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Estilos

'Amo a Laura' desde el gueto

Die Antwoord, un grupo surafricano de 'rap/rave', arrasa con su sonido y estética macarras fruto, en realidad, de un cuidado montaje artístico

Daniel Verdú

Empieza casi como una broma, una especie de carnaval para sacar a pasear al alter ego del artista, y termina en fenómeno de masas. Y si no, miren ahí arriba a grupos como Gorillaz. El último acontecimiento de este tipo en la Red se llama Die Antwoord ("la respuesta" en afrikaans). Dos hombres y una mujer surafricanos, prototípicos del white trash, que han inventado un concepto de música que denominan zef culture. Un sonido rap/rave surgido de lo más sórdido de los guetos de Ciudad del Cabo, pero que levanta pasiones en la modernidad global. Son la sensación del momento en las web musicales y artistas como Diplo (productor de M.I.A) se han declarado fans incondicionales. ¿El problema? Nadie sabía si eran la broma de un productor o, incluso, una estrategia comercial de alguna marca.

Y no ayuda que casi no concedan entrevistas. Pero su agente niega que todo sea un bulo. "Te aseguro que no. Y la mejor manera de demostrarlo es con artistas como Lady Gaga: ¿Ella también es una broma? O, ¿era una broma Ziggy Stardust cuando lo presentó David Bowie? No, esto es la expresión genuina de unos artistas con talento para los que la música es sólo un aspecto de su amplio espectro creativo", escribe por correo electrónico Diane Coetzer. La misma portavoz se niega a facilitar más información, ni biografías ni proyectos anteriores.

Die Antwoord (no se pierdan la web y los vídeos en YouTube) suenan a música de suburbio tercermundista. Un estilo tipo Major Lazers o M.I.A, pero con una ironía y una cuidada puesta en escena (el cantante viste calzoncillos con el Dark side of the moon de Pink Floyd) que contradicen la filosofía lumpen que les adorna. En las entrevistas que ellos mismos producen explican que son vecinos de calle, que viven con familiares y que, como tienen un PC, producen "next level beats". Una parodia, en suma, del hazlo tú mismo. Las surrealistas letras son una mezcla de inglés y afrikaans y los vídeos, cuidadísimos, parecen hechos por el más bizarro Chris Cunningham. Para colmo, aseguran que Neill Blomkamp, director de District 9, está pensando en hacer una película sobre su vida. Rebuscando un poco en la Red (tienen 50.000 fans en Facebook y casi un millón de entradas), puede encontrarse a Ninja, el cantante de la banda, también conocido como Waddy Jones, liderando hace un tiempo el proyecto Max Normal. Un grupo de hip-hop del que también formaban parte su actual productor, Hi-Tek y Yo-Landi Vi$$er, en realidad, su mujer. Lo único cierto, pues, es que son surafricanos, les gusta el sonido callejero, tienen talento y han incendiado la Red con esta especie de broma artística. Pero cuidado, van de gira, sacan nuevo disco y aseguran que la discográfica Interscope (Lady Gaga o Timbaland) quiere ficharles.

"La cosa es: ¿es una sátira o son así de malos? y ¿es un proyecto artístico o sólo una panda de energúmenos? Son los dos interrogantes posmodernos por definición. Los que condicionan la recepción del arte y de la música pop", reflexiona Eloy Fernández-Porta, autor de Homo Sampler. "Son las preguntas propias del arte en la época de la sospecha. 'Mamarrachismo ilustrado' es un término que propusieron los Chico y Chica y que responde a esas dos preguntas. Se puede entender como otra explotación más del juego entre niveles culturales que es un juego que siempre tiene algo de clasista", insiste.

Die Antwoord asalta irónicamente la fragmentada audiencia de Internet a través del exceso y de la duda. La versión ibérica del asunto y sin la carga artística que tienen estos surafricanos sería aquel Chikilicuatre de El Terrat. Pero quizá, más parecido, sería el proyecto casi virtual de la canción Amo a Laura, de Guille Milkyway, que como Die Antwoord, también prefirió no ponerse al teléfono.

Ninja y Yo Landi Vi$$er, miembros del grupo surafricano Die Antwoord.
Ninja y Yo Landi Vi$$er, miembros del grupo surafricano Die Antwoord.JASON MEINTJES

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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona pero aprendió el oficio en la sección de Madrid de EL PAÍS. Pasó por Cultura y Reportajes, cubrió atentados islamistas en Francia y la catástrofe de Fukushima. Fue corresponsal siete años en Italia y el Vaticano, donde vio caer cinco gobiernos y convivir a dos papas. Corresponsal en París. Los martes firma una columna en Deportes

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