¿Por qué?
¿De qué temple están hechos los corruptos? Mientras al común de los mortales nos agobia y llena de ansiedad hacer bien la declaración de la renta, ellos llevan con toda tranquilidad una vida de ilegalidad despampanante.
Correa, el del cogotillo de rizos jerezanos, no ha declarado ningún ingreso al fisco desde 1999. De hecho, en principio sólo se le pudo embargar una moto, lo único que tenía a su nombre (luego le encontraron 18 millones de euros en Suiza). A Fabra sus chóferes le ingresaban dinero en efectivo que, aseguran, él mismo les daba. Con eso y otras menudencias, ingresó en seis años cinco millones de euros sin justificar.
Pero el máximo representante de la desfachatez es el ex ministro y ex presidente Matas. En tres años, de 2006 a 2008, sólo sacó de sus cuentas bancarias 450 euros en efectivo, aunque adquirió joyas y carísimos muebles en metálico. Más aún: en esos tres años tampoco pagó, ni con tarjeta de crédito, un solo restaurante, una compra en el súper, un billete de avión. ¿En qué alucinación de omnipotencia hay que vivir para creer que no te van a pillar? ¿Cómo pudo pensar que iba a salir indemne de esa marrullería?
Cuando la corrupción del PSOE, las filesas, los fondos reservados, los Roldanes, creí que aquello había sucedido porque nuestra democracia era inexperta; que la sociedad había aprendido, y que no permitiríamos que se repitiera.
Pero aquí estamos otra vez con los malos maleándolo todo, con nuevos malvados y chanchullos eternos, y ya no entiendo nada. ¿Es que no podemos defendernos? ¿No hay manera de impedir estos paroxismos de impunidad?
Y, puestos a preguntar, ¿por qué sacó Matas los 450 euros en efectivo? Pura curiosidad dentro de todo este delirio.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.