público no sabía si reír o llorar. Gajes del oficio...
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