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Columna
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Partidismo

Elvira Lindo

Pensaba que con el tiempo la democracia se iría asentando y seríamos capaces de expresar y leer opiniones sin tener que juzgarlas por su fidelidad o su traición a un partido político. Pero no. Parece que la experiencia no nos ha mejorado. Cualquier asunto que se trate debe ser escrito, leído y juzgado bajo ese prisma. Con tal intensidad hemos entrado todos en el juego que tanto los que escribimos como los que leemos padecemos un déficit en nuestros niveles de tolerancia, como si nos faltara la vitamina esencial para respetar el juicio de alguien que no piensa exactamente como tú.

Pongo un ejemplo. Hace unos días escribo un artículo crítico con la idea que promueve el Ministerio de Igualdad de modificar los cuentos tradicionales a fin de adaptarlos al curso de los tiempos. Mientras lo escribo soy consciente de dos cosas: para la derecha cualquier excusa es buena para arremeter furiosamente, no ya contra las medidas de ese ministerio, sino contra personas en concreto, contra ciertas mujeres del ámbito público. Ridiculizarlas se ha convertido en una fiesta diaria. Por otra parte, para la izquierda, o mejor dicho, para algunas mujeres socialistas, la manera de no excitar el apetito voraz de este encendido batallón misógino es callarse la boca aunque no se esté de acuerdo con la medida en cuestión. El resultado de todo esto es que la pretensión de debate que tú tenías se ve completamente adulterada. Se alegran los detractores del feminismo (entre los cuales jamás me encontraré) y se sienten traicionadas algunas socialistas (como si hubiera una sola forma de entender la igualdad, la ministerial). Lo que una más desearía es que los lectores no se vieran afectados por este virus partidista que a todo afecta. Que hicieran notar su fuerza de ciudadanos, el derecho a su opinión legítima. Como yo trato de hacerlo cada vez que escribo.

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Sobre la firma

Elvira Lindo
Es escritora y guionista. Trabajó en RNE toda la década de los 80. Ganó el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil por 'Los Trapos Sucios' y el Biblioteca Breve por 'Una palabra tuya'. Otras novelas suyas son: 'Lo que me queda por vivir' y 'A corazón abierto'. Su último libro es 'En la boca del lobo'. Colabora en EL PAÍS y la Cadena SER.

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