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Caixanova endurece sus exigencias y alarga las negociaciones sobre la fusión

Núñez Feijóo insiste en que la unión de las cajas debe ser "equilibrada"

El camino hacia un acuerdo entre las cajas sigue lleno de obstáculos, que apenas se han despejado tras la nueva ronda negociadora abierta a instancias del Banco de España y la Xunta. Las entidades, que ayer celebraron reuniones en sus órganos de gobierno y control, ni siquiera han hecho pública su intención de trabajar en esa dirección. Y una nueva reunión entre sus directivos y el Gobierno gallego concluyó ayer sin avances, según informaron fuentes próximas a las dos entidades financieras.

Caixanova ha endurecido sus exigencias y pide liderar el proceso. De un lado, pone en duda la viabilidad de la fusión y considera difícilmente asumibles sus costes. También reclama una posición dominante en la entidad fusionada, tanto en sus órganos directivos como en el reparto de sedes. La caja del sur no está dispuesta a acatar los apremios de la Xunta para que fije de una vez su postura definitiva. Ayer, su presidente, Julio Fernández Gayoso, se limitó a informar al consejo de administración de la marcha de las conversaciones y a advertir de que no se va a plegar a ningún calendario impuesto desde fuera.

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Mientras, el presidente de la Xunta insistió en que la fusión debe ser equilibrada. Preguntado por supuestos "intereses personales" que entorpecen la operación, Feijóo respondió: "Nunca tan pocos hicieron daño a tantos".

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Un breve resumen sobre las conversaciones con Caixa Galicia y nada más. Julio Fernández Gayoso relató en pocos minutos a los miembros de su consejo de administración los contactos que ambas cajas están teniendo para estudiar la viabilidad de una fusión. Contó lo que ya se sabía: que se ha abierto una negociación "con un escenario distinto y los mismos actores", las cajas gallegas. Los tiempos, según fuentes próximas al órgano de decisión, no se plegarán a ningún calendario. El tira y afloja puede alargarse o romperse definitivamente porque los contactos siguen: ayer mismo se celebraba otra larga reunión entre las direcciones que, a última hora de la tarde, seguía en tablas. "Las prisas no son buenas, no podemos arreglar en dos semanas lo que no se hizo en seis meses", aseguran las mismas fuentes. Lo que está muy claro es que la cúpula de Caixanova, ayer por la mañana, no veía ni mucho menos despejado el camino de la integración. Todavía convaleciente por el accidente en coche que sufrió el sábado y que le causó una fisura en el esternón, Julio Gayoso aclaró al consejo que pese a todas las dudas "se está trabajando", para perfilar un acuerdo que permita arrancar el proceso de fusión. Debió ser muy convincente, porque los presentes en el órgano de dirección no formularon preguntas. Poco antes se había reunido con sus más afines para comunicarles la situación.

"Todo esto es una estrategia, la caja está tensando la cuerda todo lo que puede", explicaban ayer fuentes sindicales. El objetivo es arañar un acuerdo mejor. Por eso la caja del sur se ha permitido poner sobre la mesa más exigencias sin las que no habrá acuerdo: además de un fuerte compromiso de saneamiento, quiere el mando ejecutivo y la sede en Vigo. Obviamente, esos requisitos hacen casi imposible un pacto por las buenas. Aunque hay más variables. La primera, que la auditoría que realizó la consultora KPMG para la Xunta tiene muchas lagunas. Puntos sustanciales en donde el documento señala que "no hay datos". Quienes conocen desde dentro este tipo de procesos lo ven lógico, porque normalmente la elaboración de una due diligence (un análisis a fondo) suele dilatarse durante meses.

Sobre todo está la negociación de quién vende qué. Los que siguen de cerca el proceso dicen que se trabaja sobre los activos que pueden ser jugosos para el mercado: las oficinas (con el negocio incluido) son lo principal. Hay otras alternativas: las filiales, los inmuebles o parte del negocio. Pero las desinversiones se realizarían en un horizonte temporal amplio, porque no se trata de malvender.

Al margen de que Caixanova quiera establecer sus propios tiempos, para el Banco de España y para la propia Xunta la cuenta atrás del desenlace tiene puesta fecha en el calendario. Antes del próximo miércoles tendrá que haber pasado por el consejo de administración de Caixa Galicia la auditoría de las cuentas de 2009. El órgano procederá a aprobarla para luego remitírsela en tiempo y forma al Banco de España. Sucederá otro tanto con el informe de gobierno corporativo del ejercicio pasado. Caixanova, en cambio, ya dio luz verde a sus cuentas auditadas, en este caso por Deloitte, que fueron enviadas además a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV).

Fuentes de Caixa Galicia eludieron poner fecha a esa reunión del consejo que analizará la auditoría del 2009, tradicionalmente firmada por Pricewaterhouse. Será, en cualquier caso, "antes del plazo límite", explican desde la caja. Las cuentas auditadas de cada entidad cobran especial interés porque sobre ellas pivotará el balance de fusión que, de llegar a un acuerdo entre ambas entidades y aprobar un protocolo, será el esqueleto sobre el que se arme la nueva caja. Los informes para abordar este tipo de balances en la integración de dos entidades pierden vigencia a los seis meses, de modo que, por ejemplo, de llegarse a un acuerdo más allá de junio, habría que volver a auditar las cuentas de cada una de las dos entidades.

En A Coruña, la comisión delegada de la primera caja gallega abordó ayer asuntos ordinarios y también se puso al corriente a sus miembros de las conversaciones entre todos los actores implicados en la fusión. "Nuestra posición no ha cambiado desde hace meses, seguimos pensando lo mismo", insisten desde la entidad que dirige José Luis Méndez. A fin de decidir si se suman a las conversaciones oficiales para la integración, explican, no es imprescindible que el consejo de administración lo apruebe.

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