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Entrevista:Michael Douglas | ENTREVISTA

Creo en el capitalismo, pero no creí que gobernaría mi vida

Su voz retumba entre las paredes decadentemente ultramillonarias del parisiense Ritz. Michael Douglas habla de negocios al otro lado de la puerta. El runrún de negociaciones, contratos y condiciones que llega de la otra habitación sugiere un tipo cabreado, un furioso tiburón de Wall Street con tirantes, camisa azul con cuellos y puños blancos, litros de fijador y una dosis de mala leche. Qué malos son los prejuicios. Al irrumpir en la suite, el presunto tiburón otea a su presa, le da la mano, le sonríe y ya no es tiburón, sino alguien que pasaba por ahí, casi alguien entrañable con quien irse de copas.

"¿Me puede recomendar un buen restaurante español en París?", es su primera/surrealista frase, algo así como preguntar por una churrería en Groenlandia, pero el hombre que hace 24 años ganó un Oscar gracias a su creación de -éste sí- el tiburón de los negocios Gordon Gekko (Wall Street, de Oliver Stone) aparca ya los prolegómenos, se sienta, pide agua mineral con gas, se mesa la leonina melena y enciende el interruptor de una voz cálida y algo cazallera.

"soy optimista con el planeta, pero no lo soy tanto con Wall Street"
"Le digo a mi mujer: 'Haz lo que tengas que hacer, yo me encargo de todo"
"España es algo mágico, maravilloso, misterioso. Me lo paso muy bien allí"

Vuelve Douglas, vuelve Oliver Stone y vuelve Gordon Gekko, aquel chico malo de la peli que el actor, de 65 años, supo convertir en héroe poco o nada confesable de tantos pobres mortales ávidos de pasta gansa, chicas, fama y glamour. Un buen pretexto para que el hijo de Kirk Douglas y protagonista de películas como Atracción fatal, La guerra de los Rose o Instinto básico olvide pretéritos (terapias contra la adicción al alcohol y al sexo...) o actuales (su hijo Cameron, condenado por tráfico de drogas) zarpazos de la vida y se centre en promocionar Wall Street 2. El dinero nunca duerme: secuela que acaba de retrasar su estreno mundial desde abril hasta el otoño; en ella Douglas ejerce de ex magnate de moral distraída pasado por la túrmix de ocho años entre rejas y la escritura de un libro sobre el sistema. Un Mario Conde a la americana, vamos.  

Veintitrés años más tarde, ¿qué Gordon Gekko se va a encontrar el público? ¿Un arrepentido? ¿Un tiburón de los negocios reafirmado en sus trece? ¿Un término medio?

De eso trata la película. La última vez que le vimos estaba en Central Park, cuando Charlie Sheen está con él grabándole con un micrófono oculto, y le acusaban de tráfico de información privilegiada. Después de eso le acusaron de otros delitos y él se dedicó a apelar durante cinco años. Y, tras esos cinco años, perdió y fue a la cárcel. Le quitaron todo su dinero, excepto un poco que era para su hija; no le está permitido trabajar en Bolsa y cumple una condena de ocho años. Así que la película empieza cuando él sale de la cárcel.

El nacimiento a una vida nueva...

Sí, a una vida nueva y a un nuevo comienzo. En la cárcel ha escrito un libro sobre lo que él opina que está mal en el sistema. El libro se llama Nadando con tiburones. Sale de la cárcel en 2001 y ahora se gana la vida hablando en escuelas de empresariales y promocionando su libro. La otra historia es la que protagoniza [el actor] Shia LaBeouf, que ha hecho un trabajo maravilloso. Interpreta a un corredor de Bolsa muy joven, que recuerda mucho a cómo era Gordon Gekko. Trabaja para una buena firma con su mentor, que pierde todo su dinero y se suicida. Con la muerte de su mentor, Shia queda destrozado y quiere vengarse de la empresa que lo ha provocado. Así que va a una de las charlas de Gordon.

Todo eso es ficción, pero la verdad es que, en el mundo de las finanzas, la realidad y la ficción son prácticamente iguales.

Totalmente.

Al final no hemos aprendido nada de la lección, o eso parece, ¿no?

Absolutamente nada, es frustrante.

¿Es pesimista u optimista respecto a que las cosas vayan a cambiar más o menos rápido... y para bien?

¿Pesimista? Sí, bueno, yo creo que hemos tenido un comportamiento en el mercado que no tiene mucho sentido. El 40% del PIB está en los servicios financieros de Estados Unidos, y ése es dinero que no está diseñando nada ni está fabricando nada. Yo creo que en este momento tenemos un problema muy grande con el desempleo, aunque hay algunas empresas a las que les va algo mejor con menos gente, porque están despidiendo a trabajadores. Y esto probablemente va a traer una mayor separación entre los ricos y los pobres. Por otra parte, yo espero que China continúe trabajando. Veamos, en este momento, China está bajo mucha presión. La secretaria de Estado Hillary Clinton ha hablado de cómo les necesitamos para solucionar el tema de Irán, porque China es el único país que todavía hace negocios abiertamente con Irán y no nos queda mucho tiempo. Todo el mundo ha estado siendo diplomático con Irán y China tiene que ser el último clavo para que sientan la presión económica y comercialmente, y por fin hablen abiertamente sobre qué es lo que quieren hacer con las instalaciones nucleares.

¿Se debería sentar la humanidad a reflexionar sobre los excesos del capitalismo o considera que no hay excesos y que todo está bien?

Yo creo que la cosa se está tranquilizando, creo que hay leyes y normas que están ahí para algo. ¿Se van a hacer fortunas en estas circunstancias? A lo mejor, igual que pasaba antes. Mire, yo creo en el capitalismo, aunque nunca creí que fuera a gobernar mi vida. Y el problema no es sólo de Estados Unidos, sino de todo el mundo. España está en una situación horrorosa en este momento, aunque espero que evolucione. Yo creo que todos vamos a mirar atrás a los tiempos más tranquilos y más fáciles, a una bajada de los precios, a una vida más barata. Simplemente, no creo que el crecimiento esperado siga siendo tan elevado y potente como lo fue... He estado en París en la conferencia Global Zero, que pide la reducción de las armas nucleares. Esta reducción traería una reducción drástica de costes y una mayor seguridad para nosotros. Así que yo soy optimista con el planeta, pero la verdad es que no soy tan optimista con Wall Street. Yo creo que los inteligentes sobrevivirán y creo que nosotros como accionistas no vamos a presionar tanto a nuestras empresas como hacíamos en el pasado para seguir consiguiendo nuestros beneficios trimestrales.

¿Ha tratado con la comunidad de 'brokers' de Wall Street? Tengo entendido que para 'Wall Street' preparó su papel hablando y conviviendo con los agentes de Bolsa. No sé si ha hecho lo mismo para 'Wall Street 2'...

Sí, volví a hacerlo.

¿Cómo han encajado toda esta hecatombe financiera?

Bueno, hay un par de cosas que hay que comentar. En primer lugar, esta gente sigue viviendo en una burbuja, todavía no tiene conciencia de lo que está ocurriendo fuera de su pequeño mundo de oficinas y comidas de negocios. ¿Sabe?, ellos se mantienen muy unidos y no se mezclan mucho con el resto del mundo. Una cosa está clara, y es que no les está gustando nada ser los malos de la historia. Creo que la forma en que se les percibe ha cambiado, y ahora ya se ve que todos visten de una manera más normal e intentan ser más normales, aunque, de hecho, no lo sean. En el caso de Shia, su personaje, igual que el personaje de Charlie Sheen en el primer largometraje, cambia a lo largo de la película. Shia llegó tres meses antes de que empezáramos a rodar para trabajar con un par de agentes. Él cogió 20.000 dólares de su propio dinero y seis semanas después tenía 380.000 dólares. ¿Se da cuenta?

¿Cree que hay un término medio entre la afirmación de Gordon Gekko en 'Wall Street' de que "la codicia es buena" y lo que decía Charlie Sheen de que "el dinero es una maldición"?

No, y yo creo que eso es una muestra del punto de locura al que hemos llegado y de cómo ha afectado esto a algunos personajes que ya conocemos. Como ya hicimos antes un retrato del año 1986, capturando cada uno de los personajes, ahora es lo mismo, hemos hecho un retrato, una instantánea del año 2000. En el año 1987 no había una crisis ni nada así, sólo se trataba de cómo estaban ganando mucho dinero con el tráfico de información privilegiada. Esta película nueva tiene mucho más que ver con la crisis y con lo que hacen los bancos y todo ese tipo de cosas.

Hace años, usted consiguió convertir a un tiburón en un héroe para mucha gente; en aquella época, mucha gente decía que trabajaba en Wall Street porque usted era su héroe. ¿Cómo consiguió convertir a un personaje odioso en un personaje tan querido?

Eso es algo que... A ver, retrocediendo en mi carrera, se acordará usted de que hice una película que se llamaba Atracción fatal, que trataba de un hombre casado que tenía una aventura, y cuando el público empezó a verla pensé: "¡Dios mío, ya le han perdonado!". Supongo que hay gente que tiene la habilidad de perdonar a este tipo de personajes: es difícil de entender, pero por lo que sea que ven en ellos, les perdonan. En el caso del personaje de Gordon, es verdad que es un granuja, pero se lo está pasando bien, se lo pasa bien y a la gente le gustaría hacer lo mismo, pasarlo tan bien como lo pasa él. Yo he hecho algunas películas de ese tipo en las que interpreto a personajes que no son demasiado agradables, pero que el público ha aceptado porque se identifican de alguna manera con ellos. Bueno, creo que a todos nos gustaría ser el chico malo de la película.

Quizá no sólo el de la película... A lo peor también siente una secreta envidia por algunos malos de la vida real. ¿Puede ser ése el secreto del éxito de sus personajes?

Yo creo que a la gente le atraen los personajes que hacen cosas que ellos no harían. Es, sencillamente, la emoción de lo peligroso. Si cuentas la historia bien y haces algo que es ilegal o peligroso, a la gente le atrae, le gusta. A la gente le gusta pensar que ellos podrían hacer eso, que el personaje podrían ser ellos mismos. Por ejemplo, tener una aventura: ellos no lo harían, pero tienen esa fantasía y pueden proyectarla con el personaje. Yo creo que si eres el malo de la película, pero te lo pasas bien y no estás haciendo daño personalmente a nadie, el público te acepta bien.

En este momento, como actor, ¿de qué manera se plantea la selección de sus papeles? ¿Qué tipo de papel le gustaría interpretar después de 'Wall Street 2'?

Lo que procuro hacer siempre es pensar en la película por encima de todo. Y en este caso no me importa tanto que sea un personaje que ya he interpretado, porque creo que se trata de una buena película, me gusta mucho. Yo creo que en muchas ocasiones la gente piensa que tiene un buen personaje, pero la película es mala y nadie va a ir a verla. Dicho esto, yo he hecho un par de películas independientes que no pueden conseguir distribución, perdón, quiero decir que no pueden conseguir el presupuesto para publicidad. Una película que cuesta nueve millones de dólares no puede conseguir cinco para anunciarse en Estados Unidos, por lo que va directa a DVD y eso es un poco frustrante. Hay una película que he hecho en 2009, que se titula Solitary man y que me encanta. Es una historia genial y yo estoy muy contento con mi interpretación. Y hace dos años hice otra pequeña película independiente. Hay que ser realista con cómo está el negocio. Los independientes están desapareciendo, los estudios están apartando las empresas independientes y se están centrando en películas más grandes. Por ejemplo, Wall Street se va a estrenar en todo el mundo el mismo día. Antes, las películas se estrenaban primero en Estados Unidos y seis meses después llegaban a España, pero ahora se estrenan el mismo día en todo el mundo. Con muchas películas es imposible hacer eso.

¿Qué tipo de papel le gustaría hacer ahora mismo?

¡Una comedia! Está muy bien eso de buscar dentro de uno mismo y dar con la parte cómica que, por cierto, todos llevamos dentro, aunque a veces no se nos note. Creo que estoy dotado para la comedia.

Tiene hijos pequeños: ¿cómo se las arregla para compartir la paternidad con algo tan intenso como ser una estrella del cine?

Para mí hay prioridades. Tengo dos niños pequeños de nueve y seis años, y a mi edad, si tienes hijos pequeños, lo mejor que puedes hacer es disfrutarlos, así que paso mucho tiempo con ellos. Mi mujer es 25 años más joven que yo y tiene su carrera, así que yo le digo: "Haz lo que tengas que hacer y yo me encargo de todo". Y, por cierto, pensando en mis hijos, estoy muy entusiasmado con la posibilidad del control nuclear y la eliminación de las armas nucleares, y realmente creo que vamos a ser capaces de que las cosas sean muy diferentes en los próximos 10 años. Bueno, como padre intento hacerlo lo mejor posible. En este momento mi familia está en Nueva York y es fantástico, hay muchas cosas que hacer, los niños tienen allí a  sus amigos, tienen mucha energía, todo va bien.

Hablando de paternidad, ¿qué cosas le enseñó su padre para ser actor? Me pregunto qué cosas puede enseñar a un hijo un padre que es una estrella del cine, si hay unas reglas determinadas o es más una cuestión de intuición...

Bueno, mi padre solía venir a verme a la universidad cuando yo actuaba. Yo era un actor terrible y eso le aliviaba mucho, porque pensaba que no tendría que preocuparse por que yo quisiera actor. Y luego, poco a poco, fui mejorando. Él siempre me animó. Siempre fue un hombre muy sensible, muy sensible. En 1950 consiguió un papel en una película que se llamaba Champion en la que encarnaba a un luchador y por la que consiguió una candidatura a los Oscar. Era un personaje malo, una persona menos amable que en sus anteriores papeles. En mi caso fue parecido. Cuando empecé a actuar, interpretaba papeles de chico bueno y sensible porque quería hacer algo diferente, pero la verdad es que no funcionaba. Luego produje Alguien voló sobre el nido del cuco y tuve muchísimo éxito, me convertí en productor y me centré mucho en producir películas y en tener buenos temas. Creo que el mejor consejo que me dio mi padre tiene que ver con escuchar, porque escuchar es muy difícil. Escuchar es pasivo, pero aun así, cuando ves una película te muestran a la persona que no está hablando, y puede ser algo muy interesante.

Ha llovido mucho desde aquella serie de televisión 'Las calles de San Francisco', que hizo con el gran Karl Malden y con la que se le empezó a conocer a usted como actor.

Ufff, Karl Malden también fue de alguna manera mi padre. Trabajé con él horas y horas, era muy currante. Había hecho muchas cosas con Brando, era un tipo genial. Trabajábamos juntos con los guiones, desarrollándolos y cogiendo el ritmo sobre la marcha. Así que ésa fue mi gran oportunidad.

Dice que su padre le enseñó a escuchar. Nuestra sociedad habla, habla y habla, pero no escucha. Por ejemplo, en España tenemos un hábito horrible de hablar todo el tiempo sobre algo, igual da que sepamos del tema o no. Pero nos cuesta muchísimo escuchar al que tenemos enfrente.

Mire, mi español es horrible, pero sólo escuchar el ritmo al que habla la gente en España es tremendo. Los españoles hablan y hablan durante un rato, sin parar, luego paran para respirar y siguen con lo mismo.

¿Qué tal es su relación con España, vía Mallorca?

Sí, tengo una casa en Mallorca, entre Valldemossa y Deià, no muy lejos de la costa. Y cada verano vamos allí. Ahora los veranos son más cortos porque los niños están en el colegio. Antes podíamos ir más tiempo. Todavía comparto la casa con mi ex mujer, así que la tengo desde enero hasta mediados de julio. En este momento, con losalmendros en flor, estoy pensando en pasar por allí y hacer una visita a la isla. Es un sitio maravilloso y tenemos grandes amigos allí.

Hubo un político español, Manuel Fraga, que se inventó una frase, 'Spain is different', que se convirtió en nuestro eslogan turístico. ¿Piensa que España es diferente?

Sin duda alguna. No tiene nada que ver con el resto. España es como un cruce de caminos. Todos los países tienen un siglo. El de Estados Unidos fue el siglo XX, para Inglaterra fue el siglo XIX, el siglo XVIII fue de Francia, y el siglo XVII, de España. En la historia de España tienes la Inquisición, los judíos, la  influencia de los árabes... Es algo mágico, maravilloso, misterioso, me encanta. Siempre me lo he pasado muy bien allí. Y espero que la situación en el País Vasco, con el terrorismo de ETA, se solucione. Es algo que a mí me cuesta muchísimo entender. Es muy difícil entenderlo hoy en día, cuando hace falta que estemos unidos. Es como cuando Cataluña hablaba de independizarse. No creo que las cosas sean de esa manera. En vez de hablar de fuerza y de unión, se habla de separación.

Los actores Michael Douglas y Charlie Sheen en un fotograma del filme "Wall Street"
Los actores Michael Douglas y Charlie Sheen en un fotograma del filme "Wall Street"

Un 'yuppy' voló sobre el nido del cuco

Michael Douglas

(Nueva Jersey, EE UU, 1944) se dio a conocer por su papel en la serie 'Las calles de San Francisco' entre 1972 y 1976. En 1976 ganó el primero de sus dos Oscar, como productor de la película 'Alguien voló sobre el nido del cuco'. El segundo, esta vez como actor protagonista, vino en 1987 con 'Wall street', película de la que este otoño se estrena la segunda parte.

Hijo del actor

Kirk Douglas y de la actriz Diana Dill, que se divorciaron cuando él tenía seis años, Michael Douglas acabó convirtiéndose, igual que su padre, en una estrella de Hollywood, gracias a títulos como La joya del Nilo, Atracción fatal, La guerra de los Rose, Instinto básico y Un día de furia. Está casado con la actriz Catherine Zeta-Jones, con quien tiene dos hijos. De su primera esposa tuvo otro Douglas.

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