Muy malos tiempos
Se veía venir desde que estalló la gran crisis económica a escala mundial, pero al principio nadie quería aceptarlo, como si se tratara de una circunstancia transitoria -mejor no darse por enterado-. Aunque era obvio que los tiempos no eran buenos, que eran incluso muy malos e iban a ser todavía peores.
Ya lo son y, durante un rato al menos, las cosas no volverán a parecer las que fueran en el mundo del arte. Hay que despedirse de las grandes celebraciones, eventos internacionales en los cuales las "personas dentro del grupo", como dijera Martha Rosler -comisarios internacionales, responsables de museos, coleccionistas...-, se pasean para ver y ser vistos. Hay que apretarse el cinturón y tener cuidado en qué se gastan los presupuestos, sobre todo porque las grandes corporaciones han dejado, como en medio de cualquier crisis, de ser tan generosas como lo han sido estos últimos años. O lo son de un modo diferente: están dispuestas a financiar un acontecimiento artístico, cómo no, pero tiene que ser rentable. Qué termina por ser rentable sería quizás la pregunta que merecería tratar de responder.
La respuesta no es tampoco complicada, parece: rentable es aquello que atrae un número grande de visitantes. Rentables son -siempre lo han sido- las largas colas. Rentable es Picasso, Van Gogh, los impresionistas, el barroco, Caravaggio, Velázquez... He aquí una apuesta segura: con este tipo de exposiciones no faltarán los visitantes, porque incluso si se replantea una revisión del tema todos irán a ver los cuadros, a los top.
Así que se acabó -o casi- el furor por lo ultranuevo que había ido entrando hasta a aquellos lugares que años atrás no hubieran siquiera vuelto la mirada para ver la producción de nadie menor de 50. Si el principio del XXI se caracterizó por la fascinación, a veces hasta excesiva, por los más jóvenes, en estos momentos de crisis la curiosidad de repliega y da paso a la sensatez. Dicho en términos económicos, a la mencionada rentabilidad.
Vaya futuro previsible nos espera: ¿Picasso y sólo Picasso, incluso siendo Picasso una excelente opción? Porque la crisis, dicen todos, ha venido a quedarse, un rato al menos. Sobre todo, después de una proliferación imparable de nuevos museos y centros de arte actual en el mundo con todo lo que a su alrededor se ha construido, desde producción hasta colecciones, cabe preguntarse qué destino les aguarda. Qué destino aguarda a las colecciones de siglo XX con escasos "grandes maestros" para intercambiar y, por tanto, con pocas oportunidades de exponerlos sin pagar grandes sumas de dinero a cambio.
No obstante, bien visto y tratando de rescatar lo positivo de las situaciones, también es cierto que la inflación de producción y exposición "emergente" que hemos vivido debía ser revisada. No estaría mal que la sostenibilidad acabara por llegar también al mundo del arte, aunque temo que mientras llega vamos a vivir un periodo conservador y carente de excesivas sorpresas.
Babelia
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