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Reportaje:Economía global

UE-Mercosur, novios otra vez

España y Argentina reavivan la negociación de un acuerdo comercial

Alejandro Rebossio

Un acuerdo de asociación política, de cooperación y libre comercio entre la Unión Europea y Mercosur (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay) ha dejado de ser una utopía. Comenzó a negociarse en 1999, pero esta vez los países que presiden ambos bloques en esta primera mitad de año, España y Argentina, han tomado la decisión política de reanudar formalmente el diálogo interrumpido en 2004, y los diplomáticos han puesto manos a la obra con la mira puesta en la cumbre UE-América Latina del 17 y 18 de mayo en Madrid.

Fuentes diplomáticas de ambos bloques esbozan las razones del resurgimiento de esta negociación que estaba moribunda. La UE dejó de condicionar el acuerdo a un éxito de la fenecida Ronda de Doha de la Organización Mundial del Comercio (OMC), único escenario en el que los 27 estaban dispuestos a ceder en materia agrícola, sector en el que Mercosur es más competitivo. No es casualidad que el diálogo se reanude bajo la presidencia de España, que junto con Portugal son los dos países europeos que dan prioridad a la relación con Latinoamérica. Un relanzamiento de las negociaciones en la cumbre de Madrid supondría uno de los logros concretos de la presidencia española y conllevaría un rédito político interno para el presidente José Luis Rodríguez Zapatero, según fuentes diplomáticas europeas.

Hay compromiso para reanudar ya un diálogo roto en 2004
Los países del Sur buscan acceso al enorme y rico mercado europeo

La que también está necesitada de éxitos políticos es la presidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner. Su diplomacia sueña con que firme por Mercosur la reanudación de la negociación con la UE días antes de que el 25 de mayo se festeje el bicentenario de la revolución independentista de Argentina. Hasta hace poco, el Gobierno argentino era el miembro del bloque suramericano más reticente al pacto, mientras Brasil lo promovía por su interés de consolidarse como proveedor mundial de alimentos. Argentina, en cambio, limita sus exportaciones de carne vacuna, trigo o maíz para asegurar el abastecimiento interno a precios menores a los internacionales y multiplica las medidas de protección de su industria.

Incluso Fernández había mantenido una fuerte discusión en la última cumbre UE-América Latina, celebrada en Lima en 2008, con el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durão Barroso. "Lo importante es ver qué está entregando uno y otro", le dijo aquella vez la presidenta argentina. "Aparentemente puede parecer que los dos entregan lo mismo, pero hay que ver cuánto representa eso para cada parte, según los tamaños de las economías y las condiciones sociales. La pobreza no vino a América Latina como el viento y la lluvia, sino por la desapropiación de recursos desde que fue descubierta, más allá de los errores de las dirigencias locales".

La reticencia de Fernández cambió a partir de la visita a Buenos Aires en noviembre pasado de la vicepresidenta del Gobierno español María Teresa Fernández de la Vega, quien animó a Mercosur a aprovechar la presidencia española de la UE para firmar el acuerdo porque tal vez más adelante no se repetiría esta oportunidad. Fuentes diplomáticas de Mercosur añaden que otro elemento político aflojó la resistencia argentina: la necesidad de fortalecer el bloque, que recibe críticas por sus diferencias internas y la escasa cantidad de tratados de libre comercio que ha firmado (sólo con el resto de países suramericanos e Israel). No es una cuestión menor que entre los críticos de Mercosur figure el favorito de las elecciones presidenciales de Brasil en octubre, José Serra, en oposición al Gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva.

Por eso, Fernández ha dado la orden a sus ministros de hacer todo lo posible para firmar el acuerdo y ellos han concluido que se pueden reducir los riesgos que correrían las dos industrias argentinas más afectadas: la fabricación de coches y de sus componentes. Lula también se ilusiona con despedirse del Gobierno de Brasil rubricando el acuerdo final en el segundo semestre del año, cuando su país presida Mercosur, y Bélgica, la UE. No obstante, también pone reparos a las pretensiones europeas de liberalizar no sólo la industria, sino sobre todo los servicios, incluidos los financieros y las telecomunicaciones, y las compras gubernamentales, así como de aumentar las garantías para la inversión extranjera. Las indicaciones geográficas de alimentos y bebidas constituyen otra reclamación de Bruselas.

Tanto el ministro de Relaciones Exteriores de Brasil, Celso Amorim, como el secretario de Relaciones Económicas Internacionales de Argentina, Alfredo Chiaradia, han dicho en las últimas semanas que Mercosur ha renovado su interés por el acuerdo y que ahora el balón está en el campo europeo. Pretenden que la Comisión Europea rebaje su ambición liberalizadora, aumente sus cuotas sin aranceles para la importación de carnes de todo tipo, lácteos, maíz, arroz y trigo, y reduzca las restricciones arancelarias a los alimentos elaborados. Del lado europeo, la apertura agrícola siempre genera temores de Francia y otros países del Sur, al tiempo que los nuevos socios del Este también miran con recelo la competencia de Mercosur, según fuentes diplomáticas de ambos bloques.

De concretarse el tratado, constituiría el mayor del mundo entre dos bloques. A la UE le abriría un mercado donde se encuentra uno de los países de moda, como Brasil, al que hasta ahora sólo pueden acceder libremente los países suramericanos e Israel. El día en que el Parlamento de Paraguay acepte la adhesión de Venezuela, Mercosur sumará a esta potencia petrolera, gobernada por Hugo Chávez. Al bloque suramericano le permitiría ingresar productos al rico mercado europeo en iguales condiciones que los numerosos países de todo el mundo que ya han firmado tratados con la UE. También mejoraría el flujo de inversiones europeas hacia Mercosur. -

En beneficio mutuo

La Unión Europea, con un PIB mayor que el de EE UU, tiene o está negociando acuerdos de libre comercio con 120 países. Si los cuatro de Mercosur no se suman finalmente a esa lista, serán de los pocos en carecer de acceso privilegiado a un mercado de 500 millones de consumidores de alta renta. Mercosur sólo ha abierto su comercio con otros seis países suramericanos y con Israel, y si la UE logra un acuerdo con esta unión aduanera, sería de los pocos en contar con un ingreso libre de aranceles a una economía de 250 millones de personas de renta medio-baja que supone la sexta potencia mundial si su PIB se mide de acuerdo con la paridad de poder de compra, según el Banco Mundial.

Un acuerdo de la UE con Mercosur constituiría el primero de los 27 con un país BRIC (Brasil, Rusia, India y China, las cuatro potencias emergentes). Con India se ha iniciado una complicada negociación hace dos años, mientras que no existe ningún diálogo abierto en este sentido con China ni con Rusia.

Mercosur, con una superficie de 10,9 millones de kilómetros cuadrados (frente a 4,4 millones de toda la UE), es visto por algunos políticos europeos como fuente de alimentos y de biocombustibles en el futuro; por otros, como una amenaza para la agricultura de países como Francia, Irlanda, Polonia o Italia. También en Suramérica existe el recelo de quienes aseguran que primero deben alimentarse los suramericanos y después exportar. De hecho, Argentina impone en la actualidad restricciones a la exportación de carne vacuna, trigo o maíz.

En 2008, antes de la caída del comercio mundial, Mercosur exportó a la UE, segundo destino de sus exportaciones (detrás de EE UU), productos por valor de 54.000 millones de euros. Los 27 enviaron a Mercosur, octavo destino de sus ventas al exterior, productos por 37.700 millones. La CE pretende que un acuerdo con el Mercado Común del Sur reduzca ese déficit en el comercio de bienes y lo amplíe en el caso de los servicios.

Casi la mitad de las exportaciones de bienes de Mercosur a la UE (22.976 millones de euros) fueron de productos agrícolas. En segundo término figuraron los de energía (7.220 millones). Los 27 vendieron sobre todo maquinaria (11.880 millones), productos químicos (7.408 millones) y vehículos y sus componentes (6.747 millones). -

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