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Reportaje:

El modernismo privado

El galerista Fernando Pinós crea un museo para mostrar su colección

El gran museo del modernismo catalán es, sin duda, el Museo Nacional de Arte de Cataluña, que atesora importantes colecciones de pintura, escultura y también mobiliario de este periodo. Con todo, desde hace tiempo queda claro que el modernismo es el gran aliciente para el turismo que visita Barcelona y en el Eixample, en donde se sitúan buena parte de sus edificios más emblemáticos, no resulta fácil acceder a los interiores que tanta fama dieron al movimiento. A partir del próximo jueves este vacío lo cubrirá el Museo del Modernismo Catalán (mmcat.cat), un nombre un tanto pretencioso pero efectivo que define la interesante colección que desde hace 40 años han ido atesorando los galeristas Fernando Pinós y María Guirao.

Situado en la calle de Balmes, frente al seminario, este museo privado reúne unas 300 piezas entre mobiliario, esculturas y pinturas de autores señeros del estilo como Antoni Gaudí, Puig i Cadafalch, Gaspar Homar, Joan Busquets, Ramon Casas, Lambert Escaler, Santiago Rusiñol, Josep Llimona y Eusebi Arnau.

"El modernismo catalán hizo un arte exquisito que aquí durante mucho tiempo fue menospreciado; lo denominaban "la época del mal gusto", comenta Fernando Pinós. "Nosotros empezamos a coleccionar cuando no le interesaba a nadie, ni a los anticuarios", añade este galerista que tras abrir en los cincuenta una sala cerca de los Encants se trasladó en 1978 a Consell de Cent, en donde en 1978 abrió la galería Gotshland, casi vecina a la que abrió después su hijo Fernando Pinós. Comenzaron a coleccionar en los años setenta y aunque hay dos o tres piezas adquiridas en aquella época que nunca ha querido vender, como una enorme copa en piedra de Eusebi Arnau que destaca como la joya de la corona, la colección se ha ido haciendo con el tiempo, comprando y vendiendo en función de las oportunidades. "A veces no te puedes quedar con todo lo que te gusta", comenta Pinós.

Entre lo que se ha quedado, sin embargo, hay piezas de gran nivel que se han expuesto en algunas de las grandes exposiciones sobre modernismo, como el comedor que realizó Joan Busquets para la casa Antònia Puget (ahora sede del Espai Volart), una selección de mobiliario de Gaudí realizado para la Casa Batlló y, también, una selecta muestra del estilo de Gaspar Homar, posiblemente el ebanista más delicado de su época.

Esta parte dedicada al mobiliario, espectacular, está situada en la planta baja del museo, al que se accede precisamente por una tienda decorada con las librerías que, diseñadas por Busquets, tenía en su casa el doctor Trueta. Abajo, en un sótano del que se han recuperado las bóvedas catalanas originales de este edificio construido entre 1902 y 1904 por Enric Sagnier como almacén de la Fabra i Coats, se sitúan la pintura y la escultura.

De momento, señalan, lo único que les preocupa es llegar a la inauguración el próximo jueves, ya que las obras, que han durado casi dos años, han sufrido múltiples retrasos. "Una vez nos hayamos repuesto de esto, empezaremos a poner en marcha más iniciativas", señala Pinós hijo. "Pero la inversión es privada, sin ayudas, y antes tenemos que ver cómo funciona". Al público abrirá sus puertas el sábado con una entrada a 10 euros.

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Ámbito dedicado a la pintura y la escultura del nuevo Museo del Modernismo Catalán, que se inaugura el jueves.
Ámbito dedicado a la pintura y la escultura del nuevo Museo del Modernismo Catalán, que se inaugura el jueves.JOAN SÁNCHEZ

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