Enfado, desolación y miedo

Siento desolación y miedo ante la anulación de las escuchas en el caso Gürtel. Según parece, en esas escuchas hay material inculpatorio para presuntos delincuentes y sus abogados, pero que estos estén próximos al PP y a cargos de privilegio ante la Administración (da igual que sea local, autonómica o central) preocupa más porque nos afecta en la cosa publica y puede que a una potencial alternativa de Gobierno.

Parece que la anulación de las escuchas podría dejar indemnes a quienes presuntamente se han corrompido y a quienes, en connivencia, estarían por su exculpación mediante trucos jurídicos para su defensa.

No creo que nadie dude de los doctos argumentos que hayan propiciado la decisión de nulidad, pero las preguntas se suceden con obstinación: ¿estos tecnicismos jurídicos, no estarían viciados por escrupulosos y que por tanto la decisión de anulación estuviese contaminada dejando impunes a los encausados?, ¿esa decisión no estaría hurtando al Estado y a los ciudadanos la posibilidad de que se castiguen delitos de abominable descaro y mal hedor?, ¿no hubiese sido mejor continuar la causa con todas las pruebas y acciones presuntamente inculpatorias y, si finalmente los encausados fuesen declarados inocentes, entonces castigar al instructor de las escuchas por cuanto jurídicamente fuese menester?... Las preguntas podrían llegar hasta el aburrimiento, pero el espacio es limitado y para muestra valgan estos botones.

Lo que también me embarga es un miedo frío e incontenible porque si esta decisión hubiese tenido el trasfondo político que se oye aquí y allá, entonces los ciudadanos estaríamos indefensos e inermes ante delincuentes que estuviesen bien posicionados y con poder.- Juan Alfredo Redondo Ruiz. Madrid.

Enfado, rabia, tristeza y, sobre todo, desesperanza: no hay futuro. Esto es lo que siento al leer la decisión del Tibunal Superior de Justicia de Madrid de anular las escuchas del caso Gürtel.

Correa y sus secuaces no pudieron imaginar mejores aliados, seguro que ni siquiera llegaron a soñarlo, ¿o sí? El resto no nos lo merecemos.