Un desierto de esperanza
El mercadeo de cargos judiciales genera situaciones chuscas
¿Se imagina que hubiera que felicitar a un candidato que se presentaba a un puesto que finalmente, tras cuatro votaciones, no obtuvo? ¿Y que el aspirante rechazado estuviera feliz? Probablemente le parecerá increíble, pero es totalmente cierto.
Los pactos y los desencuentros de los vocales del Consejo General del Poder Judicial por el cambio de cromos en las plazas a cargos judiciales generan en ocasiones situaciones chuscas y divertidas, como esa paradoja de poder felicitar a uno de los candidatos cuando la convocatoria fue declarada desierta.
Las asociaciones judiciales con poder, como son la Asociación Profesional de la Magistratura (APM) -conservadora y mayoritaria- y Jueces para la Democracia (JpD) -progresista-, y algo menos los partidos políticos con mando en plaza -PP y PSOE-, disponen con mano de hierro el reparto de puestos. Eso es así porque tanto para las plazas del Supremo como para las de los tribunales superiores de justicia, es decir, las más importantes, se necesitan 13 de los 21 votos posibles. Todos tienen minoría de bloqueo, y por tanto, si quieren que se nombre a uno de sus candidatos, tienen que ceder y apoyar a otro de sus rivales.
Saltó la sorpresa al elegirse a Ibarra como presidente del tribunal vasco
El miércoles pasado se elegía presidente del Tribunal Superior de Justicia (TSJ) del País Vasco, cargo sobre el que no había habido acuerdo en dos convocatorias anteriores. Fuentes del Consejo aseguraban que ya había un pacto a varias bandas que permitiría los nombramientos en puestos que llevan prorrogados más de un año, como los superiores de Cataluña y Comunidad Valenciana. El acuerdo suponía la designación de Juan Mateo Ayala, director del Centro de Documentación Judicial, para el TSJ del País Vasco; Miguel Ángel Gimeno, magistrado y ex portavoz de JpD, para el TSJ de Cataluña; Edilberto Narbón, presidente de la Sala de lo Contencioso de Valencia, para el TSJ de esa comunidad; y el fiscal Antonio del Moral para la vacante de la Sala Segunda del Supremo. Eso, antes incluso de que los aspirantes comparecieran para exponer sus méritos y programa ante la Comisión de Calificación y, en algún caso, antes de que la plaza hubiera sido convocada. Alguno había sido instado a presentarse desde el Consejo para contrarrestar a otro candidato.
También había flecos, como el nombramiento de Juan Pablo González, que había sido vocal del Poder Judicial en la anterior composición del organismo, para la presidencia de la Audiencia Provincial de Guipúzcoa.
Era la primera vez que el Consejo, con el fin de mitigar las críticas ante el mercadeo de cargos, permitía que fueran públicas las comparecencias de los candidatos.
Y, fuera porque el pacto no estaba absolutamente cerrado o porque alguien decidió retractarse, el caso es que saltó la sorpresa. Juan Luis Ibarra, presidente de la Sala de lo Contencioso del País Vasco desde 2003, resultó elegido para el TSJ de esa comunidad con 14 votos en la segunda votación. Mateo Ayala sólo obtuvo seis. Ibarra había pertenecido a JpD y, en el proceso contra Juan José Ibarretxe y Patxi López por sus encuentros con Batasuna, los nacionalistas lo habían recusado. Él se abstuvo de participar por lealtad institucional. Votado por los conservadores, el nombramiento es favorable a los progresistas.
Sólo quedaba el fleco de Guipúzcoa. El candidato pactado, Juan Pablo González, es un notorio conservador, vinculado al Foro de Ermua y con el que el colegio de abogados de Vizcaya mantuvo un enfrentamiento a propósito del euskera. Su principal oponente y teórico perdedor, Ignacio Subijana, de talante progresista, ha sido juez decano en San Sebastián, es apreciado por sus compañeros, lleva cinco años en la Audiencia, domina el euskera y superó notablemente a González en la comparecencia ante la Comisión de Calificación.
Tras cuatro votaciones, ninguno de los dos candidatos obtuvo los 11 votos requeridos en este caso. González consiguió 10 y Subijana nueve en la última votación, por lo que la plaza tendrá que volver a ser convocada. Mientras, Subijana está feliz porque sigue en carrera, mientras fuentes del Consejo aseguran que los conservadores están que trinan y replanteándose los acuerdos.
El escritor francés Jean de la Bruyère afirmaba que "la mejor manera de hacer carrera es transmitir a los demás la impresión de que ayudarte sería para ellos de gran provecho."
Hasta el momento en que se llegue al siguiente e inevitable pacto, el desierto constituye una esperanza.
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