Entre la emoción y el negocio
La pérdida o no de la emoción, consustancial al espectáculo, y la adaptación del negocio a las exigencias del mercado dividen las opiniones:
- Mario Vargas Llosa, escritor: "Soy gran aficionado desde niño, y no tengo la impresión de que haya disminuido la emoción ni que haya decaído el número de espectadores. Es verdad que la fiesta tiene hoy muchos adversarios, esta hostilidad, en vez de atenuar el entusiasmo de los aficionados, lo ha aumentado".
- José Antonio Martínez Uranga, empresario de Las Ventas: "No creo que la fiesta padezca un déficit de emoción. Estará garantizada mientras haya en el ruedo un toro y un torero".
- Eduardo Miura, ganadero: "La mayoría marca preferencias y tendencias, como siempre; es posible que hoy se pida un espectáculo menos intenso, salvo excepciones, en el que se valora más la perfección y la estética que la épica y la lucha. A su manera, el negocio taurino ha sabido adaptarse a las circunstancias sociales y empresariales".
- Juan Antonio Ruiz Espartaco, torero: "La educación taurina ha cambiado, el público busca la perfección en el toreo y, en consecuencia, el toro ha perdido agresividad y movilidad".
- Ildefonso del Olmo, presidente de la plaza de Málaga: "La emoción que le falta a la fiesta está motivada por la ausencia de un toro en plenitud; las figuras han impuesto un animal más noble y bondadoso que bravo. Además, el mundo del toro se obstina en vivir en una burbuja que lo aísla del contexto sociopolítico y económico".
- José Luis Moreno-Manzanero, presidente de la Unión Taurina de Abonados: "El afeitado genético es el culpable de la notoria crisis de casta. La fiesta permanece obsoleta e invertebrada en lo público y lo privado; la empresa no ha conquistado la modernidad en su estructura, imagen y funcionamiento".
- Juan Pedro Domecq, ganadero: "En los últimos años, el toro ha perdido capacidad de transmitir emoción, pero ha mejorado su condición para perseguir la muleta. No entiendo, sin embargo, la absurda dependencia del espectáculo taurino del Ministerio del Interior; ése es un error extremadamente grave que afecta a todo el entramado empresarial.
- Eduardo Martín Peñato, presidente de la Asociación de Ganaderías de Lidia: "El toro es más bravo que nunca, y contamos con el mejor escalafón de la historia, pero no se cuida la calidad del espectáculo, ha desaparecido la rivalidad y se piensa poco en los intereses de los espectadores. Por otra parte, considero que el empresario no ha evolucionado nada y está anquilosado desde hace 50 años; los que tienen asegurado el negocio son muy conformistas, y esa actitud trasciende al resto de las plazas".
- Fernando Cuadri, ganadero: "El toreo moderno está falto de emoción por imposición de los toreros. La casta es molesta para los que se visten de luces; pero el público exige nobleza, y el toro que sólo es noble es tonto".
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