Italia, la "república a medida"
La "república a medida" ha llegado a la última prueba de vestido, al igual que los trajes confeccionados por Caraceni, el sastre preferido de Silvio Berlusconi. Las elecciones regionales italianas de finales de mes equivalen a la definitiva retirada del hilván que se realiza antes de pasar a la confección definitiva. Pero Caraceni (sastre milanés) ha caído en desgracia, los periódicos italianos conceden amplio espacio a su nuevo sastre (Kiton, napolitano, que vestía a Gianni Agnelli y al duque de Windsor), que aclarará los colores y rejuvenecerá las líneas de los trajes del Cavaliere.
De igual forma, podría hacerse necesaria una intervención urgente en política para permitir que las listas del centro-derecha en el Lacio y en Lombardía concurran a la carrera electoral, tras haber sido excluidas de ella por graves violaciones de las reglas. Cuyo respeto, conviene recordarlo, es la garantía básica de toda democracia.
Si las reglas de la democracia me perjudican, no valen. Tal es la lógica de la derecha de Berlusconi
¿Les gustan quienes presentan candidatos bajo sospecha de corrupción? Vótenles
La ocasión podría ser golosa para el centro-izquierda. No para librar una batalla que la favorece inesperadamente en dos regiones clave del país como la muy industrial Lombardía y un Lacio bajo shock por el asunto del gobernador obligado a dimitir ante el escándalo de su relación con un transexual. No es la primera vez que las elecciones se deciden en Italia por decisiones judiciales (se empezó hace más de 50 años con el referéndum entre monarquía y república). Ni sería tampoco la primera vez que ocurre en el mundo (lo hizo en Estados Unidos el Tribunal Supremo en la primera elección de Bush junior, en perjuicio de Al Gore).
Pero la acostumbrada reacción del centro-derecha, que acusa a la judicatura comunista de realizar una selección política de las listas en favor del centro-izquierda (con la acostumbrada lógica de la mayoría gobernante: si las reglas de la democracia no me gustan o me perjudican, entonces no valen), abre de par en par al centro-izquierda una excepcional explanada de marketing político (que la oposición no sabe practicar, mientras se demuestra maestro en ello el propietario de Mediaset). Antes de que Berlusconi, como es probable, gane sus recursos judiciales en el Tribunal Administrativo Regional (TAR), donde goza de sólidas agarraderas, visto el criterio de nombramiento de los magistrados que lo componen, el centro-izquierda debería coger al vuelo la asistencia que le ha proporcionado el más incómodo de sus aliados, el astutísimo líder de Italia de los Valores Di Pietro. No debe dirigirse a Berlusconi para lanzarle las habituales acusaciones (patrón y no líder, de grave y no resuelto conflicto de intereses, baja moralidad, temeridad al presentar como candidatos a personas bajo sospecha cuando no con antece
-dentes penales), sino que ha de dirigirse directamente a los electores de centro-derecha.
¿Qué ha dicho Di Pietro? "No quiero ganar por decisión administrativa". Si yo fuera el secretario del Partido Democrático, Luigi Bersani, diría: "Estimados conciudadanos, no pueden ustedes perder su derecho a votar a su partido preferido. A nosotros no nos gusta, y nunca lo hemos ocultado. Pero ustedes lo han elegido. ¿Que les gustan las leyes ad persónam que obligan a pronunciar sentencias en las que se afirma que la corrupción se ha producido pero que el delito ha caído en prescripción a causa de las leyes promulgadas por el centro-derecha? Entonces es justo que les voten. ¿Que les gusta gente que consiente la elección de los representantes del pueblo directamente de entre las filas de la Camorra (como Di Girolamo, arrestado hace unos días)? Entonces, vótenles. ¿Que les gustan quienes preanuncian una ley anticorrupción, pero esperan para votarla al resultado de las próximas elecciones y presentan por todas partes como candidatos a personas bajo sospecha o con antecedentes? Vótenles. ¿Que les gusta ese manípulo de incapaces que han puesto en dificultades al gobernador saliente de la Lombardía Formigoni y a su propia candidata en el Lacio, Polverini? Tienen ustedes pleno derecho a votarles. ¿Que les gustan quienes han disparado la relación entre déficit y PIB por encima del 5%? Vótenles si quieren: después de Grecia, Irlanda y Portugal, en Europa nos están esperando a nosotros. ¿Que les gustan quienes prometieron disminuir los impuestos y han hecho justo lo contrario? ¡Vótenles! ¿Que les gustan quienes prácticamente han abolido el delito de falsificación contable? Vótenles. ¿Que les gustan quienes han colocado a la cabeza de la RAI, de la televisión pública, un Consejo de Administración que ha eliminado todos los programas de debate político, una medida de la que hasta la Comisión Parlamentaria de Vigilancia ha tenido que distanciarse con un comunicado? Vótenles. ¿Que les gustan quienes incluyen el 150 aniversario de la unidad de Italia entre los acontecimientos excepcionales como si fuera algo imprevisto, con la única finalidad de favorecer a los amigos de siempre, con su guarnición de prostitutas de lujo y corrupción a pequeña y gran escala? ¡Tienen ustedes todo el derecho y la libertad de votarles! Y nosotros mostramos nuestra disponibilidad para buscar, junto a la mayoría de gobierno elegida por ustedes, una solución razonable".
Eso es lo que Bersani debería decir. La reacción de Berlusconi no debería interesarle en exceso. Ya es suficiente la embarazosa situación creada por la desconcertante gestión de Alemanno, alcalde de Roma. Alguien que colocó en el vértice de la oficina municipal de retirada de basuras a un tipejo famoso por su pasado de matón fascista y por estar implicado en la elección de Di Girolamo, y a quien se le hizo desaparecer rápidamente mediante una dimisión a hurtadillas. El hombre a quien todos señalan como el responsable del crash de las candidaturas del centro-derecha en el Lacio, por haber querido introducir en el último momento el nombre de uno de sus más fieles seguidores, razón por la que la lista fue presentada fuera de plazo. El hombre que ha hecho avergonzar a los accionistas de la ACEA, la empresa municipal de electricidad, con bandazos que han indignado al mayor accionista, la francesa EDF.
¿Otro indicio de la confusión en el PDL? La amenaza de actuar como la más vetusta de las izquierdas, ocupando las calles para protestar contra el respeto de los reglamentos electorales. Con un irónico corolario: Polverini y Berlusconi quieren manifestarse en Piazza Farnese, ¡el tradicional anfiteatro de la extrema izquierda, de los girotondini o corros de oposición antiberlusconiana y de Pannella, Bonino y los radicales! Ah, si hubiera una oposición con las ideas claras, cuántas teclas podría tocar...
Giancarlo Santalmassi es periodista.Traducción de Carlos Gumpert.
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