_
_
_
_
Análisis:
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Nuestra serie

David Trueba

Ayer ELPAÍS.com mostró un fragmento de la serie Las riberas del mar océano. Su guionista, el catedrático Miguel Ángel Losada, denunciaba presiones del Ministerio de Medio Ambiente para suprimir algunas referencias al consentimiento social y de las instituciones ante la corrupción urbanística en las costas españolas. La serie había sido costeada por el equipo ministerial anterior, dirigido por Cristina Narbona, con 1,2 millones de euros para ser emitida por Televisión Española. Supongo que el Ministerio se sintió autorizado, como un productor al uso, a meter tijera en aquellas escenas que le resultaban incómodas. Parecería un episodio más en la historia del cine salvo por el detalle escatológico de que un ministerio no puede ser Louis B. Meyer o David O'Selznick, por la sencilla razón de que maneja el dinero de todos nosotros y no el suyo propio.

No sé qué le molesta a las autoridades de la referencia textual. Relacionar el estado de nuestro litoral con la corrupción es un recurso para liberar nuestra propia culpa. Te aproximas a ciertas costas españolas y recibes una sacudida estética similar a si te pasaran el rodillo de amasar por la zona genital. Si pensáramos que ese demencial impacto urbanístico es fruto de nuestro gusto, de nuestra falta de cariño al paisaje o de nuestra irracional lujuria económica, sería para echarse a llorar. En cambio juzgamos que ha sido la corrupción empresarial y política la culpable de esos engendros y nos quedamos tan tranquilos. Pillamos a dos o tres responsables de cobrar bajo cuerda, los metemos un rato en la cárcel, luego anulamos las escuchas judiciales y llegamos al sobreseimiento o a la prescripción del delito, y fin de la historia. Es una serie un poco triste, pero es nuestra serie. No la censuren, señores, es el cuento de nuestro desarrollismo.

Como nadie se atreve a emprender la restauración, llegará el día en que la fealdad y el disparate aglomerado junto a la costa nos resulte bello, fotogénico o curioso. Como con la mampara de metacrilato de nuestros padres, terminaremos por reconciliarnos con esa demencia estética y la reconoceremos como parte intrínseca de nosotros. El problema es que la serie no debió pagarla el Ministerio de Medio Ambiente sino la Consejería del Horror. Ahora no existiría disparidad de criterios.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_