¿Se han vuelto todos locos?
Acosada por los escándalos de pederastia que señalan con el dedo a cientos de sacerdotes, la actual jerarquía católica parece haber perdido ya desde los púlpitos toda referencia con la realidad. Estos se han demostrado eficaces para exhortar a la oración y el arrepentimiento, pero malos para defenderse. El papa Benedicto XVI abrió el fuego de los despropósitos en plena Semana Santa recordando aquella frase evangélica: "Los que estén libres de pecado, que tiren la primera piedra". La cita se las trae. ¿Quería decir el Papa que es normal forzar sexualmente a niños y niñas? ¿Que todo el mundo lo ha deseado en algún momento? ¿Se había vuelto loco o nadie le entendió bien? Luego llegó el predicador de la Casa Pontificia, Raniero Cantalamessa, y comparó las denuncias de los casos a la persecución de los judíos. Sin comentarios. Y ahora ha sido el número dos del Vaticano, el cardenal Tarcisio Bertone, el que parece haber perdido la cordura: "Muchos psicólogos y psiquiatras han demostrado, me han dicho recientemente, que hay relación entre homosexualidad y pedofilia".
Además de insultar especialmente a judíos y homosexuales, cada nuevo disparate constituye otro agravio para las propias víctimas. Sin embargo, los razonamientos de la curia romana, además de ofender la inteligencia de todos, resultan parte de un sistema de pensamiento que sigue sin saber qué es pecado y qué es delito.
Las palabras de Bertone se insertan en una declaración más amplia, en la que el cardenal rechaza las teorías que señalan al celibato obligatorio de los sacerdotes como un posible origen del trastorno de algunos pederastas. Y así es como carga una vez más contra los homosexuales, llegando a confundir una opción sexual con lo que es simple y llanamente un delito, sea homosexual o heterosexual quien lo perpetre. No parece algo marginal o pasajera esta confusión entre una moral religiosa particular y las reglas que establecen los códigos penales de los países civilizados, pues a fin de cuentas es la que estos caballeros ensotanados se empeñan en defender al hablar del aborto.
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