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Reportaje:La política monetaria europea

Y después de Trichet, llegará Weber

El gobernador alemán se consolida como candidato a presidir el BCE

Andreu Missé

La elección de cualquier cargo en las instituciones europeas se convierte en un complejo juego de equilibrios en el que se conjuga la política, la geografía, la ideología y el peso específico de los distintos países de la Unión Europea. La designación del economista portugués Vítor Constancio, para ocupar la vicepresidencia del Banco Central Europeo (BCE) por parte del Eurogrupo y Ecofín esta semana, en realidad, decidía otra más relevante. Ni más ni menos que la del sustituto de Jean-Claude Trichet que deberá abandonar la presidencia del banco emisor europeo en octubre de 2011. Aunque el Tratado no establece reglas para la elección de los seis miembros del Comité Ejecutivo del BCE, hasta ahora se han respetado ciertos equilibrios entre los países del norte y del sur, y entre las posiciones ideológicas.

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El doble equilibrio entre el norte y el sur y entre halcones y palomas ha regido especialmente entre el presidente y el vicepresidente de la entidad. La elección de Constancio, gobernador del Banco de Portugal y antiguo dirigente socialista portugués allana el camino para que Berlín afiance en la futura presidencia del BCE a Axel Weber, un prestigioso economista y conocido halcón que dirige con firmeza el Bundesbank, el banco central alemán. La misma decisión entorpece las aspiraciones del otro aspirante, Mario Draghi, gobernador del Banco de Italia, y más moderado.

La probable designación de Weber, un creyente en la cruzada contra la inflación, supone una sólida garantía para Berlín, siempre temeroso del fantasma inflacionista. Desde que se creó el BCE en 1998, Alemania se había conformado con que la sede de la entidad estuviera en Francfort y asegurarse el puesto del economista jefe, actualmente Jürgen Stark, el segundo más relevante de la entidad. En la última década, Alemania ha ganado poder en la Unión Europea y lo quiere. La próxima meta es la presidencia del BCE.

El equipo de la canciller Angela Merkel presionó para asegurar que el segundo puesto del BCE fuera para un socialista de un país del sur. Los otros candidatos a la vicepresidencia, Yves Mersch, gobernador del Banco de Luxemburgo y Peter Praet, director del Banco Nacional de Bélgica tuvieron muy pocas oportunidades como países del norte. Su nombramiento habría cerrado el paso a Weber.

En realidad la decisión se había adoptado antes de los consejos, como reprocharon el presidente del eurogrupo y primer ministro de Luxemburgo, Jean-Claude Juncker, y el ministro de Finanzas belga, Didier Reynders. Este último lamentó "no haber mantenido un mínimo de debate sobre la calidad de los candidatos". El acuerdo podría haber incluido un premio para Francia, que en compensación por perder la presidencia ganaría el puesto de economista jefe.

La batalla por el puro control del BCE coincide con una reflexión mucho más estimulante iniciada en Estados Unidos sobre las políticas económicas adecuadas para salir de la crisis. El economista jefe del FMI, Olivier Blanchard, en un reciente trabajo que supone un giro radical, Rethinking macroeconomic policy, plantea una serie de respuestas de inspiración keynesiana para superar la crisis. Olivier y sus colegas Dell'Ariccia y Mauro, reconocen que el Fondo se habría equivocado en algunas de las políticas económicas aplicadas en las últimas décadas, por haberse concentrado en el manejo de los tipos de interés para mantener baja la inflación, despreciando la política fiscal y la desregulación financiera.

Nuria Molina, economista de Eurodad, saluda este público reconocimiento de las posiciones de académicos y ONG, que desde hace tiempo venían advirtiendo que "los consejos del FMI dificultaban el crecimiento y la erradicación de la pobreza en los países en desarrollo".

La crisis actual, especialmente en su vertiente griega, ha puesto de relieve que el BCE mantiene una actitud más dogmática en la búsqueda de soluciones. El debate para señalar la estrategia de salida de la crisis no ha hecho más que empezar, pero en la UE esta discusión está eclipsada por una lucha por los amaños en el reparto de los puestos de poder.

El gobernador del Bundesbank, Axel Weber, en una reunión del consejo de gobierno del BCE.
El gobernador del Bundesbank, Axel Weber, en una reunión del consejo de gobierno del BCE.AP

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