Interinidad griega
Europa debe actuar con una sola voz ante Atenas. Está en juego la credibilidad del euro
Europa -sus instituciones y los Gobiernos de las principales economías- sigue dando muestras de escasa capacidad para arbitrar una salida financiera a la situación creada por Grecia. El crecimiento del déficit y de la deuda pública de este país, el deterioro de su credibilidad tras conocerse las trampas contables y artilugios financieros durante años, pueden poner en serio peligro la estabilidad del conjunto de la eurozona. El susto del mes pasado fue superado gracias a los mensajes de apoyo que enviaron los líderes de Alemania y Francia. Pero la concreción en decisiones de esos mensajes sigue esperando, alimentando la ambigüedad acerca del futuro de Grecia y de otras economías de la eurozona.
No sabemos si se mantienen los celos franco-alemanes a que el Gobierno griego acuda al Fondo Monetario Internacional, lo que equivaldría a reconocer la incapacidad europea para resolver el primer problema serio que se le plantea a la eurozona. Tampoco si la iniciativa del ministro de Finanzas alemán, suscrita por el Ejecutivo francés, de crear un Fondo Monetario Europeo sigue vigente. La canciller Angela Merkel ha añadido confusión a la situación, al endurecer su posición. En vísperas de la cumbre europea de esta semana, Merkel ha urgido a Atenas a solucionar por sí misma sus problemas, mientras Silvio Berlusconi, por ejemplo, se muestra partidario de un fuerte apoyo de la UE. Ambas posturas representan bien la división entre los 16 dirigentes de la eurozona sobre su crisis más aguda en 11 años de existencia. La jefa del Gobierno alemán, que sabe que sus electores se oponen frontalmente al rescate de Grecia con dinero de sus bolsillos, ha sugerido incluso la posibilidad de abandono de la moneda única por parte de aquellos países que incumplan el Pacto de Estabilidad.
Con independencia del endurecimiento de la disciplina económica en el seno de la eurozona, o de las condiciones asociadas a la concesión de apoyos financieros, las economías europeas han de concretar cuanto antes préstamos directos a Atenas. Porque resulta imprescindible atajar la idea de que Grecia podría acabar abandonando la eurozona. En que la crisis griega sea encauzada con rapidez y firmeza nos va no sólo la estabilidad de otros países europeos con grave deterioro de sus finanzas públicas, sino también la credibilidad de la moneda única.
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