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"No podemos ir 'apretás' ni provocativas"

El alumnado multicultural de Ceuta convive pacíficamente con las formas de vestir de cada uno - Nueve chicas de un instituto cuentan su caso

Luis Gómez

Las nueve estudiantes musulmanas del instituto Almina de Ceuta posan relajadas para la foto. Todas menos una son menores de edad. Hablan abiertamente de su relación con el hiyab. Cuatro de ellas decidieron no hace mucho ponérselo, conscientes de que es una decisión para toda la vida. El resto lo hará más o menos pronto. Alguna tiene incluso la fecha ya fijada: en septiembre, cuando comience el bachillerato.

Ceuta (como Melilla) es un laboratorio sobe convivencia entre cristianos y musulmanes, aseguran los expertos. En materia educativa, no hay duda: el 56% del alumnado es musulmán, porcentaje que aumenta en primaria por el mayor índice de natalidad. En Ceuta hay el mismo número (14) de profesores de religión católica que de islam, asegura Aquilino Melgar, delegado provincial de Educación. El Instituto público Almina es una muestra de ello: cuenta con 900 alumnos, el 60% musulmanes. No hay crucifijos ni otros símbolos. El único detalle de carácter religioso en sus aulas es precisamente la presencia de adolescentes con velo. Según su director, no serán más de 30 las chicas que lo usen.

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Las chicas que asisten a clase de religión y cultura son las más propensas a llevar algún día dicha prenda. Son adolescentes que declaran abiertamente su religiosidad. Una veintena de esas alumnas ha acudido a la biblioteca del centro para ser entrevistadas. Entre risas y bromas, manifiestan sus ideas. Tienen entre 14 y 16 años la mayoría de ellas. Siete de ellas usan ya el hiyab.

Todas están al tanto de lo sucedido hace unos días en un colegio de Madrid, y una mayoría parece que ha visto en televisión un debate del programa La Noria (Telecinco). Están indignadas porque se manifieste rotundamente que las chicas son obligadas a ponerse el velo. "Somos nosotras las que decidimos cuándo nos lo ponemos", expresa la más locuaz. Preguntadas una a una, todas declaran sin tapujos cuál es su situación. La casuística es muy variada, cada una elige una fecha por diferente motivo (a la misma edad que se lo puso su madre, a la misma edad de su hermana mayor, cuando aprobó segundo de ESO, cuando empiece bachillerato, cuando se comprometa sentimentalmente, cuando se case...) y todas parecen conscientes de las renuncias que acarrea una decisión de ese tipo: no podrán usar ropa de marca, ni prendas ajustadas -"No podemos ir apretás ni provocativas", explica Sukaima-, no volverán a usar el biquini en la playa, no irán a discotecas.

Donde la respuesta es casi unánime es respecto a un futuro con velo. Todas lo llevarán. Lo asumen con aparente naturalidad. Explican que las convierte en mujeres más respetadas y más responsables. Entienden que hay una relación directa. No hay dudas en su discurso. No hay tristeza en sus palabras.

Sólo tres casos se salen de la media. Una chica de 14 años, que duda de que se lo vaya a poner. No recibe ninguna crítica de sus compañeras. Otra, lo tuvo durante dos años y ahora se lo ha quitado. Dice que no se sentía segura de tener que llevarlo para siempre. Finalmente, una de las chicas (con pañuelo durante la entrevista) reconoce que se lo quita y se lo pone a conveniencia. De las nueve que aceptan fotografiarse, cuatro llevan hiyab. Otras lo llevarán.

El asunto no suscita ningún conflicto en Ceuta. Es una prenda natural en sus calles. No hay prohibiciones al respecto. No, desde luego, en ningún colegio e instituto público. El último episodio de conflicto en este terreno data de 2008 en un colegio concertado (Severo Ochoa) con dos alumnas, caso que se resolvió en un par de días cuando el consejo escolar aceptó la decisión de las muchachas. Se calcula que apenas un 9% del alumnado musulmán acude a los seis colegios concertados de Ceuta, dos de ellos de ideología católica, San Agustín y Santa María Micaela. En el segundo, con un 30% de alumnos musulmanes, no ha habido casos de chicas con velo. "De hacerlo alguna", dice su directora, "el caso se estudiará". El sistema educativo se ha adaptado a la sociología: "De hecho, aunque las fiestas musulmanas no figuran en el calendario oficial, se respetan en los colegios. Procuramos no poner exámenes en esas fechas", explica un profesor.

Termina la foto. Las chicas dan sus nombres. Nariz (16 años), Ikram (15), Sukaima (18), Hanan (15), Saima (15), Chaima (17), Miriam (15), Butaina (16), Mariam (15) y Nisrin (14). Al final, una de ellas trata de convencer al periodista sobre una última ventaja del velo: "¿Sabes? Sólo cuando llevas el velo los hombres te respetan".

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