El Gobierno pondrá puertas en todas las estaciones
El plan contra el fraude tardará 10 años en estar terminado
Un plan a 10 años para reforzar la seguridad de todas las estaciones de metro, Ferrocarrils de la Generalitat (FGC) y Renfe instalando puertas correderas allí donde hoy sólo hay tornos o el paso está libre de obstáculos es la respuesta del Departamento de Política Territorial ante el fraude, muy común en algunas líneas del transporte público. "El precio del billete tiene un límite, pero las aportaciones públicas también", señala el secretario de Movilidad, Manel Nadal. El objetivo es que sea imprescindible pasar la tarjeta para entrar y para salir de la estación.
Las obras se harán coincidiendo con otras reformas que deban hacerse en las estaciones. Hoy no siempre es posible el cerramiento, especialmente el de salida. En algunos casos, dificultar la evacuación haría que se produjeran aglomeraciones en los andenes, con riesgos para los usuarios.
En estos momentos, el 60% del coste del transporte va por cuenta de las administraciones públicas (Generalitat, Gobierno central y Ayuntamiento), mientras que la tarifa supone el 40%. Hace 10 años, estos porcentajes eran del 50% frente al 50% y la tendencia es a que se incremente la aportación pública, algo que el Ejecutivo cree inviable. En esta tesitura, el combate contra el fraude se convierte en una barrera contra futuras alzas en las tarifas.
Los controles de billetaje en metro y FGC se hacen ahora siempre en bloques de entre cinco y seis revisores para evitar que los viajeros a los que se reclama el billete respondan de modo violento, lo que, a veces, ha ocurrido. Con todo, los responsables de las diversas compañías reconocen que, por el momento, la función inspectora es, sobre todo, ejemplarizante.
En el metro de Barcelona, por ejemplo, hay 59 revisores. El año pasado realizaron casi 4,9 millones de intervenciones (personas a las que comprobaron que llevaban el billete) y 53.435 denuncias. Esto significa que la media de denuncias por inspector es de apenas tres al día, por lo que apenas se cubre el salario del personal. "Pero el efecto ejemplarizante es mayor y, probablemente, las personas que ven que se realizan los controles, además de los sancionados, luego superan la tentación de no pagar", comenta Manel Nadal.
Estaciones sin controles
Rodalies de Renfe tiene 108 estaciones; sólo en 16 hay control de entrada y salida, de forma que colarse resulta en ellas algo más difícil. En otras 57 hay controles de entrada, pero no de salida. Bien es cierto que las estaciones con mayor número de usuarios (Sants, Catalunya) se hallan entre las 16 con doble control. No ocurre lo mismo, en cambio, en Passeig de Gràcia: hay control para la entrada, pero no a la salida, por motivos de espacio. En la reforma prevista se prevé la instalación de ambos tipos de canceladoras. En esta estación se da, además, una circunstancia curiosa: de noche, a partir de las diez, se mantiene una puerta abierta de modo que se puede acceder a los trenes sin validar el billete. El impago ya es masivo en los servicios de fin de semana que conectan con zonas de ocio. Ferrocarrils de la Generalitat tiene 79 estaciones, de las que 19 disponen de máquinas controladoras de entrada y salida.
"La validación del billete de salida se ha consolidado como una de las medidas más efectivas en la lucha antifraude, ya que permite un control más exhaustivo de quienes viajan sin el billete adecuado", señala un portavoz de FGC.
Uno de los argumentos para no pagar es que se trata de un servicio caro, opinión que rechaza Manel Nadal. Y añade: "El Gobierno no está por la gratuidad. Entendemos que el copago que se practica ahora es adecuado y que hay que mantenerlo. La gratuidad llevaría inexorablemente al colapso del sistema porque no se podría mantener".
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