Winterbottom: "La violencia es parte del entorno cotidiano"

"Es una pena que no hayan venido". Con estas palabras, Michael Winterbottom contestó ayer a los periodistas que pedían explicaciones por la ausencia de los actores de su película The killer inside me en Berlín. Winterbottom se quedó sólo a la hora de defender su obra en la rueda de prensa. Se trata de un caso único entre las películas a concurso.

La cantidad de violencia explicita de su película (violencia en gran parte dirigida contra las mujeres) causó un éxodo masivo fuera de la sala, aunque al final de la proyección unos pocos aplaudieron. "¿Cómo piensa responder a las acusaciones de misoginia?", fue una de las preguntas a las que el director contestó muy indirectamente: "Nadie puede mirar la película y admirar al protagonista. Es un personaje extremo que se autodestruye... La película no es misógina".

Winterbottom tuvo que defender su elección de exhibir la violencia de manera gratuita. Insistió una y otra vez en el hecho de que su filme quiso ser una traducción muy fiel del libro. "La mayoría de los diálogos están sacados directamente de la novela sin ser adaptados", explicó. "Los libros de Jim Thompson", añadió el director, "van más allá de la mera violencia como entretenimiento. Se busca su origen, el desarrollo y el proceso de destrucción interna". Este guión le dio a Winterbottom la ocasión para explorar un género nuevo para él y añadir una faceta más a su ya muy variada producción.

Ayer empezaron a llegar los primeros premios de la Berlinale: El vuelco del cangrejo, del joven cineasta colombiano Oscar Ruiz Navia, se alzó con el prestigioso premio FIPRESCI de la crítica internacional en la sección Forum del festival. El drama familiar A family, firmado por la danesa Pernille Fischer, ganó el mismo galardón en la sección oficial que compite por el Oso de Oro, mientras que la japonesa Parade, de Isao Yukisada, se hizo con el de la sección Panorama, la segunda en importancia en el festival.