¿Europa?
Hace unos días vi un policía agazapado en la Ronda de Dalt. Estaba en el puente que cruza sobre la Via Augusta, mirando hacia abajo, y su actitud era tan sospechosa que me detuve a observarlo. Cuando pensé que iba tirar un huevo podrido o un globo relleno de ketchup a los coches que pasaban por debajo, sacó una cámara y se puso a hacerles fotografías, es decir, a ayudar de manera manual al radar que hace fotos automáticas y a las decenas de cámaras de vídeo que registran permanentemente el paso de los coches por las calles de Barcelona. Tanta vigilancia sobre quién conduce un coche empieza a remitirnos a otras épocas y a otras latitudes. La civilizada Barcelona, esta ciudad ilustrada y llena de valores europeos, empieza a parecerse a las ciudades de Estados Unidos, que solían ser su antítesis: ciudades hipervigiladas donde, más que civilización, hay rigor policial. Si lo que nos hace civilizados es el miedo a la policía, ¿dónde está la gracia?, ¿dónde está el talento? A fuerza de castigos puede civilizarse a un hombre, y también a un perro o a una cotorra. En la Barcelona de hace unos pocos años la proporción de la vigilancia era distinta; la policía se notaba menos, no era tan omnipresente, ni tan intrusiva; quien conducía un coche se preocupaba más por conducir decentemente, por aplicar su margen de libre albedrío europeo al volante, que por no pillar un radar, un control de alcoholemia o una de esas enloquecidas señales de límite de velocidad cambiante que empiezan a proliferar en las rondas. No vamos a negar que este nuevo rigor policial contra el conductor en algo ha disminuido los accidentes de tráfico, pero ¿no habrá otra forma de civilizar al conductor que se parezca menos a la del salvaje Oeste? En otros países europeos la policía no planta un retén en la calle, ni detiene arbitrariamente a cada conductor para ver si ha bebido de más; si el policía sospecha algo, tiene que esperar a que el conductor cometa una infracción y entonces puede detenerlo y aplicarle la prueba. A la hipervigilancia importada de Estados Unidos se ha sumado el retén policial al estilo latinoamericano. Disfrutemos de nuestra civilizada Europa.
Esta ciudad ilustrada empieza a parecerse a las de Estados Unidos, en las que, más que civilización, hay rigor policial