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Vigo exhibe 200.000 "disparos impecables" de Català-Roca

La Barrié acoge la primera retrospectiva del fotógrafo

Parte del legado del fotógrafo Francesc Català-Roca (Valls, Tarragona, 1922 - Barcelona, 1998) sale ahora a la luz mediante una exposición coproducida por la empresa La Fábrica y la Fundación Barrié, en cuya sede viguesa se estrena esta tarde y donde se desarrollará un completo programa didáctico hasta el 30 de mayo. Las 150 instantáneas seleccionadas, todas en blanco y negro y datadas en los años 50 y 60, condensan un aspecto clave del trabajo de este profesional, hijo y padre de fotógrafos y de formación autodidacta: su faceta como reportero gráfico.

"Su fotografía es la que más ha aportado a la dialéctica del reportaje, ya que unía la verdad documental con la belleza de la forma", explica el también fotógrafo Chema Conesa, en su papel de comisario de la exposición. Además de las fotografías, el proyecto expositivo Català-Roca. Obras maestras incluye un catálogo, la exhibición de un documental con testimonios de sus familiares, colaboradores y amigos, así como diversos objetos personales del fotógrafo.

Al frente de un equipo de investigación, Conesa ha tenido que vérselas con más de 200.000 negativos de diversos formatos y técnicas, 17.000 hojas de contacto y numerosas publicaciones. "Las tiras de los negativos están llenas de cortes porque Català solo guardaba los disparos que le gustaban, así que solo contamos con los que quiso conservar: 200.000 disparos impecables", observa. Català Rechazaba la etiqueta de artista y puso a sus hijos a barrer el estudio cuando le dijeron que querían ser fotógrafos. "Siempre decía que no podía enseñar sus mejores fotos porque las había hecho sin cámara", recuerda Martí Català Pedersen.

Conesa destaca la paciencia y el perfeccionismo que guiaron a Català-Roca, una conjunción de la que derivan célebres retratos de Dalí en el Parque Güell, la pose de la bailaora La Chunga en Montjuïc en 1955 y la espera de los madrileños en la Puerta del Sol pendientes del sorteo de lotería en las Navidades del 52. Otro rasgo de su personalidad, la empatía, fue determinante para ganarse la confianza de los rostros de la pobreza y la fealdad que Català retrata en toda su dignidad. Cuenta su hijo pequeño, Andreu, que cuando su padre llegó a Carrascosa del Campo (Cuenca) en 1955 para asistir a una corrida de toros a la que estaban invitados Luis Miguel Dominguín y la actriz Lucía Bosé, el fotógrafo se sorprendió al ver la bandera nazi en los gallardetes de las fiestas. "¿Qué pasaría si vienen los americanos y ven la cruz gamada? No les iba a gustar", le dijo al concejal de turno. "¿Y cuál es ésa?", le respondió el político. Català hizo la foto y al poco tiempo, retiraron la cinta. Por si acaso.

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