Israel busca desactivar la crisis con Washington
Obama fuerza a Netanyahu a decidir entre recuperar la relación con EE UU o mantener las colonias judías
Se estrelló Benjamín Netanyahu en su visita a Washington contra un Barack Obama rocoso, que le aguardaba con los guantes de boxeo calados y que devolvió la afrenta sufrida por el vicepresidente Joseph Biden dos semanas atrás en Jerusalén, cuando se anunció durante su visita oficial la masiva ampliación de una colonia judía. La construcción en Jerusalén Este es, mal que le pese al primer ministro israelí, la madre del cordero. La ausencia de declaración conjunta y el trato dispensado a su huésped, displicente en el mejor de los casos, hacen preguntarse a muchos en Israel si fue procedente la reunión entre ambos líderes, saldada con un rotundo fracaso. El jefe del Gobierno hebreo aterrizó anoche en Tel Aviv y a mediodía de hoy se reunirá con su Gabinete de Seguridad. Encara Netanyahu el primer gran dilema de su segundo mandato, porque la Casa Blanca exige respuestas. Pronto y sin engaños. No tardará demasiado en saberse si opta por Obama o por la colonización.
La Casa Blanca pide la congelación de los asentamientos en Cisjordania
Antes de volar a EE UU, Netanyahu había prometido alguna concesión, de muy escaso calado, a la Autoridad Palestina. Obama las juzgó completamente insuficientes. El presidente exigió a Netanyahu, según publicaba ayer el diario Yediot Ahoronot, lo que el jefe del Ejecutivo israelí afirma que nunca entregará. Por razones ideológicas y porque su Gobierno radical se vendría abajo. Además de que en su partido, el Likud, los políticos que rechazan tajantemente la más mínima concesión sobre Jerusalén -y muchos también en Cisjordania- son amplísima mayoría.
Según el citado periódico, Obama demandó a Netanyahu que se comprometa a extender la moratoria parcial de la construcción en Cisjordania más allá de los 10 meses establecidos, que vencen en septiembre. También exigió que el Ejército israelí se retire de algunas zonas del territorio palestino, para regresar a la situación anterior al año 2000, cuando estalló la segunda Intifada, y dar así aire a un presidente palestino necesitado de mostrar algún triunfo y de legitimidad entre los suyos. Y reclamó, asimismo, la liberación de centenares de prisioneros palestinos. Todos esos compromisos, al parecer, los desea Obama por escrito. Una muestra más de la carencia de sintonía y de la desconfianza que profesa Obama hacia Netanyahu.
Antes de la cita con el mandatario estadounidense, el primer ministro pronunció un emocional discurso ante los delegados del principal lobby judío, para luego reunirse con legisladores estadounidenses leales a toda decisión adoptada por Israel. No gustó demasiado en la Casa Blanca ese cabildeo de Netanyahu, y Obama, que se sentía fuerte tras la aprobación de la reforma sanitaria, castigó a su interlocutor. La reunión debió ser muy tensa. Hora y media después de iniciada, el presidente comunicó que se retiraba a cenar con su esposa e hijas. "Estaré por aquí. Hazme saber si hay algo nuevo", advirtió a Netanyahu. Éste se retiró a consultar con sus asesores sin hacer uso de las líneas telefónicas que le ofrecía la Casa Blanca. No se fiaba de ser víctima de escuchas. Se trasladó a la embajada de su país y allí realizó las llamadas pertinentes. Tras otra media hora de reunión, todo concluyó.
Sin acuerdo. La Casa Blanca emitió un comunicado en el que condenaba el anuncio de edificación de 20 viviendas para judíos en el barrio de Sheij Jarrah, y Netanyahu respondía: "La construcción no se detendrá en Jerusalén".
El primer ministro israelí no podrá dejar de pensar que la ácida controversia con el inquilino de la Casa Blanca margina los planes nucleares de Irán en la agenda diplomática o, lo que es peor a ojos del Ejecutivo hebreo, ha vinculado los acontecimientos en todo Oriente Próximo con lo que suceda en Israel y en los territorios palestinos. Asimismo, deberá luchar por mejorar su relación con Washington, un difícil cometido porque Netanyahu coloca todas las trabas posibles en el camino para reemprender la negociación para fundar un Estado palestino en el que no cree. Lo decía meses atrás su padre, Benzión Netanyahu, al que venera: "Benjamín no apoya un Estado palestino, eso es lo que le he escuchado. Ha fijado tales condiciones que los árabes nunca las aceptarán. Ni una de ellas".
Se avecinan jornadas interesantes en la vida política israelí. Varios ministros se declararon ayer entusiasmados por la firme postura de su jefe. "Doy gracias a Dios por darme la oportunidad de ser el ministro que aprueba la construcción de miles de viviendas en Jerusalén", comentó el titular de Interior, Eli Yishai. Si Netanyahu se mantiene en sus trece, la colonización iniciada después de la guerra de 1967 proseguirá. Si cede a la presión norteamericana, siempre le quedará la opción de formar Gobierno con Tzipi Livni, jefa de la oposición. Ayer ya se hablaba de esta alternativa.
Fechas clave en la historia de Jerusalén
- 29 de noviembre de 1947. La Asamblea General de las Naciones Unidas aprueba un plan de partición de Jerusalén. La ciudad tendrá que ser administrada internacionalmente con dos zonas: la occidental quedará para los judíos; la oriental, que incluye la Ciudad Vieja, será para los palestinos, bajo control de Jordania. El acuerdo fracasa y
se suceden los enfrentamientos.
- 7 de junio de 1967. Tropas israelíes toman la zona árabe en la Guerra de los Seis Días. Israel se hace además con Gaza, Cisjordania, la meseta del Golán y la península del Sinaí.
- 30 de julio de 1980. La Ley Básica de Jerusalén declara que la ciudad, "completa y unida", es la capital de Israel. Jordania cede en 1988 sus derechos sobre Cisjordania y el este de Jerusalén a la Organización para la Liberación de Palestina (OLP).
- 13 de septiembre de 1993. El primer ministro israelí, Isaac Rabin, y el líder de la OLP, Yasir Arafat, firman los acuerdos de Oslo. La declaración establece la retirada de Israel de la franja de Gaza y Cisjordania y el autogobierno de los palestinos en esas zonas. Jerusalén queda pendiente para posteriores negociaciones.
- 28 de septiembre de 2000. La provocadora visita del líder de la oposición, Ariel Sharon, a la Explanada de las Mezquitas genera graves enfrentamientos. Se inicia la segunda Intifada y se frustra un posible acuerdo sobre Jerusalén.
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