Ciutat Vella cierra 10 tiendas por vender comida para ser consumida en la calle
El plan de usos del distrito intensifica las inspecciones de este tipo de locales
Cuando se apruebe el Plan de Usos de Ciutat Vella en Barcelona, dentro de unas semanas, estará prohibido abrir establecimientos que propicien el consumo de comida rápida en la calle. Los técnicos del distrito llevan meses inspeccionando los 79 locales con licencia para vender platos preparados porque han detectado que algunos ofrecen también productos para ser consumidos en la calle. Es decir, establecimientos que tienen la categoría de tiendas de alimentación actúan como bares o restaurantes. La campaña terminó a finales de abril con 21 locales inspeccionados. De ellos, ocho han sido cerrados y dos precintados, y otros dos están pendientes del cierre.
En cuanto se apruebe el plan de usos, las inspecciones se retomarán con más intensidad porque, según afirma el distrito, frenar el consumo de comida en la calle es una de las prioridades de Ciutat Vella.
El objetivo es luchar contra la competencia desleal de estos comercios
El Ayuntamiento dice que algunos negocios ensucian las calles del barrio
Durante ocho meses, un grupo de trabajo específico, formado por un letrado, un inspector y un administrativo, comprobó las licencias e inspeccionó los citados 21 locales, menos de un tercio del total de los establecimientos de platos preparados y degustación que hay en el distrito. Como fruto de esa operación, se acabarán cerrando 12 tiendas por no tener la licencia adecuada a su actividad o porque sus propietarios incumplieron varias veces la orden de cierre. Uno de los casos de incumplimiento de la orden es el de un establecimiento de la cadena Baguetina Catalana ubicado en la calle de Ferran; el otro establecimiento se llama El Rey del Kebab. Este local, situado al final de la calle de Escudellers, vendía comida turca para ser consumida al instante y carecía de mesas para sus clientes.
Estas inspecciones se llevaron a cabo antes de que el distrito diera a conocer el Plan de Usos de Ciutat Vella; pero cuando entre en vigor el nuevo documento, que está en la última fase de aprobación, la actividad inspectora se intensificará. Como explicó la ex regidora del Distrito Itziar González en su día en la presentación del plan, el objetivo de este control es "proteger la restauración autóctona", "potenciar la cocina mediterránea" y que la calle "se utilice para pasear y no para comer". La práctica de vender comida preparada prolifera en Ciutat Vella y supone una competencia desleal para bares y restaurantes.
Un establecimiento de platos preparados o degustación tiene que ser una tienda, nunca un local con mesas y sillas, que parezca un bar o un restaurante. En estos locales sólo se puede vender comida para consumir en casa, como las típicas bandejas de ensaladilla rusa, canelones o croquetas que luego se tienen que calentar. Nada de bocadillos o productos que se puedan comer directamente en la calle. Los locales que no cumplan estas características deberán adaptarse a la normativa o cerrar.
El Distrito de Ciutat Vella explica que la regulación de estos negocios se impulsa también porque han tenido un "impacto negativo sobre la vía pública", afirmó González hace unos meses. Con la nueva normativa, el Ayuntamiento trata de evitar que autóctonos y turistas se sienten en un banco para comer un kebab, un bocadillo o una hamburguesa y ensucien la calle. "De esta manera hacemos un favor a los vecinos, que están hartos de que algunas calles de Ciutat Vella estén sucias, y a los clientes, que comerán con más calma", aseguró González.
La noticia ha sido bien recibida entre los habitantes del distrito. Creen que la medida evitará la "concentración de suciedad" que provocan los turistas en la calle a determinadas horas del día. La presidenta de la Asociación de Vecinos del Casc Antic, Maria Mas, asegura que las calles están limpias y que son los turistas los que más ensucian. "Está bien que el Ayuntamiento inspeccione y ponga coto a los locales que propician la comida rápida", afirma, "los establecimientos tienen que cumplir la normativa porque, sin control, es lógico que la avalancha de turistas que sufre el barrio ensucie las calles".
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